A hunger strike in Cuba

Pascual Serrano - Rebelión

www.pascualserrano.net/ 
April 10, 2006
A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann 
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=29694

Translation posted June 26, 2006

 
A hunger strike undertaken by Cuban psychologist Guillermo Fariñas in a hospital of Villa Clara province has been the object of widespread media coverage. Presented as a journalist employed by anti-Castro agency Cubanacán Press, he has been on strike since January 31 to demand, as he wrote to the Cuban president, “that Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, S.A. install an Internet connection at my home, as it has for a privileged few from the Government”.

Fariñas’s case is portrayed by worldwide media as an example of the Cuban government’s cruel and repressive nature. His impact has been such that browsing around Google news websites revealed that in the last month his demand and subsequent hunger strike appeared in 97 reports in Spanish. Extending our inquiry to cover the whole Google search engine proved there are 131,000 links to Guillermo Fariñas, mostly focused on his strike.

His demand for access to the Internet has been addressed by many, ranging from the UN High Commissioner for Refugees in his website to numerous political organizations which have raised this issue in countless institutions. In Spain, Partido Popular discussed it as part of a bill in the Chamber of Deputies.

Data reported at the Information Society Summit have it that 85% of the world’s population have no access to the Internet. Of over 6.350 million people, less than a sixth, that is, a billion people, used the Internet in 2005, according to a research by the U.S. consultancy firm Morgan Stanley quoted by EFE news agency on December 28. In Black Africa, only 1% of people are users, very few of them women. Further, a mere 0.6% of Latin Americans can surf: 4.6% in Mexico; 0.7% in El Salvador; 0.04% in Nicaragua, and 0.03% in Honduras. And there’s more: India, 1.6%; Indonesia, 1.8%, and Russia, 4.2%.

On the other hand, it is obvious that these few citizens in southern countries may have the Internet just because they own a telephone line, live in places with the necessary infrastructure, and can afford the corresponding rates charged by telecommunication companies. In short, they have not been granted access to the Net by the State at their request on the basis of its use being a fundamental item in the Universal Declaration of Human Rights, as the Cuban Guillermo Fariñas is demanding. In his last communiqué, Fariñas remarked: “I have taken no food or water for 47 days pending the installation of the Internet in our home, in line with Articles 19 and 27 of the Universal Declaration of Human Rights”. It is clear that the said Declaration was anything but specific regarding the Internet since it was drafted in 1948, long before the Internet was invented.

From the above figures one can conclude that there are plenty of citizens worldwide –over 5.5 billion– deprived of the right Fariñas is demanding from the Cuban government and for which he became a hunger striker. I wonder how the governments –and the media– would react in Honduras, Senegal, India or even Spain or the United States, should one of their subjects ever write a letter to the President with threats of going on a hunger strike if home-based access to the Internet is not provided to him at once. Many of them, however, are more likely to write other letters before that one to ask for a home, electricity service and a telephone line in the first place.

Besides, to me it seems only reasonable that there are other priorities in a world where forty thousand children die of hunger and curable diseases every day. And so it is to the Cuban government, and that is why Fariñas has a roof, was able to study and is being taking care of in a hospital even if he has no Internet at home.

I’m afraid that if we look in the media for the name of one of those citizens comprised in the 20% of people in Ghana who have no electricity, or that of a child among the 115 million children around the world who are denied an education, or one of the 854 million adults who can’t read or write or the hundred million homeless people, we would find none.

If an African living in a refugee camp at Darfur undertook a hunger strike to demand the Sudanese government to install the Internet in his tent, we can guess how many newspapers would publish his name and how many political and human rights organizations would hit the ceiling as they have about the Cuban Fariñas’s case.

It may sound cruel to make these comments about someone who is said to have spent more than two months without eating or drinking. But to my mind those are more cruel who try to convince the world that the human rights problem facing our society is the provision of access to the Internet, or lack of it, at this man’s home. In other words, they blame the Cuban government.



 

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10-04-2006

 

Una huelga de hambre en Cuba


 

Pascual Serrano

Rebelión

Es de gran repercusión en los medios de comunicación la huelga de hambre que está llevando a cabo el psicólogo cubano Guillermo Fariñas en el hospital Villa Clara Presentado como un periodista de la agencia anticastrista Cubanacán Press, lleva en huelga de hambre desde el 31 de enero exigiendo, según su escrito dirigido al presidente cubano, “que se me instale por parte de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba SA, como lo hacen con los privilegiados del gobierno, un acceso directo a Internet desde mi hogar”.

El caso de Fariñas es presentado en los medios de comunicación del mundo como un ejemplo de la crueldad y de la represión del gobierno cubano. Su repercusión es tal que si consultamos en el buscador de noticias de google, su demanda y su huelga de hambre aparece en 97 informaciones en español en el último mes. Si la consulta es en todo el buscador Google, Guillermo Fariñas aparece con 131.000 accesos, la gran mayoría recogiendo la noticia de su huelga de hambre.

La exigencia de Fariñas, “que se me instale por parte de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba SA un acceso directo a Internet desde mi hogar”, ha sido recogida desde por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en su página web, hasta numerosas organizaciones políticas que la han llevado a innumerables instituciones, recientemente el Partido Popular la planteó en una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados español.

Según datos manejados en la Cumbre de la Sociedad de la Información, el 85 por ciento de la población mundial no tiene acceso a internet. De una población mundial de más de 6.350 millones de personas, menos de la sexta parte, mil millones, utilizaron internet en el año 2005, según datos de un estudio de la consultora estadounidense Morgan Stanley citados por la agencia Efe en un teletipo del 28 de diciembre. En el Africa negra sólo un 1% de los habitantes son usuarios, entre ellos muy pocas mujeres. Si observamos en América Latina, tiene acceso a internet sólo el 0,6 por ciento de la población; en México, el 4’6 por ciento; en El Salvador, el 0,7; en Nicaragua, el 0,04; y en Honduras, el 0,03 por ciento. En la India, es el 1,6 por ciento; en Indonesia, el 1,8 por ciento y en Rusia es el 4,2 por ciento de los ciudadanos el que accede a la red.

Por otro lado, es evidente que estos pocos ciudadanos que puede utilizar internet en los países del sur, lo hacen porque poseen línea telefónica, viven en lugares con las infraestructuras necesarias y pagan las correspondientes tarifas a las empresas de telecomunicaciones. Es decir, no se lo ha puesto el Estado a petición propia alegando ser un derecho fundamental incluido en la declaración universal de los Derechos Humanos, tal y como exige el cubano Guillermo Fariñas. En su último comunicado, Fariñas recordaba que “se encuentra en huelga de hambre y de sed hace 47 días porque se nos instale en nuestra casa Internet basado en los artículos 19 y 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos”. Es evidente que esa declaración universal no era muy específica con internet puesto que se redactó en 1848, bastantes años antes de la existencia de la red.

Observando estos datos podemos concluir que son muchos los ciudadanos del mundo -más de 5.500 millones-, los que no disfrutan del derecho que Fariñas exige al gobierno cubano y por el cual está en huelga de hambre. Me pregunto cómo reaccionarían los gobiernos –y los medios de comunicación- de Honduras, Senegal, la India o incluso el de España o Estados Unidos, si uno de sus habitantes un día escribiera una carta dirigida a su presidente diciendo que inicia una huelga de hambre exigiendo que le pongan internet en casa. Aunque supongo que muchos, antes deberán escribir otras cartas pidiendo casa, electricidad y línea de teléfono.

Por otro lado, a mí me parece razonable que en un mundo donde mueren cuarenta mil niños cada día de hambre y enfermedades curables, sea más urgente atender estas necesidades. Es lo que parece que también piensa el gobierno cubano y por eso Fariñas tiene casa, pudo estudiar y es atendido en un centro hospitalario aunque no se le instala internet en su domicilio.

Me temo que si uno buscase en los medios de comunicación el nombre de alguno de los ciudadanos que integran ese veinte por ciento de habitantes de Ganha que no tienen corriente eléctrica, el de alguno de los 115 millones de niños en el mundo que no tienen acceso a la educación, de los 854 millones de adultos en el mundo que no saben leer ni escribir o los cien millones que viven sin techo, no encontraría ninguno.

Podemos imaginar en cuantos medios de comunicación se publicaría y cuantas organizaciones políticas y de derechos humanos se movilizarían como lo han hecho por el caso del cubano Fariñas, si un africano de un campo de refugiados de Darfur se pusiese en huelga de hambre para exigir al gobierno de Sudán que le ponga internet en su tienda de campaña.
Puede parecer cruel hacer estos comentarios sobre un persona que lleva, según dicen, más de dos meses sin comer ni beber. Pero a mí me parece más cruel quienes quieren convencerle al mundo que el problema de derechos humanos que enfrenta nuestra sociedad es la instalación de internet en la casa de este hombre, o sea, el gobierno de Cuba.

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