GRANMA
29 de Julio 2006

Ciertas voces israelíes que el eje Washington-Tel Aviv no quiere oír

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu 
http://www.granma.cubaweb.cu/2006/07/29/cultura/artic01.html

No las quieren oír, no les gusta lo que dicen ni cómo lo dicen, porque quiebran la supuesta unidad monolítica entre el ser y el deber ser. La propaganda del eje Washington-Tel Aviv, que presenta a la sociedad israelí en pleno echando a un lado diferencias para abrazar la idea de que es justa y necesaria la guerra contra Hizbolá, contra los palestinos, contra el Líbano, Siria, la resistencia iraquí y todo lo que no se avenga al concepto de la pax americana en el Oriente Medio, requiere silenciar voces molestas como las de los cineastas Avi Mograbi y Eyel Sivan, hebreos a tanta honra que no callan el repudio que sienten por las prácticas genocidas del gobierno de su país.

Eyel Sivan, destacado cineasta israelí.

Cuarenta mujeres y hombres de cine dirigieron un mensaje a sus colegas asistentes en París a la VIII Bienal de las Cinematografías Árabes, en el que suscribieron oponerse "categóricamente a la brutalidad y la crueldad de la política israelí que ha alcanzado nuevas cimas en las últimas semanas".

Mograbi, uno de los firmantes, se volvió un personaje incómodo para los medios oficiales israelíes, desde que en 1996 filmó Cómo aprendí a vencer el miedo y amar a Ariel Sharon. Mucho antes de que Michael Moore rodara los incisivos documentales Bolos por Columbine y Fahrenheit 11 / S, Mograbi desarrolló una estrategia fílmica parecida al tratar de abordar al general sionista durante su campaña electoral. La seducción ejercida por el político entre sus partidarios tiene su contrapartida en la memoria de los crímenes de Sabra y Shatila.

Un hijo del cineasta, Shaul Mograbi-Berger, se declaró en el 2004 "objetor de conciencia", al negarse a ser reclutado por el ejército israelí para formar parte de las fuerzas represivas antipalestinas.

Con poco más de 40 años, Eyel Sivan es uno de los documentalistas israelíes de mayor fama internacional. Nació en Haifa de padres uruguayos, creció en Jerusalén y vive en París. Su primer filme, Aqabat-Jaber, vida de paso, también originó acerbas críticas de los medios oficiales de su país por exponer la terrible situación de los refugiados palestinos. A partir de entonces ha rodado una decena de documentales que giran en torno a la utilización política de la memoria, la desobediencia civil y el problema de la representación y la manipulación del Holocausto.

Uno de sus filmes más importantes, aunque marginado por las transnacionales de la industria cultural hegemónica, ha sido Ruta 181, codirigido por el realizador palestino Michel Khleifi, en el cual se muestra crudamente el conflicto mesoriental. Al ser exhibido en Montevideo durante una retrospectiva de su obra, Sivan comentó al periodista argentino Hugo F. Sánchez lo siguiente:

"Hay una relación directa entre el colonialismo y el capitalismo. Si a Ruta 181 la aceptamos como una visión de lo que es el mecanismo colonialista, entonces hablamos de capitalismo, no se pueden separar. El capitalismo del lado del ejército, de la unión sagrada de la fuerza del dinero que viene de los Estados Unidos que dan al Estado de Israel, que es el primer país del mundo subvencionado por los americanos. Israel vive en una paradoja extraordinaria, la mayoría de la plata viene de otros países y no tiene casi deuda externa, porque nos pagan para ser el ejército del Occidente. No nos prestan la plata, nos pagan. Israel es el muro de contención contra los árabes, es la frontera de la cultura de Occidente. Nosotros somos seis millones y el mundo entero habla de nosotros, aunque tengamos el tamaño de Tucumán".

El filme de Sivan fue exhibido en el verano del 2004 por el canal francoalemán Arte. La reacción no se hizo esperar. Llovieron las descalificaciones, lo tildaron de antisemita y hasta recibió amenazas de muerte. A sus manos llegó un sobre con una bala adentro y una carta que decía: "La próxima no vendrá por correo".

Apenas una voz sensata y honesta se escuchó entre la alharaca condenatoria; la del prestigioso médico francés de origen hebreo Roger Salomón, quien dijo: "Todos los hipócritas que hablan de antisemitismo cada vez que se critica a Israel hacen que los judíos parezcan en verdad un grupo de presión ciego e irracional".

Sivan declaró entonces a la agencia IPS: "Los autoproclamados amigos de Israel intentan intimidar a todos los adversarios políticos acusándolos de ser nazis, para impedir así que se haga mención a cualquier política criminal israelí contra los palestinos. Esta violencia verbal, hostigamiento y chantaje con acusaciones de antisemitismo reflejan la política de Israel, que se considera más allá de cualquier principio o ley internacional".