JUVENTUD REBELDE

Resistencia multinacional en Afganistán
http://www.jrebelde.cu/2006/abril_junio/junio-6/mundo-resistencia.html

A pesar de divergencias internas, la rebelión masiva contra las fuerzas extranjeras crece en el país centroasiático y corresponde a una decisión del pueblo afgano, agrupado en talibanes y "otros grupos desconocidos", aseguran los especialistas.

María del Carmen Solana
internac@jrebelde.cip.cu

A casi cinco años de la ocupación de Afganistán por las fuerzas conjuntas de Estados Unidos y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), la resistencia se organiza, crece y se amplía por todo su suelo. Concentrada inicialmente en las zonas sureñas y limítrofes con Paquistán, hoy se expande en todas direcciones.

La característica fundamental del actual movimiento insurgente en Afganistán es su progresiva radicalización como movimiento musulmán-emancipador al que se suman guerreros de varios países y organizaciones. En 2006, la guerrilla talibana, junto con otras agrupaciones, históricas y nuevas, se está consolidando como frente regional contra la dominación foránea y sobre todo, contra los Estados Unidos de América.

La oleada guerrillera va tomando control sobre varios puntos clave como Helmand, Ghazni, Urgzan, Kandahar, Kunar y Kabul; el blanco inmediato es el ejército de ocupación y el Ejército Nacional Afgano (ANA); las zonas fuera del alcance de las tropas extranjeras se encuentran bajo el dominio de la resistencia, y en aquellas áreas donde la guerrilla aún no se ha consolidado, también se están registrando violentos enfrentamientos. Tales son los casos de las provincias de Farah, Nimroze o de la occidental Herat, limítrofe con Irán.

Interesantes son las apreciaciones recogidas por la publicación especializada Asia Times, en las que se afirma que «…cuando este tipo de resistencia masiva se desata, ello significa que es una decisión colectiva de los afganos». Más adelante explica que el talibán es apenas un grupo, otro es el Hizb-i-Islami de Gulbuddin; también puede encontrarse la milicia de Yunus Khalis, amén de lo que ahora se denomina como «otros grupos desconocidos». No es posible obviar en este contexto, además, la formidable fuerza de las más variadas agrupaciones tribales de corte religioso-militar.

En suma, se trata de la típica rebelión afgana, en la que cada fuerza defiende y domina un territorio de manera prácticamente autónoma, pero en unidad de propósitos con el resto. Esta peculiaridad es sobresaliente en la historia de Afganistán y cada vez que tal «concertación nacional» irrumpe, solo queda esperar la lucha a muerte contra el extranjero. Ello, a pesar de una segunda característica, marcada por la eventual discordia interna entre los caudillos de las distintas regiones afganas.

Manifestantes afganos se enfrentaron la pasada semana en Kabul a las tropas estadounidenses. Foto: AP

Lo que viene a ser un tercer rasgo, por demás con algunos componentes nuevos, es la participación de grupos y de organizaciones regionales e internacionales en la consolidación del amplio movimiento de resistencia afgano.

La famosa Línea de Durand, tramo de frontera entre Paquistán y Afganistán, es hoy una ruta muy segura para el movimiento de los guerrilleros. Los 80 000 efectivos paquistaníes que patrullan la zona han probado ser insuficientes para detener el tránsito diario de hombres y armamentos e incapaces de impedir la organización de la población en torno a los Consejos (Jirgas) en los que se demanda la guerra santa contra el invasor. «Luchar hasta el último hombre y la última bala» es la decisión.

Ello es interesante y conviene subrayarlo; una buena parte de la población paquistaní no solo apoya el celo afgano por su soberanía, sino que comparte de manera creciente el sentimiento de odio hacia el invasor extranjero personificado en «América» como el símbolo de la perversión. Esta tendencia que parece estar afirmándose, sobre todo desde 2005 y 2006, deberá ser observada para medir, entre otros, los rumbos de la situación interna en Paquistán, país que celebrará en 2007 las elecciones generales.

Como se advierte, el movimiento talibán está dando signos de una vitalidad renovada con la reorganización de sus filas en torno al mullah Omar y al legendario comandante Jalaluddin Haqqani. Como fenómeno nuevo, los talibanes parecen haber devenido especie de organismo sombrilla al que se suman otros grupos, y una buena cantidad de sus jóvenes guerreros podrían haber sido entrenados por la resistencia iraquí, según afirmaba un reciente artículo de Asia Times, firmado por Syed Saleem Shahzad. 

Llama la atención la especial condición de Waziristán, zona fronteriza de Paquistán con Afganistán, en la que concurren las fuerzas talibanas y numerosos guerreros de antiguas organizaciones de la llamada militancia santa paquistaní proscritas en la actualidad, así como mujaidines de todas las latitudes. Tanto en el norte como en el sur de este territorio, se ha constituido una especie de «Dominio Islámico» bajo liderazgo talibán y otras fuerzas aliadas, entre estas Al Qaeda. Los reportes del análisis mencionado indican que en el norte de Waziristán se concentran cerca de 27 000 efectivos, y en el sur 13 000; igualmente, suman cerca de cien las escuadras suicidas.

Del lado afgano de la muy porosa frontera, la revuelta talibana tiene su centro en las sureñas provincias de Zabul, Helmand y Kandahar, muy próximas a la porción suroccidental de Paquistán.

Interesa destacar un comentario que aparece en la edición de la BBC del 30 de mayo de 2006, en la que se señala que luego de ser aplastados en 2001, los talibanes encontraron refugio seguro en las provincias paquistaníes de Baluchistán y en la Provincia de la Frontera del Noroeste. Han podido establecer un centro principal de logística, campos de entrenamiento, obtener fondos y reclutar libremente a soldados en las madrasas (escuelas coránicas) y campos de refugiados. Al Qaeda ha ayudado a los talibanes a reorganizarse y a formar alianzas con otros grupos rebeldes de Asia Central y del mismo Afganistán.

En un artículo aparecido en Eurasia Net se habla de la «iraquización de la insurgencia afgana» como un fenómeno que no es casual. Las referencias indican que militantes islámicos árabes entrenados en Iraq trabajan como asesores en campos de entrenamiento ubicados en la frontera con Paquistán. Quizá como complemento, Asia Times señala los crecientes vínculos entre los talibanes y el Jaishul Islam al-Iraq (Ejército islámico de Iraq). Se dice que el grupo concerta sus actividades con otras organizaciones, entre estas Ansarul Sunna y Al Qaeda.

El 22 de mayo de 2006, un despacho de una agencia noticiosa iraní, IRIN News, deplora el deterioro creciente de la situación en Afganistán y refiere la preocupación de las Naciones Unidas por la escalada de violencia que, tan solo en la penúltima semana de ese mes, dejó un saldo de más de 300 muertos. Cita al vocero de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Kabul (UNAMA), Adrian Edwards, quien advirtió de un número superior de ataques por venir y de la necesidad de un mayor énfasis en la cooperación regional para revertir «la progresiva talibanización y creciente insurgencia, tanto en Afganistán, como en Paquistán».

Subraya también el análisis: «Aquí el punto más importante es que el futuro de Afganistán es el futuro de la región; ambos son inseparables. Si no se enfrenta la situación regionalmente, es en extremo difícil resolverla internamente». Unos días después, el 30 de mayo, el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, afirmó que la estabilización de la misión de los aliados transatlánticos en Afganistán es vital y que este país se mantiene como prioridad número uno en la agenda.

Como se conoce, durante este año se prevé un incremento en las fuerzas de la OTAN radicadas en Afganistán, posiblemente hasta la cifra de 15 000 soldados (12 000 en la actualidad). Ello podría suponer un «alivio» para las fuerzas estadounidenses, cuyo número actual es de 18 000 hombres en suelo afgano y que, en consecuencia, podrían reducirse.

Sin embargo, en la medida en que se intensifica la actividad insurgente de varias puntas en Afganistán, se hace imposible cualquier retirada de tropas norteamericanas. Por el contrario, todo apunta hacia la conformación de un fuego cruzado de parte de iraquíes y afganos, con lo que el escenario de guerra se expande en la medida en que va complicándose la situación interna propia de cada uno de estos países.

Por lo pronto, los gobiernos de Paquistán y Afganistán emprenden acciones conjuntas, todas sin aparente éxito, en el empeño de enfrentar una resistencia multiplicada que es calificada como «la fuerza más letal del presente» y que gana terreno con cada «acción antiterrorista» de parte de los ejércitos intrusos.

Las oleadas populares se suceden ante cada movimiento militar, «error o accidente» de las tropas invasoras, tal como sucedió el 29 de mayo último. Lo cierto es que ya resulta imposible ocultar que la resistencia se ha convertido en un problema sin solución para la Administración Bush y para la OTAN, tanto en Afganistán como en Iraq. Solo un gran fracaso es posible esperar para la agresión extranjera en esos territorios .

* La autora es especialista del CEAO (Centro de Estudios de Asia y Oceanía)