June 7, 2006
Una misma voz en Palestina

Luis Luque Álvarez
luque@jrebelde.cip.cu

http://www.jrebelde.cu/2006/abril_junio/junio-7/unamisma_mundo.html

Que un francotirador israelí apunte desde su escondrijo contra un civil palestino desarmado, y que lo derribe sin causa justificada, indigna. Pero que un palestino apriete el gatillo contra otro de su sangre, de su cultura, de sus mismos desarraigos, entristece profundamente.

Desde que el Movimiento de Resistencia Islámica (HAMAS) llegó al gobierno palestino en marzo pasado, hemos asistido a enfrentamientos de este tipo. Choques fratricidas, que no son nuevos, pero que en el actual contexto de aislamiento y asfixia financiera que desean imponer Israel, EE.UU. y la Unión Europea al pueblo palestino, han arreciado y alejan aún más la consecución de un Estado árabe en Tierra Santa.

La incompatibilidad entre el presidente Mahmud Abbas, del movimiento Al Fatah —fundado por el extinto líder Yasser Arafat—, y el gabinete de HAMAS, encabezado por el primer ministro Ismail Haniyeh, es aprovechada en primer lugar por Israel, según la máxima cesariana de «divide y vencerás». Si hay parálisis en casa del vecino, si allí no se ponen de acuerdo, es signo de que no son buenos interlocutores. No hay con quién hablar, se «lamenta» Tel Aviv, que entretanto, continúa expandiendo sus colonias ilegales en Cisjordania y Jerusalén Oriental.

Palpablemente, es hora de cesar las peleas callejeras entre hermanos, y hablar un mismo lenguaje, tener un mismo objetivo. Integrarse sólidamente, si no se desea que el Estado sionista acabe engullendo silenciosamente lo poco que va quedando de tierra palestina.

A ello va dirigido el texto Por la Reconciliación Nacional, suscrito por luchadores árabes hoy presos en las cárceles israelíes. El secretario y diputado de Al Fatah, Marwan Barguti; el jeque Abdul Khaleq al-Natsheh, de la dirección de HAMAS, así como altos dirigentes de Jihad Islámica, el Frente Popular de Liberación de Palestina y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina, rubrican el documento.

En este se valida la continuación de la lucha armada contra la ocupación militar israelí, pero se deplora el empleo de las armas para dirimir las diferencias entre palestinos —«queremos subrayar la santidad de la sangre palestina, y que el diálogo es el único medio para resolverlas», apunta. Asimismo, señala que la resistencia contra el invasor ha de hacerse en las áreas ocupadas desde 1967 —en este momento Cisjordania y Jerusalén Oriental—, lo que implica el reconocimiento de la existencia de Israel en el resto del territorio.

Tal es precisamente uno de los puntos que el gobierno de HAMAS se ha negado a aceptar; no así Al Fatah. Pero el Estado judío —a pesar de la injusticia que supuso desahuciar a 700 000 palestinos— está ahí desde 1948, y no es posible desentenderse de esa realidad. En cambio, las fronteras de 1967, transgredidas por Tel Aviv, sí aparecen como una meta más al alcance, mientras más temprano se revierta la colonización israelí.

Los palestinos han de hacer causa común inmediatamente. El presidente Mahmud Abbas ha propuesto a Haniyeh la aceptación del que ya se conoce como el «plan de los prisioneros», y en caso contrario, prevé buscar su aprobación en un referéndum.

De alguna forma, por alguna vía, la unidad debe venir ya.