Divinas locuras de un artista llamado Fuster

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Uno de los proyectos más atractivos de la recién finalizada 9na Bienal de La Habana ha sido el del artista de la plástica José Rodríguez Fuster, quien hace realidad el sueño del arte comunitario y reparte la alegría de vivir en esta Isla


Aracelys Bedevia

aracelys@jrebelde.cip.cu

Fotos: Calixto N. Llanes

 Cerca del mar, en una comunidad del oeste de la capital conocida como Jaimanitas, un «guajiro de costa» llamado José Rodríguez Fuster —devenido artista de la plástica— ha convertido su casa en una gran galería y extiende a la comunidad su acervo creativo.

Cuentan que llegó un día, se enamoró del lugar y puso la bandera donde hoy está su vivienda (que en aquel momento era un platanal). Antes, había nadado de costa a costa, de  Caibarién (nació allí el 6 de agosto de 1946) a Santa Fe, donde vivió con sus padres y hermanos, vio el triunfo de la Revolución y como muchos jóvenes se fue a la Sierra Maestra a retar a la ignorancia.

«En lo alto de la Loma del Aura cumplí los 15 años, alfabetizando a los campesinos de la zona. La nobleza del hombre del campo, ese mundo maravilloso de las montañas cubanas —lleno de verde y alegría, de sencillez infinita—, me inundaron de inspiración y se convirtieron en simiente de lo que es hoy mi obra creativa.

«Poco después de concluir la campaña de alfabetización comencé estudios en la Escuela de Instructores de Arte, donde tuve muy buenos maestros y conocí a Sosabravo, que empezaba como profesor y con quien trabajé la cerámica durante muchos años», confesó.

A Fuster le fascina la relación del ser humano con la naturaleza, los paisajes, animales. El guajiro, lo cotidiano, la alegría de vivir en este país...

Llegar a su comunidad, conformada fundamentalmente por pescadores, obreros y estudiantes, es como entrar en una gran galería llena de fachadas, techumbres, columnas y otros accesorios que la identifican con el sello de Fuster (muy picasiano, por cierto, y con influencias de Brancusi, Gauguin...).

A la derecha del portón que da entrada a su morada, llena de mosaicos y tonalidades llamativas.., un pequeño parque creado por él semeja un tablero de ajedrez, con piezas a tamaño natural y frases alegóricas a este juego ciencia; a la izquierda, una máquina de coser Singer (que perteneció a Mercedes, la abuela de Carilda Oliver Labra), y algunos fragmentos de Me desordeno amor, me desordeno, evocan a la poetisa matancera.

Más adelante, Alicia Alonso baila en el patio interior; y tres deidades de la religión afrocubana (Shangó, Yemayá y Ochún) se alzan imponentes ante la vista del visitante. Llama también la atención una cocina con torre de cerámica y un gallo encima; el bar Isla Negra en recordación a Pablo Neruda, la ventana del amor..., así como la presencia de un importante número de esculturas y piezas con las que rinde homenaje a destacadas personalidades, y a la vida cotidiana.

Alrededor de la mesa del huevo (dedicada a las 14 provincias y a ese alimento que tantas veces nos sacó de apuros), transcurrió nuestro encuentro, en una visita realizada recientemente con motivo de la 9na Bienal de La Habana y del 40 aniversario del Diario de la Juventud cubana. Hablar con este ceramista, pintor, grabador y escultor, es casi un espectáculo. Gesticula, ríe, se exalta, imita voces; e interrumpe el diálogo, a ratos, para atender a la madre: una octogenaria a la que llama «mi reina». Así es Fuster: abierto y teatral, expresivo y ocurrente, apasionado y talentoso, sencillo y soñador...

—¿Cómo surge la idea de transformar su casa en galería, e irrumpir en las fachadas de los vecinos?

—Vivo en Jaimanitas desde 1975, me recuerda mucho el poblado en que nací. En el 76 hice un recorrido por Europa, como comisario de una exposición, y, en Rumanía encontré por casualidad un plegable sobre Brancusi: el artista rumano que realizó en la ciudad de Targu Jiu, la puerta del beso, la columna del infinito y la mesa del silencio, todo de piedra. «Quise ir a ese lugar y quedé deslumbrado con lo que vi. Me dije: si algún día puedo le haré un homenaje a Brancusi. En la década del 90 empecé con esta idea. Hice primero la puerta de Fuster con algunas de las piezas que ya tenía. Después fui transformando toda la casa.

«Un día una vecina me pidió que le hiciera algo lindo y transformé a mi forma la entrada de su casa, y puse un gallo. Llegó entonces la de enfrente con igual petición y le hice una paloma y un letrero que dice: Princesa Diana (porque la hija se llama así). Otro me confesó que nunca había podido hacerle un homenaje a su esposa y como ella se llama María, hice en la portada de ellos un letrero grande que dice: María Bonita, y es también un homenaje a Agustín Lara.

«En esta misma calle vive una profesora de japonés y chino, ella también quiso que interviniera en su fachada... Así empezó la complicidad con la comunidad. Lo mismo que hice en mi propiedad trato de hacerlo en el barrio».

—Es usted uno de los fundadores de la llamada nueva cerámica cubana.

—Tuve el privilegio y la felicidad de encontrarme con el maestro Alfredo Sosabravo, Julia González, Reynaldo Calvo y  ser,  junto a ellos, protagonista de un movimiento que con el paso del tiempo ha sido reconocido como el de la nueva cerámica cubana y dio lugar a otros, entre ellos el de la Isla de la Juventud.

«Gané muchos premios y reconocimientos por los años 60, 70, 80, pero no los incluyo en los catálogos porque todas esas cosas lo ponen viejo a uno. Hice lo que pude y estoy contento en ese sentido. Muchas de las piezas que realicé en esa etapa están en el Museo Nacional de la Cerámica Artística, del Castillo de la Real Fuerza, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de La Habana.

«Siempre quise que no me encasillaran en la cerámica, pero en esa época hiciera lo que hiciera decían: ¡viste lo que pintó el ceramista Fuster!, ¡miren, también hace caricaturas!

«Me expreso mediante varios soportes visuales: la pintura, el dibujo, la escultura...; menos la instalación porque no creo en lo efímero sino en lo que perdura. Aunque respeto mucho a Kcho y todo lo que hace».

—Usted no solo embellece fachadas. Muy cerca de su casa hay otro techo a lo Fuster.

—En una asamblea del Poder Popular se hizo el planteamiento de una vecina que tenía graves problemas con el techo y no acababan de facilitarle los materiales para arreglarlo. Aquello me conmovió y le dije que si estaba de acuerdo se lo hacía a mi manera. Y ahí está: con una gran cúpula y el gallo.

«Trato de ayudar en lo que puedo, a veces no es fácil porque se necesitan recursos. Además, no todo ha sido color de rosa. Estoy lleno de multas, hasta por los bancos que coloqué en la acera de la casa del Médico de la Familia. Pero no me detengo».

—Ha involucrado a otros artistas...

—Con motivo de la 9na Bienal de La Habana, invité a Fabelo, Adigio, Sosabravo, Kcho, Zaida, Chocolate... a hacer juntos un mural de cerámica en la calle. Aún quedan algunos espacios en blanco para otros creadores que quieran sumarse. También por eso me multaron, porque el muro tiene una altura superior a la que está permitida.

—Proyectos más inmediatos.

—Un anfiteatro que divida la calle 3ra. A de la Unidad de Seguridad Personal del MININT (ya me dieron el permiso). Quiero hacer un muro en forma de montaña, con cinco palmas y una pequeña plataforma donde podrán presentarse grupos musicales. Se llamará El optimismo, y será un homenaje a Fidel, Raúl. Estoy deseoso de iniciar este trabajo.

«Planeo también un arco en homenaje a todas las revoluciones que han acontecido en el mundo a lo largo de la historia. El otro proyecto que tengo es recrear a mi estilo las paradas de la 5ta. avenida, y hacerle el techo a otra casa que lo necesita, aquí en mi comunidad.

«Algunos me tildan de loco, por gastar parte de mi dinero en embellecer Jaimanitas; otros, de soñador. Puede que tengan un poco de razón. Soy así. Me gusta compartir mi arte y repartir la alegría. Para mí el mayor de los premios es el cariño y la gratitud de mis familiares, amigos, vecinos y de esos niños que se reúnen a ratos a la entrada de mi casa para regalarme el mejor de los aplausos. El único reconocimiento que quiero —y eso siempre lo digo—, es cemento, ladrillo y arena para hacer todo esto»