http://www.granma.cubaweb.cu/2006/08/22/nacional/artic01.html
Desafio en las entrañas del monte

Hombres que extraen, en difíciles condiciones, madera dura
y preciosa del sitio donde se encuentran las mayores reservas forestales

Haydée León y Jorge Luis Merencio

Partir hacia Cedrones es casi una locura. Llueve sin consuelo. El lodo no abandona a los caminos hasta llegar a ese sitio inhóspito ubicado a 37 kilómetros al noroeste de la ciudad de Baracoa. Todo es monte virgen y húmedo. Allí no vive nadie. O sí, la fauna silvestre, y los peces que habitan allá donde el Duaba resplandece a los pies de un bosque siempre verde.

Foto: RAÚL LÓPEZEliades Rodríguez es operador de buldózer, pero cuando hace falta tumbar un árbol a hachazo limpio hay que contar con él, a pesar de sus 67 años de edad.

Justamente en ese lugar permanecen albergados los integrantes de la brigada especial de extracción de madera dura y preciosa, que hace más de dos décadas ponen a prueba su pericia y el valor de un esfuerzo en el centro mismo del macizo montañoso Sagua-Baracoa, donde Cuba tiene sus mayores reservas de caoba, roble, cedro y otras maderas preciosas.

HOMBRES TRAS EL MADERO

A la altura de Cedrones un tractor de estera espera por si es preciso "fajarse" con el fango, para remolcar a un potente KP 3 que "gime" en la pendiente mientras intenta llevar monte adentro a los hombres que en breve comenzarán un nuevo desafío. Pero no fue necesario, el camión, una vez más, llevó a los hombres hasta su destino.

Vencer tales obstáculos es lo primero y en ello ayuda mucho el quehacer de una brigada que repara manualmente los caminos serranos de la zona.

Luego deben abrir trochas con machetes y hasta con sus cuerpos, para llegar al área que previamente se decidió talar en la jornada. En ese andar la maleza se ensaña con la piel y las espinas atraviesan las suelas de sus botas. Casi siempre llevan la motosierra al hombro, pero en ocasiones, tienen que derribar, a hachazo limpio, árboles imponentes y duros como el concreto.

Derribar la madera es, sin dudas, una labor dura, pero tal vez no tan arriesgada como sacarla del centro del monte. Hay que abrir caminos forestales con un buldózer. Un tractor tira de un güinche tenso por el peso del madero que con la ayuda del hombre va saliendo hacia la vía recién abierta.

Los tractores destruyen con las esteras la rica vegetación de estas alturas prácticamente vírgenes. Después, una brigada de reconstrucción de bosque se encarga de reponer las especies arrasadas durante la extracción de la madera talada selectivamente. Los especialistas afirman que en ese lugar existe una reserva de madera dura, semidura y preciosa para mantener durante 10 años más un ritmo intenso de extracción.

Es madera de calidad con múltiples empleos. Ellos saben que su esfuerzo responde a prioridades económicas de la nación.

Conocen también que este año enfrentan un plan de 7 000 metros cúbicos de madera en bolos, duro de vencer.

Sucede que al inconveniente de las constantes lluvias, se suman frecuentes roturas de los equipos (con más de 10 años de intensa explotación), como el buldózer Y-220, imprescindible en la apertura de caminos y en la transportación de los bolos desde donde se cortan hasta los puntos de acopio.

Andrés Ortiz, con ocho años de experiencia como operador de motosierra, asegura que para cumplir el plan, o al menos acercase a él, están decididos a postergar cuantos pases sean necesarios, o a cualquiera otra exigencia.

Luis Francisco Cuza considera que el plan es fuerte, pero si se aprovecha bien el tiempo puede cumplirse. El entusiasmo de este fundador de la brigada crece con el reciente arribo de dos tractores para el acopio de madera, y el anuncio de que vendrán nuevos equipos. Falta que hace tal inyección para animar a estos hombres en su desafiante esfuerzo en las entrañas mismas del monte.