http://www.granma.cubaweb.cu/2006/08/07/nacional/artic01.html

Un secreto muy bien guardado

MARIAGNY TASETAGUILAR
mariagny@granma.cip.cu

Nacía la década de los sesenta y con ella la Revolución que hizo de Cuba un país único. Tras un siglo de lucha, la República se mostraba orgullosa por primera vez. El nuevo Gobierno había borrado varias de las huellas dejadas por la explotación, la injerencia imperialista y el saqueo bajo los cuales vivieron los cubanos durante muchos años; pero la situación aún imponía titánicos retos.

Más de 3 500 centros de cambios se abrieron en todo el país.

En el orden financiero, por ejemplo, la Isla se encontraba devastada. La circulación monetaria no estaba a la par del flujo productivo y la venta de bienes y servicios. Se habían emitido más fondos que los requeridos para los habituales ajustes de pago de la economía nacional.

Según Raúl Cepero Bonilla, destacado economista cubano, trágicamente desaparecido en un accidente aéreo, en aquella época casi el 40% de los billetes en circulación estaba congelado por el atesoramiento. La mayor parte en bancos norteamericanos, lo cual era totalmente ilícito, pues la ley prohibía exportar billetes y atesorarlos.

Luego del triunfo revolucionario, el Gobierno solo encontró en el Banco Nacional una reserva monetaria de alrededor de 50 millones de pesos. Fue entonces cuando, bajo estricto secreto, comenzó a preparar una medida que sorprendió a todos y debilitó la base financiera de la contrarrevolución, respaldada como siempre por Estados Unidos. El seis de agosto de 1961 entró en vigor en la nación la segunda y más importante Ley del Canje de Billetes en aquel momento, bajo la supervisión del Comandante Ernesto Che Guevara,quien había sido presidente del Banco Nacional de Cuba. Aquellos primeros billetes llevaron una firma singular: Che.

Ya desde noviembre de 1960 había comenzado a imprimirse la moneda sustituta. El canje se efectuó en solo dos días. Fue favorecido por más de 60 000 personas, entre trabajadores bancarios, milicianos y miembros del Ejército Rebelde, que laboraron en 3 500 centros de cambio de todo el territorio. Tras esta operación, el Estado cubano se benefició con la confiscación de casi 500 millones de pesos.

Explicaba Bonilla que no fueron presentados a la transacción 462,1 millones, perdiendo así todo su valor. Este dinero estaba entonces en manos de los antiguos explotadores de la industria, la agricultura, el comercio y la banca; y en su mayoría era fruto del robo continuo de los fondos públicos que ejercieron los anteriores gobiernos títeres.

Relata que se decomisaron, por exceder la cantidad máxima autorizada, 72,5 millones de pesos, hecho que afectó a 3 725 personas y 639 empresas; que representaban solo el 0,2% del millón 768 144 personas que acudieron al cambio. La medida no incluyó, obviamente, a los depósitos de ahorro y cuentas corrientes.

Ante tal golpe, el imperialismo probó diversas vías para canjear algunos pesos por dólares. Propiciaron tales maniobras la embajada de los Estados Unidos en La Habana, la base naval de Guantánamo y en general el movimiento contrarrevolucionario.

Pero la Revolución adoptó prontamente nuevas leyes que impidieron estos sucios manejos. Solo en la base naval de Guantánamo se introducían mensualmente no menos de 350 000 billetes cubanos de los acopiados en los bancos estadounidenses, mediante el arbitrario e injusto cambio de dólares por pesos.

Esta medida, muy decisiva en aquella época, evidenció el progresivo desarrollo que la Revolución cubana comenzaba a adquirir en cuanto a experiencia, organización, y eficiencia administrativa. Facilitó la planificación total de la economía. Fortaleció la moneda nacional y le garantizó estabilidad.

Destruyó también el peligro potencial que representaban para la economía cubana aquellos 724,9 millones de pesos atesorados y fuera de control. Asimismo, el canje de 1961 favoreció la erradicación del mercado negro del peso cubano en el país, aquello fue uno de los secretos mejor guardados.