Love without violence

By: Yarelis Rico
http://www.somosjovenes.cu/sexusalud/semana5/amar.htm
http://www.walterlippmann.com/docs1173.html

Although aggressive conduct in terms of sex is still rejected by our young people, the majority agrees that there is still violence, mostly psychological. Conjugal disagreements. Damaged interpersonal relations prevent a healthy communication.

Damaged Interpersonal relations
prevent a healthy communication
In spite of the violence in the world today, the smallest nucleus in society, the family must continue to strive for ever more healthy interpersonal relations through a harmonious communication without any kind of barrier. Sexuality, as a human dimension of our being, also needs a balance separating the couples from those conflicts or permanent conducts of violence that can become a way of life.

That is why a healthy home is, at the same time, one of security, happiness and quality of life for all its members, specially for the children who, in general, imitate or reflect attitudes of their parents.

The most evident manifestation of sexual violence today refers to bad treatment, physical and psychological, by the man over the woman, even in young couples who are barely over adolescence. Now, according to some specialists it is a negative factor that is acquiring growing relevance in many nations of the world.

Even when a survey of some high school students in Havana revealed contrary opinions regarding physical violence, they acknowledge having adopted psychological aggression against their partner, as a clear expression of power.

Fabian, for example, never hits his girlfriend but she must please him regarding the way she dresses. She should not wear short skirts nor lighten the color of her hair because blonds have a reputation for being easy.

Adrian considers that men should rule the roost in the couple. The girl must be pleased once in a while without letting her raise her “I” too much.

Young women, for their part, agree that men and women should be under equal conditions; however, in reality that is not the case:

Evelyn allows no impositions; these do not intimidate her; they become challenges. Then a competition forms over who shouts loudest and not about who is really right.

Giselle says she is living the best time of her life. Her boyfriend is older and respects and considers her very much. Only, she has to adapt to his friends because he finds adolescents too noisy.

Habit makes the monk.
Either because of culture, idiosyncrasy, custom or even ignorance, women have lived with intense forms of violence, to a greater or lesser degree.

There are many examples: when their talent is not recognized, when their opinion is not important and are told to shut up, when propaganda uses them as sexual objects or better yet when they depend on masculine whims.

Although physical abuse is the most obvious expression of violence, there are other forms such as emotional, psychological and sexual abuse that tend to repeat themselves in a vicious circle, even becoming a regular way of life in the couple.

Precisely, in adolescence, psychological abuse of the young boys towards the girl is frequent. In is not by chance that the first relations of a couple are a frustration for the young women who, in general, only accept to please the boyfriend who asks her to give of herself as a proof of love.

Obviously, Ela feels used. She has suffered experiences that lower her self-esteem. She is been told to obey without considering her deepest feelings.

The virtue of change
The most alarming of all these expressions of violence during youth is their acceptance by the girls who even consider that they respond to the love the partner feels for her.

According to researchers, these opinions are closely tied to traditional and sexist education that for years have identified the society in which they live and develop. Although, in the case of Cuba, that is a machista society, in essence, it is also a case where political and state interests are concerned to achieve improvement and balance. The fundamental challenge is in the homes.

Violence only engenders violence. The relationship of a couple is not a relationship of equals, not even of people who are alike. Loving is not seeming to: give in, accept, forgive and understand. It is about being oneself next to the loved person with whom any whim can be discussed but only in terms of the couple, never only about oneself.

Amar sin violencia

Por Yarelis Rico
http://www.somosjovenes.cu/sexusalud/semana5/amar.htm
http://www.walterlippmann.com/docs1173.html

Aunque las conductas agresivas en torno a lo sexual aún son rechazadas por nuestros jóvenes, la mayoría coincide en que se practica a menudo la violencia, sobre todo psicológica. Desavenencia conyugal. Las relaciones interpersonales deterioradas impiden una comunicación sana .

Las relaciones interpersonales deterioradas
impiden una comunicación sana .

Pese a la violencia que vive hoy el mundo, el núcleo más pequeño de la sociedad, la familia, debe continuar abogando por relaciones interpersonales cada vez más sanas, mediadas por una comunicación armónica y sin barrera de ningún tipo. La sexualidad, como dimensión humana que abarca todo nuestro ser, precisa también de un equilibrio que aleje la relación de pareja de aquellos conflictos o conductas permanentes de violencia que puedan convertirse en un estilo de vida.

De ahí que la existencia de un hogar sano propicie a su vez seguridad, felicidad y calidad de vida para todos sus miembros, en especial para los hijos, quienes por lo general, imitan o reflejan las actitudes de los padres.

La manifestación más evidente de violencia sexual en nuestros días apunta hacia el maltrato físico y psicológico del hombre a la mujer, incluso en parejas muy jóvenes que apenas rebasan la adolescencia. En estos momentos, según advierten los especialistas, se ha convertido en un factor negativo que va adquiriendo fuerza creciente en muchas naciones del mundo.

Aun cuando un sondeo de opinión realizado a algunos estudiantes de preuniversitario en la provincia de La Habana, arrojó criterios opuestos por completo a la práctica de la violencia física, la mayoría reconoce haber adoptado actitudes agresivas psicológicamente con su media naranja, como clara expresión de una relación de poder.

Fabián, por ejemplo, jamás golpearía a su novia, pero ella debe complacerle en cuanto a la forma de vestir. No debe llevar la saya muy corta y tampoco aclararse el cabello, pues las rubias tienen fama de ser mujeres fáciles.

Adrián considera que el hombre debe llevar la voz cantante en la pareja A la muchacha complacerla de vez en cuando, sin dejar que eleve demasiado su yo.

Las jóvenes, por su parte, coinciden en que tanto el hombre como la mujer deben estar en igualdad de condiciones; sin embargo, la realidad no es tan así:

Evelín no admite imposiciones; estas, lejos de intimidarla, se convierten en desafíos. Se establece entonces una competencia, gana quien grite más y no quien realmente lleve la razón.

Giselle dice vivir el mejor momento de su vida; tiene un novio bastante mayor que ella que la respeta y la considera mucho. Solo que ella he tenido que adaptarse a los amigos de él, porque los adolescentes le resultan demasiado bulleros.

La costumbre hace al monje Ya sea por cultura, idiosincrasia, costumbre o hasta por desconocimiento, las mujeres, históricamente, han vivido en mayor o menor intensidad formas de violencia. Ejemplos sobran: cuando no se les reconoce su talento cuando su opinión no es importante y las hacen callar; cuando por mensajes publicitarios reducen su imagen y las tratan como objeto sexual, o cuando se les hace dependientes de los pedidos, o mejor, a los antojos masculinos.

Si bien el abuso físico es la expresión más evidente de violencia existen otras formas como el abuso emocional o psicológico y el sexual, que tienden a repetirse cual círculo vicioso, llegando, incluso, a implantarse como régimen de vida cotidiano en una relación de pareja.

Justo en la adolescencia es bastante frecuente el abuso psicológico del muchacho a la muchacha. No por casualidad la primera relación de muchas parejas resulta frustrante para la joven, que por lo general accede solo por complacer al novio, quien la convida a entregarse como prueba de amor.

Ela, lógicamente se siente utilizada. Sobre su persona se ha ejercido un poder que la desvaloriza. Se le ha exigido obediencia, sin pensar siquiera en sus sentimientos más profundos.

La virtud de un cambio Lo más alarmante de todas estas expresiones de violencia durante la juventud es que son aceptadas por las muchachas, quienes llegan a plantear que están relacionadas con el amor que sienten sus parejas hacia ellas,

A juicio de los investigadores, estos criterios están muy relacionados con la educación tradicional y sexista que por años ha identificado la sociedad en la que viven y se desarrollan los jóvenes. Aunque si bien en el caso de Cuba se trata de una sociedad machista en esencia, es también un entorno cuya dirección política y estatal se interesa y preocupa por hacerlo más óptimo y equitativo. El reto fundamental está en los hogares, de la puerta de la calle hacia adentro.

La violencia solo engendra violencia. La relación de pareja no es una relación de iguales, ni siquiera de seres parecidos. Amarse no es parecerse: es entregarse, aceptarse perdonarse y comprenderse. Es seguir siendo uno mismo junto a la persona que ama, con quien puede negociar algún capricho, pero solo en función de la pareja, nunca de uno mismo.