Le
pregunté de sopetón por qué no escribía
sus recuerdos y me respondió que muchos
amigos le insistían en que lo hiciera y
que sería un libro que quizás resultarainteresante por lo que podría
contar de la época que le tocó vivir y
la gente que conoció. Pero añadió
enseguida, con la mayor naturalidad del
mundo, que no creía que el tiempo le
alcanzara para hacerlo.
Ángel
Augier -poeta, ensayista, investigador,
periodista- tiene 95 años de edad y da
muestras, sin embargo, de una lucidez y
una memoria pasmosas. Un trabajador
incansable que llega a
la XV Feria
Internacional del Libro de
La Habana,
que, junto a Nancy Morejón, le está
dedicada, con ocho nuevos títulos.
Acercamientos suyos a la vida y la obra
de Nicolás Guillén, José Martí, Pablo
Neruda y José María Heredia -devociones
de siempre en su quehacer de estudioso-
y en los que habrá un espacio para una
antología de sus poemas.
Así, aparte
de esa selección de versos, aparecen
ahora Tesis antiimperialistamartiana en la base de la
Revolución, Cuba: una poesía de la
acción y Pablo Neruda en
Cuba; Cuba en Pablo Neruda. También,
de Nicolás Guillén,
con prólogo y anotaciones de Augier, una
antología poética (Del alto
norte al pájaro sangriento) y el
cuarto volumen de la compilación de sus
trabajos periodísticos. Y dos libros a
los que el autor concede significación
especial: las cartas de José María
Heredia y la edición definitiva de
Nicolás Guillén; estudio
biográfico crítico.
-Es ese un título que en
su primera versión, publicada en dos
tomos en 1962, abarcó los trabajos y los
días del poeta hasta 1948 y del que,
completamente agotado y a fin de
satisfacer la necesidad de información
sobre el escritor, se dio a conocer, en
1971, otra versión condensada en un solo
volumen. Volvió a publicarse en 1984,
pero entonces sus páginas no eran ya,
como en el 62, -notas para un estudio-,
sino el ambicioso estudio biográfico
crítico que pretendía y que abarcaba con
amplitud hasta los años 70 y un poco
después incluso. Aún vivía Nicolás-
Ahora se cierra con su muerte.
Acerca del epistolario de Heredia, el
primer poeta romántico de la lengua
española, puntualiza Augier que será un
libro voluminoso.
-En 1903, en ocasión del centenario del
natalicio de Heredia, su familia puso el
archivo del poeta en manos de José
Augusto Escoto. Aparte de las cartas que
obraban en esos documentos, ese importante polígrafo
localizó muchas más en otros archivos
particulares, sobre todo de la provincia
de Matanzas, donde el escritor pasó
parte de su vida y continuaron viviendo
los suyos. Pero Escoto, parece que en un
momento en el que atravesó por una
situación económica difícil, vendió ese
archivo.
La Biblioteca Nacional
de Cuba adquirió una parte y otra la
compraron bibliotecas norteamericanas,
en lo esencial la de
la Universidad
de Harvard, que no pagó nada bien lo que
adquirió.
-Escoto tuvo la precaución de hacer
copia de los materiales que vendía a
instituciones del exterior, de manera
que si no el original, algo
quedara en Cuba de ellos. Se trata de un
archivo disperso, con documentos
originales o sus copias en
la Biblioteca
y el Archivo Nacional de Cuba y
originales en Harvard donde, me dijo la
bibliógrafa cubana Araceli García
Carranza, que la vio y trabajó con
ella, la colección
de manuscritos heredianos es enorme,
pero no está clasificada.?
Puntualiza Ángel Augier que ese
epistolario revelará la verdadera imagen
del autor de Niágara y
En el Teocali de Cholula y
que aunque no incluya, por no haber
podido localizarlas, todas
las cartas que se supone escribió,
sí será el más completo de cuantos se
dieron a conocer hasta ahora. Sólo a su
madre, y las dirigidas a ella son, a su
juicio, las piezas más interesantes de
esta correspondencia, Heredia solía
escribirle tres o cuatro veces cada mes.
El poeta, condenado a muerte en ausencia
por sus actividades conspirativas contra
el régimen colonial,
vivió exiliado en Nueva York y en
México, donde falleció a los 36 años de
edad, en una etapa muy convulsa del
acontecer de ese país. Años, dice Augier,
en que una carta remitida desde la
capital y destinada a Cuba, debía ser
llevada primero al puerto de Veracruz y
seguir desde allí camino al puerto de
Nueva York antes de su arribo a
La Habana
para ser trasladada a la ciudad de
Matanzas. -Lógicamente, precisa, muchas
cartas debieron haberse perdido en tan
arduo y prolongado trasiego-.
GABO Y EL SR. POLYMITA
Recuerda que un día de
1949, al responder una llamada,dijeron desde el otro extremo del
teléfono que le
hablaba el -señor Polymita-, y supo de
golpe que quien se escondía tras el
nombre de esos caracoles autóctonos del
extremo oriental de la Isla y que se
distinguen por sus bellos y caprichosos
colores, no podía ser otro que Pablo
Neruda que, de nuevo en La Habana,
procedente de
México, le pedía que le organizara una
rueda de prensa. Se habían conocido
personalmente cuando la primera visita a
Cuba del autor de Veinte poemas
de amor y volverían a verse en su
postrera estancia cubana de 1960.
-Pablo
tenía momentos de gran efusividad y los
tenía de cierto distanciamiento, pero
era amigo del chiste y, por lo general,
muy afectuoso? dice este hombre que
conoció y trató además a Gabriela
Mistral y Miguel Ángel Asturias, dos
creadores latinoamericanos
galardonados asimismo con el Premio
Nobel. Con Gabriel García Márquez su
relación es diferente. Se conocieron
cuando el autor de La hojarasca,
muy joven entonces, vino a trabajar a la
redacción central de la agencia de
noticias Prensa Latina en
La Habana
y el legendario Jorge Ricardo Masetti,
director-fundador de
la Agencia
y que como Comandante Segundo perecería
en el intento de asentar un ejército
guerrillero en su Argentina natal, se lo
confió para que lo adiestrara. Cuando
García Márquez acopiaba datos para el
segundo tomo de sus memorias, recurrió a
Augier para revivir sus tiempos en PL.
-Almorzamos juntos hace unos días-,
expresa y reconoce que llega el momento
en que, por la fama de que gozan,
escritores como Neruda y García Márquez
deben recurrir a cierta contención, pero
que Gabo, al igual que lo hizo el
chileno, sabe permanecer fiel a sus
amigos.
En la Agencia, Augier desempeñaba la
jefatura de redacción y con igual cargo
pasó al periódico habanero El
Mundo. Ha sido un periodista de toda
la vida que pensó siempre en el libro
como destino último de mucho de lo que
escribía para diarios y revistas.
¿Y el poeta? ¿Sus méritos como estudioso
de la obra de otros poetas marginan su
valiosa creación lírica? La poesía sigue
dándosele de cuando en cuando, afirma, y
en la antología que presentará en la
Feria del Libro habrá algún que otro
poema inédito. Desde la terraza de su
casa, en el este de La Habana, se
aprecia una vista insuperable de la
costa. ¿Se inspiró desde allí para los
poemas de Todo el mar en una
ola? ?Me gusta mucho este sitio?,
responde. Desde 1932, cuando publicó su
poemario inicial con el título
de Uno, ha espaciado sus
entregas en ese campo, unas veces por
los afanes del diario vivir y siempre
porque Augier se ha consagrado a lo que
él llama ?la poesía de la acción?. Los
casi tres cuartos de siglo transcurridos
desde la aparición de esa obra son
también los 75 años de una militancia
política sostenida
sin desmayos ni grietas desde su
afiliación al Partido Comunista.
-La preocupación por
el destino histórico del país es, desde
siempre, el sustento principal de mi
vida y mi obra. A ellas les da sentido
el estudio y la exaltación del espíritu
de la nación cubana. Tuve la suerte de
adentrarme en el pensamiento de Martí en
una época en la que todavía su
proyección antiimperialista no era
suficiente conocida. La doctrina
martiana de liberación e independencia
imbrica con la tesis marxista-leninista
de
la Revolución Cubana,
lo que expongo en uno de los libros que
se darán a conocer en
la Feria. Por
eso, más allá de la despolitización, el
descompromiso y la desideologizaciones
que signaron los años 90, sigo creyendo
en la certeza del socialismo.