Somos Jovenes
Agusto 2005             
Lealtad y amor
Por Yolanda Fuentes y Luis Marín

http://www.somosjovenes.cu/index/semana21/lealtamor.htm

Ethel y Julius Rosemberg.
El asesinato de los esposos Rosemberg no será olvidado nunca por la Humanidad.

A propósito del 19 de junio, la fecha invita a rendir un homenaje de respeto y saludo a la valentía y lealtad de una mujer que ese día del año 1953 dio a su esposo, sus hijos y al mundo la más alta prueba de lealtad a costa de su propia vida.

Ethel y Julius Rosemberg murieron en la silla eléctrica aunque millones de hombres y mujeres en toda la Tierra, representantes de la más diversas creencias religiosas o militancia política, habían tratado inútilmente de advertir a la dirigencia norteamericana que la Humanidad no olvidaría el crimen que iban a cometer.

Era la época de la “caza de brujas”. Estados Unidos se creía único poseedor del secreto atómico, y cuando el avance científico mundial puso de manifiesto que otra potencia también lo conocía, el tío Sam lanzó la versión del robo del secreto y buscaron al supuesto espía que había traicionado al país.

Así fueron acusados del delito de traición los esposos Julius y Ethel Rosemberg, y sentenciados a morir en la silla eléctrica.

Ethel creció en una familia obrera judía, en un medio humilde en Nueva York. Tenía varios sueños: ir a la Universidad, convertirse en cantante y actriz. Pero la pobreza la obligó a trabajar como oficinista.

Julius creció en un ambiente parecido al de Ethel, vivían en el mismo vecindario y asistieron a la misma escuela, aunque sólo se conocieron años después, cuando Julius estudiaba Ingeniería. Se casaron el 18 de julio de 1939. Su primer hijo, Michael, nació en 1943, y Roddy en 1947.

La primera experiencia revolucionaria de Ethel fue en 1935, cuando participó en la organización de una huelga para lograr derechos sindicales. Julius, por su parte, fue uno de los miles de norteamericanos que lucharon a favor de la República Española en 1939.

Ethel y Julius estuvieron ligados intensamente a esas actividades: asistieron a mítines, hicieron circular peticiones exhortando al gobierno de Estados Unidos a tomar partido contra la rebelión franquista y recaudaron fondos para la lucha antifascista.

Tras ser condenados, ambos fueron trasladados al pabellón de la muerte de la cárcel de Sing Sing.

A principios de 1953 corrieron rumores de que a Ethel se le conmutaría la pena máxima con la esperanza de que confesara ante la muerte de su esposo. Enterada ella de esos comentarios, le escribió a Julius: “En estas últimas semanas un horrible comentario ha estado gancho terreno. Se esparce fortuitamente el rumor de que van a conmutar la pena de muerte en virtud de consideraciones humanitarias por mi condición de mujer y madre, mientras mi esposo habrá de ser electrocutado: además se espera con confianza que, de darse una situación de esa índole, “mis secretos de espía no morirían conmigo (…) ¡Así que ahora me van a perdonar la vida a cambio de la de mi esposo!
Solo necesito asirme a la cuerda que tan caballerosamente me han arrojado y dejarlo ahogarse sin siquiera lanzarle una mirada. ¡Qué diabólico!” sí esta heroica mujer dio una prueba imborrable de lealtad y amor.

El crimen que significó la ejecución de los esposos Rosemberg no ha sido olvidado por la Humanidad.