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Tom Hayden: De Vietnam a
Iraq
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Encarcelado
por entrar a la Convención Nacional Demócrata de
1968 para protestar contra la Guerra en Vietnam,
ahora Tom
Hayden, escritor de la revista The Nation, sigue
siendo un eterno inconforme
Nyliam Vázquez García
nyliam@jrebelde.cip.cu
http://www.jrebelde.cu/2006/abril_junio/junio-11/mundo_tom.html
No es casualidad que Leonard
Weinglass, abogado defensor de los cinco cubanos
presos en cárceles norteamericanas, sea el mismo que
hace cuatro décadas lo defendiera en el famoso caso
de los Siete de Chicago. Entonces, fue uno de los
jóvenes encarcelados y procesados por entrar a la
Convención Nacional Demócrata de 1968 para protestar
contra la Guerra en Vietnam. Ahora escritor y
columnista de la revista de The Nation, Tom Hayden
sigue siendo un eterno inconforme.
«Un
día en Albert, Michigan, cuando yo era estudiante,
vino la esposa del presidente sudvietnamita a hablar
al campus, se llamaba Madame Lhu. Por esos días,
unos monjes budistas se habían inmolado con fuego en
Saigón. Cuando le preguntaron sobre el incidente,
ella hizo un chiste sobre la carne asada y los
monjes budistas prendiéndose fuego, pensando que era
gracioso. Esa fue la primera vez que le presté
atención al coraje y el heroísmo de los vietnamitas,
quienes eran capaces de quemarse a sí mismos para
enviar un mensaje a la gente como yo en los EE.UU.
El hecho de que esta señora fuese tan insensible,
tan aristocrática, me causó un gran impacto».
Las
imágenes son tan vívidas que es posible distinguir
en él los estados de ánimo de entonces.
«Parece que fue hace mucho tiempo, 1969 —recuerda de
aquel proceso de Chicago—, el juez pensó que
ordenando nuestra prisión, el movimiento terminaría.
Pero usted ve, casi 50 años después, el proceso
sigue presente en películas y libros. De modo que se
convirtió en un punto de viraje en los 60. Fue como
una obra de teatro en la que había de todo: un
luchador negro, un hippie, un viejo, un pacifista,
un activista anti-Vietnam. Fue una mezcla de casi
todo, aunque no había ni chicanos, ni cubanos, ni
mujeres. Pero ellas sí estuvieron representadas en
las protestas».
LA
REVOLUCIÓN DE ESTA GENERACIÓN
El
otrora líder estudiantil estadounidense, quien hoy
sigue en la lucha contra las nuevas guerras de
Washington, considera imprescindible «trasladar las
memorias de Vietnam a las nuevas y futuras
generaciones; contarles del desastre que dejó miles
de muertos, y campos llenos de bombas sin explotar.
«Me
encuentro con padres que luchan contra la guerra en
Iraq, que les dicen a sus hijos que no escuchen a
los reclutadores militares, y me pregunto si ellos
pasaron por la experiencia de Vietnam. Esa
experiencia no está muerta, aunque parece invisible.
Pero la ves en las familias que marchan, que gritan
contra los reclutadores en nombre de sus hijos».
A su
juicio, el hecho de que ahora el alistamiento sea
voluntario, es una diferencia fundamental con los
60. «Cuando estaba en la escuela, sabías que si eras
joven estabas en una lista y te podrían enviar a
matar. Eso te hacía pensar, crecer muy rápido. Yo
podía ser enrolado en la guerra, pero no podía
votar».
Si bien ahora los estudiantes no
están en la primera línea de las protestas
antibélicas, participan. «Si vas a una gran
demostración en Nueva York, podrás encontrar que
cerca de la mitad son estudiantes de clase media, de
clase trabajadora. Tenemos lo que pasó en
Seattle en 1999, en las manifestaciones contra la
OMC en Québec, Cancún y Génova. Allí todo el mundo
era joven. Esto, a la vista de mi generación, fue un
acto original de revolución. No fue el acto de otras
generaciones, fue el acto de esta generación.
«Todas
estas llamadas ‘confrontaciones aisladas’ fueron
protagonizadas por jóvenes opuestos al orden mundial;
por jóvenes muy originales: artistas, militantes,
luchadores con ideas políticas propias.
«El
problema actual es que es difícil pelear en dos
frentes, y ahora tenemos el rechazo a la guerra en
Iraq, y el frente anti ALCA y OMC. Mi esperanza es
que todos se unan en las protestas por los derechos
de la gente pobre, de los campesinos, de los
indígenas y contra las intervenciones militares en
Iraq o en Venezuela. Que los dos movimientos se
conviertan en uno.
«También el 30 por ciento de los soldados de EE.UU.
en Iraq quieren la retirada ahora. En los 60
teníamos esas confrontaciones, una especie de
pequeña guerra civil: jóvenes versus jóvenes, los
policías reprimiendo a los pacifistas. Ahora, es
como si al menos la opinión pública estuviese a
favor de dos cosas: detener la guerra y hacer algo a
favor de los países del Tercer Mundo, sobre todo por
América Latina, enfrentándose a los acuerdos
comerciales de la OMC».
LAS
VIDAS TRUNCAS Y EL SUEÑO
Hayden hace confesiones mientras revela algunos de
los resultados de sus investigaciones.
«Quiero
ser recordado por mi implicación en el movimiento.
Ahora estoy muy interesado en las filmaciones, obras
y libros que se están haciendo sobre el tema. He
escrito libros sobre historia, sobre el medio
ambiente, sobre las bandas callejeras.
«Creo que esas bandas son un diseño
de la corrupción del sistema en los EE.UU. Tenemos
150 000 pandilleros solo en California. Es una gran
cifra. Hay bandas de emigrantes, de negros, de
chinos... Son gente que podrían tener ideas
revolucionarias, que podrían organizarse.
«Algunos
de ellos salen a la calle con la gente pobre, van a
Iraq. Luego se unen a una banda, van a prisión. En
el condado de Los Ángeles hay 93 000 jóvenes de
entre 18 y 25 años en las calles, sin trabajo y sin
escuelas. En California, son 468 000 jóvenes sin
empleo. Todo esto tiene mucho que ver con los
recortes en los programas de ayuda social y la
retirada de inversiones privadas en las zonas más
pobres: las inversiones se están concentrando en las
zonas más ricas.
«Muchos
de ellos se incorporan a bandas, esas bandas se
globalizan, y hay algunas que están en más de un
estado y tienen seguidores en Colombia, Jamaica, El
Salvador y Brasil».
CUBA LINDA
«Linda», responde escuetamente Tom Hayden, cuando
evoca la palabra «Cuba», y deja un mensaje especial:
«Cuba es un símbolo de resistencia al neoliberalismo
y al unilateralismo. Allá la gente tiene un gran
respeto por la resistencia independiente de Cuba.
Simplemente porque no tenemos muchos norteamericanos
que defiendan sus creencias sin importar el precio.
Cuba está dando un ejemplo de eso. Admiramos el
romanticismo revolucionario de los cubanos. Fidel
Castro también es un símbolo.
«Es
muy bueno que, comparando con la época en que venía
aquí, en los 60 o los 70, ahora toda Latinoamérica
es solidaria con Cuba. La Isla tiene muchas
simpatías, buenas relaciones políticas, culturales y
de todo tipo. Cuba ya no está aislada». |