El regreso de Superman

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
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http://www.granma.cubaweb.cu/2006/07/15/cultura/artic01.html

Casi veinte años después de su último vuelo fílmico, Superman ha vuelto a planear sobre medio mundo, primero en un millonario derroche propagandístico, y luego en el filme de Brian Synger, que tras triunfar en los Estados Unidos exige derechos prioritarios en carteleras de los cinco continentes.

Surgido como cómic en 1938, son unos cuantos los que en sus comienzos de vida conocieron primero las hazañas del volador de la capa, que las de sus respectivos próceres (A ratos, pueden leerse quejas de educadores norteamericanos, en cuanto a que Superman es citado demasiado frecuentemente por los escolares cuando se les pide nombrar a figuras históricas).

Superman marcó el inicio de una larga cadena de superhombres que lo imitaron, tras cobrar vida primero en el cómic y luego en el cine. Desde siempre fue un éxito económico y sirvió de base para no pocos estudios teóricos, interesados en relacionar la sociología del gusto con los valores ideológicos que, a todas luces, se desprendían del personaje.

En 1964, Umberto Eco dio a conocer su célebre ensayo sobre El mito Superman, según el cual el personaje no podía consumirse porque un mito no se extingue. Desde entonces han transcurrido más de cuarenta años y el almanaque (hasta el momento) parece haberle dado la razón.

Como el Aquiles cantado por Homero, Superman ha resquebrajado desde la ficción las estructuras del tiempo y quizá hasta haya superado (¡en menos de setenta años!) las heroicidades milenarias del héroe de Troya. Su presencia, cargada de "enseñanza moral", puesta en función "del orden instituido", constituye la mejor parábola mitológica, versión siglo XXI, que como es de imaginar no pudiera existir sin la complicidad de un fenómeno típico de la sociedad que le dio vida: economía de consumo, al galope, y llevando sobre el lomo los mágicos resortes de la televisión, el cine, la literatura, la publicidad en su dimensión más abarcadora y con ella, los modelos impuestos por una ideología que, aunque a veces se disfrace, está muy bien delineada.

¿Pero cuánto de malo pudiera haber en un hombre que persigue criminales, salva aviones y patrulla su cielo particular para garantizar el sueño de "los buenos americanos"? ¿Un buen muchacho que desde su patria adoptiva lucha también contra extraterrestres y que incluso durante la Segunda Guerra Mundial se dio un saltico al frente?

Superman, al igual que otros superhombres aupados por esa mitología de la acción tan cara a Hollywood, está al servicio de una "Pax americana" que el sistema exige, en materia de héroes clásicos, inconmovible.

Buenos contra malos, pero malos tradicionales, de cartón, muy lejos de las flores de pantano bajo cuyas sombras crecen hoy las iniquidades más innombrables.

Algo que Superman, no obstante su visión de rayos X, no ve, porque aunque vuela, está encerrado en un arquetipo que solo admite cambios de matices a tono con los tiempos.

Brian Synger, autor de la recordada Sospechosos habituales, es un buen director y su El regreso de Superman, realizada a un costo que superó los 200 millones de dólares, no solo reelabora con eficiencia de efectos especiales las fórmulas afines al héroe, sino que le impregna una psicología más humana y romántica. La película está concebida para satisfacer a viejos amantes y para atraer a otros nuevos, a partir de conmovedores recursos dramáticos relacionados con el héroe y contrastantes con los peligros representados por un personaje que, aunque no se diga, tiene mucho de terrorista.

Pero aunque este Superman lleva poco tiempo en taquilla, hay algo importante que no escapa al ojo de los observadores, porque constituye una vieja y subyacente tesis, ahora reforzada como nunca antes y que tiene que ver con la "misión religiosa" y evangelizadora que se le concede, una tarea mesiánica que desde hace rato se atribuye también un alto dignatario de su tierra.

Un resucitado Marlon Brando, en el personaje de Jor-El, padre de Superman, le dice con aire místico (y lo reitera a lo largo del filme) que envía a su único hijo a la Tierra para iluminar el sendero de la humanidad... "por esta razón fuiste enviados a ellos, único hijo...". Y mientras Luisa Lane, la periodista y enamorada, ahora con un hijo, escribe que "el mundo no necesita un salvador", Superman deja claro que sin él y su omnipresencia, destinada a darle esperanza al oprimido, ese mundo se vendría abajo (cualquier semejanza... ya se sabe).

El regreso de Superman, a diferencia de las otras cintas del superhéroe, resulta una película más suave y hasta enternecedora. También la más significativa en cuanto a sacar a flote, mediante los atributos del personaje, añejas encomiendas nacionales, enajenaciones de por medio.

Habría que ver si el director se lo propuso, o diversas casualidades se combinaron en el filme para despertar las suspicacias de aquellos que en el mundo han comenzado a debatir, mientras Superman se empeña en seguir protegiéndonos.