JUVENTUD REBELDE
February 19, 2007

http://www.juventudrebelde.cu/latigo-y-cascabel/2006-02-19/a-bolina/
CubaNews translation by Ana Portela. Edited by Walter Lippmann.

section: Whip and bell

Flown out the window
By: José Luis Estrada Betancourt
Email: digital@jrebelde.cip.cu 

February 19, 2006 17:38:41 GMT

I still remember the sad expression on that man who was sitting in a park bench asking why so many young people he saw were dressed as if they were foreigners. I felt like interrupting his thoughts expressed aloud and say that, as I understand it, that Cuba had taken dressed in style as a weakness in character and that fashion a bad word. But I feared he might not understand me and continued walking along.

I then recalled the 80s and my study trip to Bulgaria and a man in the airport where during a transit stop saying that he recognized us without a single word said. “There go the Cubans, all dressed the same in Yumuri shirts and trousers, but we felt worthy and proud.

Time has passed and what was then an authentic textile industry that was developing, although not perfect, tried (and achieved) covering the demands of the local people. Now, it seems, it no longer exists. It was a nice period of clothing manufactured by Opina, Nueva Linea and Gala and the very well received Telarte —with their shops and all —.

There was even a Bureau of Fashion advice that had prime time TV programs to educate the population and also issued specialized publications on the subject.

“Where did that interest disappear to, the interest to propose different options of dress for the people that did not ignore the skinny, or fat people, or children and grandparents? What happened with all those designers who cared and worked to change concepts and create our own styles? The Special Period did away with almost all, like a hurricane with its strong winds, throwing out the window what had been achieved in clothing.

“Who’ll see a young man now dressed with a guayabera? Are you crazy? They say. Do you want them to call me ridiculous? And this is somewhat understandable, for better or worse. Now, to be dressed according to the fashion with our climate, they go to foreign labels. Cuban shops are a carnival of quality clothing but also cheap “stuff” of poor taste and all made in series.

We are disturbed to see some with sports articles from other places, but what do we offer our stores? Has it occurred to anyone that quite a few would like to use clothing with prints of the Industriales, Santiago de Cuba, Pinar del Rio or Villa Clara? Obviously, something as necessary as eating, we’ve left it slip through our fingers.



Látigo y Cascabel >

A bolina

Por: José Luis Estrada Betancourt

Correo: digital@jrebelde.cip.cu 

19 de febrero de 2006 17:38:41 GMT

Todavía me parece estar viendo la cara de tristeza de aquel señor que, sentado en un banco, se preguntaba por qué muchos jóvenes que encontraba a su paso se vestían como si fueran extranjeros. Tuve deseos de interrumpir su pensar en voz alta y decirle que la causa, a mi entender, estaba en que en Cuba se había tomado el interés por el vestir con gusto como una debilidad de carácter de quien lo tuviera; y la moda, como una mala palabra. Pero temí que me fuera a mal interpretar, y continué mi camino.

Recordé entonces los años 80 y mi viaje de estudios a Bulgaria, y a aquel hombre en el aeropuerto donde hicimos escala, quien nos reconoció sin que mediase ni una sola palabra entre nosotros. “Ahí van los cubanos, dijo,

todos vestidos iguales”. Y era cierto, íbamos ataviados con camisas y pantalones Yumurí, pero nos sentíamos dignos y orgullosos.

Ha transcurrido el tiempo y lo que en aquella época era una industria textil auténticamente criolla en alza que, aunque no perfecta, trataba (y lograba) cubrir las exigencias de la gente del patio, ahora da la sensación de que apenas existe. Fue el feliz período de las confecciones Opina, Nueva Línea y Gala; de las muy bien recibidas Telarte —con sus tiendas y todo—.

Había, incluso, hasta un Buró de Orientación de la Moda, que hallaba un espacio en programas estelares de la televisión para encaminar y educar a la población, además de publicaciones especializadas en esos temas.

¿Dónde fue a parar aquel interés por proponerles a las personas diferentes opciones para el vestir, que no descartaban ni a flacos ni a gordos, ni a niños y ni a abuelos? ¿Qué sucedió con todos los diseñadores que se preocuparon y ocuparon en cambiar conceptos y en crear con nuestros propios patrones? El período especial arrasó como un huracán con casi todo, y con sus fuertes rachas se fue a bolina lo que con el vestuario se había alcanzado.

¿Quién agarra ahora a un joven con una guayabera? ¿Tú estás loco?, dice,

¿quieres que me griten cheo? Y esto es, de cierta manera, entendible: nuestra prenda nacional se convirtió en uniforme de cualquier cosa, para bien y para mal. Ahora, para vestir de acuerdo con nuestro tiempo, se acude a marcas extranjeras. Las tiendas de Cuba son un carnaval de ropa de calidad, pero también de “trapos” muy baratos y de pésimo gusto, hechos en serie.

Nos molesta ver a algunos con prendas deportivas de otros lugares, pero, ¿qué les ofrecemos en nuestras cadenas de tiendas? ¿A nadie se le ha ocurrido pensar que a no pocos les encantaría vestir una con las insignias de Industriales, Santiago de Cuba, Pinar del Río o Villa Clara? Es evidente que algo que es tan necesario como el comer, lo hemos ido dejando de la mano.