Proyecto comunitario
Edén en la azotea
El cultivo de plantas medicinales y de
condimentos no está limitado a los grandes
terrenos. Para probarlo, un joven capitalino
imbricó a sus vecinos en un viaje a la semilla
Por: DELIA
REYES GARCÍA
nacionales@bohemia.co.cu
Fotos: EDUARDO LEYVA
foto@bohemia.co.cu
(31 de mayo de 2006)
http://www.bohemia.cubasi.cu/2006/05/31/nacionales/proyecto-comunitario.html
A
Yeikel Santos nunca le agradó la idea de
deambular por las esquinas, como a veces hacen
algunos jóvenes. Además de los estudios, a los
cuales dedicaba la mayor parte de su tiempo, él
quiso encontrar una forma placentera de
entregarse a otras actividades. Y la encontró.
Desde los 14 años se dedica a cultivar plantas
que lo mismo alivian un trastorno renal, o
aderezan una ensalada.
Pero, para
entrarle de frente a la idea, el joven tuvo que
ingeniárselas. En la casa no había terreno
disponible. En los alrededores tampoco. Durante
varias semanas Yeikel perdió el sueño. Taciturno
regresaba de la escuela, con un humor de los mil
demonios.
Un buen día, con
la vista fija en el techo se dijo: "El único
lugar que está libre es la azotea. Resulta
pequeña, pero por ahí voy a empezar".
Casi se le salen
de las órbitas los ojos a la abuela cuando el
adolescente le comentó sus planes. Algunos
vecinos comenzaron a tildarlo de loco, y reían
por lo bajito al verlo pasar. Sin embargo, nada
pudo detenerlo. Con clarividencia inusitada para
su edad, empezó a buscar colaboradores, pues
tenía claro que "no solo íbamos a sembrar
plantas, también sembraríamos cultura en cada
una de estas semillas".
Germinar entre romero y tilo
Un programa de
radio, con las certeras recetas de Vilda y Pepe
para la conservación de alimentos, puso el pie
forzado a la iniciativa juvenil. Después de
algunos contactos, el persistente Yeikel abrió
las puertas a los primeros en treparse a la
enredadera de colores y aromas del círculo de
interés Vida sana, aire puro.
|
Los
integrantes del círculo de interés
Vida sana, aire puro, asisten a las
clases todas las semanas |
Improvisadas al
principio, más documentadas en la medida en que
el joven iba nutriéndose de información sobre el
tema, fueron avanzando los encuentros, tres
veces a la semana. Un tabloide, más unos cuantos
libros -bibliografía donada por gente generosa-,
referente a la permacultura y el cultivo de
plantas medicinales y de condimento, así como de
los procesos de conservación de alimentos,
constituyeron el caldo de cultivo por donde
comenzó la aventura.
Cual buscadores de
tesoros, iban los integrantes del proyecto por
la vecindad recogiendo cuantos recipientes
sirvieran para la siembra de las plantas. Gomas
tiradas irresponsablemente, vasijas rotas, otras
adquiridas por esfuerzo propio, reposan en el
vergel de la azotea de la casa. Hasta la tierra
tuvieron que cargarla de un lugar cercano.
Los curiosos e
incrédulos los veían llegar cargados de
"tarecos", y se preguntaban "adónde iría a parar
tanto disparate". Así lo comentaron algunos
vecinos. El bodeguero recuerda que "en aquellos
momentos las bromas llovían en el barrio.
Después, cuando Yeikel comenzó las clases con
los muchachos y preparó hasta un restaurante
vegetariano, tuvimos que recoger pita. Ese joven
tiene muchísima pegada, moviliza a todos en el
barrio".
|
En la
azotea, los pequeños ayudan en el
cuidado de más de 25 especies de plantas |
Los sueños del
joven debieron sortear, además, otros
obstáculos. La azotea no podía resistir la
embestida de tantas plantas al unísono. La
humedad al regarlas podía poner en jaque la
tolerancia del techo -y de la abuela-, de por sí
ambos, con más de 50 años de aguante. Por ello
tuvo Yeikel que adentrarse en las exigencias de
la permacultura, sistema de diseño aplicado
tanto al medio rural como urbano, bajo el prisma
de la creación de ambientes humanos
-ecológicamente sostenibles y viables.
Después de
impermeabilizado el techo con esfuerzos propios,
las cosas comenzaron a coger su cauce. Cada
latica, goma o maceta encontró su espacio. Y
allí comenzaron a germinar los gajitos de
albahaca, tilo, romero, orégano, ruda,
acerola... Hoy suman más de 25 variedades
traídas del jardín botánico, del patio de Vilma
y Pepe, de casa de alguno de los vecinos. Estas
plantas están abonadas con la perseverancia del
grupo.
La tapa al pomo
La inquieta
imaginación de Yeikel no se contentó solo con
esto. Atrevido, degustó el complicado universo
de la conservación de hortalizas y frutas. "En
algunas estaciones no hay quien encuentre
determinados vegetales que solo se cultivan una
vez, o dos al año", afirmó con aire de quien
acaba de revelar un importante secreto.
|
Sara y
Yeikel develan los secretos de la
conservación |
"Las primeras
conservas fueron un desastre." Nunca lo había
confesado. La práctica y la documentación sobre
este proceso lo ayudaron a salir del aprieto.
"El pomo debe esterilizarse bien, el producto se
echa caliente, luego es cubierto por almíbar
caliente. Si se trata de alguna fruta, sacamos
el aire al pomo, después lo colocamos en baño de
María durante 10 ó 15 minutos. Y ahí tienes una
conserva que puede durar hasta más de un año",
sentencia el adolescente con una simpática
sonrisa de triunfo.
Este proceso se
incluye en las clases a los pequeños, en las que
participan solo como observadores. Pero los
pasos a seguir se los saben al dedillo. Daniela,
fiel discípula, se regodea cuando explica la
sinopsis del dulce de fruta bomba. "A mi papá le
encanta, cuando crezca un poquito más yo misma
seré quien se lo prepare."
|
"Con
estas conservas garantizamos tener las
frutas todo el año", explicó el joven |
Sin embargo, no
solo los niños aprenden. También los adultos
visitan semanalmente el taller. Sara León,
anciana elocuente de 85 años, asegura que
aprendió a enfrentar la cocina después de su
incorporación al proyecto. "No tenía idea del
múltiple uso de las plantas, aquí lo aprendí.
Antes, cuando me acatarraba, iba para el médico
corriendo, ahora nada más estornudo, me preparo
un té de acerola. Es una de las plantas que más
vitamina C contiene", enfatiza con una sonrisa.
Yeikel le acaricia
la nívea cabeza. "¿Por qué no le damos a probar
un poco del dulce de coco que tenemos en el
estante?" Sara se dirige a la cocina.
Aprovechamos para continuar la charla.
Incienso abre caminos
El proyecto
Vida sana, aire puro, fue declarado de
referencia nacional y por la constancia
(incluida la participación de la comunidad), les
entregaron un solar yermo de 24 metros
cuadrados. "Está algo alejado de nuestras
residencias, pero no había otra opción. Lo
importante es que ya tenemos la posibilidad de
multiplicar las variedades e incorporar a muchos
otros al círculo." Un relámpago pasa por los
ojos del joven. Pienso: se le habrá ocurrido
sembrar manzanas, por qué no. Para él nada es
imposible.
|
|
Yeikel
abrió una ventana al vergel |
Los más
pequeñitos también aprenden |
Sara interrumpe,
acompañada de la distinguida abuela del
muchacho. Traen los platos del dulce y un
apetitoso refresco de guayaba. La boca se
deleita, mientras de la del joven brotan las
últimas notas de la entrevista. "Terminé el
técnico medio en Gastronomía. La tesis de curso
la realicé sobre esta temática. Me gustaría
hacer la licenciatura en la especialidad de
Nutrición y Dietética. Tenemos un infinito de
cosas que aprender." |