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Mileyda Menéndez

6 de mayo de 2006

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La Naturaleza pone y el hombre dispone
 
Presentes en el Hipotálamo se han descubierto distintos tipos de núcleos de neuronas como el Supraquiasmático y el INAH3, que muestran diferencias de tamaño entre mujeres, hombres heterosexuales y hombres homosexuales


Aunque siempre se ha hablado del sexo y la orientación sexual, son buenos los tiempos para abordar el tema. Ya desde antes del nacimiento suele ser un problema —¿ropita azul o rosada?— y no es poco frecuente escuchar en una consulta de ultrasonografía la eterna pregunta de si es «varoncito o hembrita», incluso antes de otra más importante: ¿se encuentra en perfectas condiciones?

Luego vienen los juguetes, el aprendizaje de «roles masculinos o femeninos»… ¿y quién no se ha vuelto loco con la adolescencia? que si el pelo largo, el arete o el pantalón a la cadera. Son aspectos del llamado género o «sexo social» y, como producto de la sociedad al fin, es algo cambiable, que se ajusta a los tiempos que vivimos... Pero miremos la otra parte del sexo, la biológica.

¿Le ha pasado por la mente alguna vez que pueda estar hablando con una mujer cuyos cromosomas y hormonas circulantes sean masculinos? Una que solo se diferencie del resto de las féminas por ser estéril y tal vez por tener relaciones sexuales algo dolorosas.

¿Se imagina criar a una niña que en la adolescencia se transforme en varón? ¿Hemos pensado cuántos factores biológicos —genéticos, endocrinos y neurales— están involucrados en la diferenciación de los caracteres sexuales, y más aún en la conducta sexual?

LAS APARIENCIAS EMBARCAN

Por su complejidad, hablar de sexo requiere conocimiento, no críticas mal fundamentadas. La determinación genética del sexo depende del tipo de cromosomas: XX, para mujer y XY para varón, pero en la determinación sexual esto no basta. Es el gen Sry del cromosoma Y, quien induce la formación de testículos en un embrión sexualmente indiferenciado, que de por sí vive en un «mar» de hormonas sexuales femeninas.

Una vez formados, los testículos producen testosterona (hormona sexual masculina) y esta participa en la diferenciación de los órganos sexuales externos. Pero para que la testosterona pueda ejercer sus funciones son necesarios, además, sus receptores. Si no hay, o no funcionan normalmente, no es posible la diferenciación sexual, es decir: no se forma pene, escroto y menos aún ocurre el descenso de los testículos.

Si esto pasa, los órganos sexuales externos adoptan un aspecto femenino que nos hace decir, al nacimiento del bebé, que es una niña, pero en realidad sus cromosomas son XY, la hormona circulante es masculina y existen testículos en vez de ovarios.

No obstante, el niño es criado como hembra, su conducta es femenina, y puede tener relaciones sexuales con hombres y hasta llegar a casarse. El caso se diagnostica, generalmente, cuando acude a una consulta por ausencia de menstruación o esterilidad, lo que no impide que continúe el resto de su vida como mujer. Pero no nos alarmemos: Este caso, conocido como Síndrome de Insensibilidad Androgénica, es muy poco frecuente (uno por cada 4 000 nacimientos).

Otro trastorno de base genética

—muy raro también—, se observa en familias de la República Dominicana y Haití, donde le llaman «Síndrome del Pene a los 12». Por defecto de una enzima que activa la testosterona, el niño al nacer tiene un aspecto femenino y es criado como tal.

La sorpresa viene en la pubertad, cuando se incrementan los niveles de esta hormona y comienza a brotar del clítoris un pene y descienden los testículos a los supuestos labios de la vulva. Todo comienza a girar en la vida de ese individuo y sus familiares, pues se hace necesario un cambio de identidad. No obstante, estos sujetos generalmente hacen una vida heterosexual masculina en la adultez.

NO ES CUESTIÓN DE CULPAS

Tales ejemplos implican manifestaciones en los órganos sexuales externos, sin embargo hay otro tema más polémico: el de la conducta o preferencia sexual, que paradójicamente suele originar más conflictos sin ser una enfermedad.

Escuchamos decir: «¿Por qué el niño nos salió así?». También aquí la naturaleza pone su parte. En una región muy pequeña del cerebro, el hipotálamo, se han descubierto nú-

cleos de neuronas como el Supraquiasmático y el INAH3, que muestran diferencias de tamaño entre mujeres, hombres heterosexuales y hombres homosexuales.

En un estudio realizado en 1991, el prestigioso neuroespecialista Simon Le Vay observó que el núcleo supraquiasmático era menor en hombres heterosexuales que en homosexuales. Otra estructura involucrada es la amígdala, cuerpo que se halla en las profundidades de los lóbulos temporales: cuando presenta lesiones, se observa un aumento de la libido sin preferencia sexual definida.

Aunque el tema sigue en investigación, se sabe que existe una maduración sexual del cerebro en determinada etapa de la vida del individuo. Se han descubierto, en estas regiones del Sistema Nervioso llamadas límbicas, receptores para hormonas sexuales que están implicados en la diferenciación sexual del cerebro y en la conducta posterior del sujeto.

Aunque cada día se conoce más —y queda aún mucho por descubrir sobre los aspectos biológicos del sexo—, es cierto que los factores sociales juegan también un papel nada despreciable.

Un ejemplo de ello es cómo va-

rían los porcentajes registrados de homosexuales entre países «más tolerantes» y «menos tolerantes» hacia este tipo de preferencia sexual. La moral y la religión ejercen un papel fundamental. Incluso la propia aceptación del individuo suele ser determinante: de ahí la gama de manifestaciones, algunas de ellas «reprochables» para algunos sectores de la sociedad.

No obstante, el conocimiento nos hace cambiar, incluso entre los propios médicos, quienes consideraron por muchos años la homosexualidad como una aberración, y hoy en día la consideran solamente una forma más de la conducta sexual.

El componente biológico marca la inclinación sexual. En las citadas regiones del Sistema Nervioso también existen otros sitios que nos pueden hacer más o menos irascibles o más o menos dormilones, características independientes de la voluntad del individuo o de sus familiares.

No volvamos entonces a la arcaica discusión de si es papá o mamá el culpable, o si fue porque mamá o papá tenían un tátara tío homosexual en la familia, porque, como hemos visto, la conducta no depende solo de lo genético.

Algunas investigaciones apuntan a la existencia en sujetos homosexuales, de un posible marcador genético (por una mutación en una región del cromosoma X denominada Xq28), aunque también existen detractores de esta posibilidad.

De cualquier forma no es cuestión de culpas, y aunque nos sea difícil aceptar lo diferente, más si es minoritario y aún más si de sexo se trata, analicemos este asunto de otra manera: aunque la naturaleza ponga, a la larga seremos nosotros quienes dispongamos.

*Especialista en Neurofisiología Clínica y  profesor de Fisiología Humana.

 

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El masculino, sexo vulnerable

La visión de una mujer atractiva es todo cuanto se necesita para arruinar la capacidad de decisión de un hombre, y a mayores niveles de testosterona, peor, según concluye un estudio realizado por científicos de la Universidad de Leuven, en Bélgica y citado por la BBC en su página virtual.

Los especialistas estudiaron las reacciones de 176 voluntarios varones de entre 18 y 28 años. Primero los expusieron a imágenes de mujeres atractivas o a valorar prendas de lencería femenina. Luego iniciaron juegos que requerían decisiones financieras, que resultaron significativamente equivocadas durante el experimento.

«A mayor nivel de testosterona los sujetos fueron más proclives a equivocarse y desconcentrarse, al ser más vulnerables a las insinuaciones sexuales», declaró el doctor Siegfried Dewitte, uno de los responsables del estudio.

El especialista explicó que estos hombres se comportan con normalidad si no hay ninguna insinuación sexual, pero si ven imágenes sexuales se vuelven impulsivos.

Su colega, el doctor George Fieldman, dijo a la BBC que esta «distracción» es lo que corresponde a los hombres en términos evolutivos: «Es lo que se espera que hagan en cuanto a la búsqueda de oportunidades reproductivas y a la transmisión de genes».

«Si a un hombre se le pide que seleccione algo presentado por una mujer atractiva o por un hombre de no muy buen aspecto, la selección no sería tan desapasionada como correspondería», acotó el experto.

Similar estudio se ha llevado a cabo con mujeres, pero hasta ahora no se han encontrado estímulos visuales que las afecten a la hora de tomar decisiones.

APRIL  29, 2006


6 de Mayo 2006

Pregunte sin Pena
 

S.S: Hace seis meses tengo un novio cuatro años mayor que yo, con quien me siento muy bien. Pero estoy insegura debido a que mi mamá y otra muchacha dicen que me es infiel y «pasa el tiempo» conmigo. A mi mamá no le gustan los novios de mi hermana y tampoco los míos, y la amiga es muy íntima de una ex de mi novio. Yo estoy becada. Durante 12 días no puedo saber qué hace él. Pero veo su esfuerzo y deseo de estar conmigo siempre que es posible. Siento que es sincero conmigo pero estoy confundida. Tengo 15 años.

En cuestiones de amor la verdad es mucho más parcial e intangible que en cualquier otro caso. No puedes saber todo lo que él hace cuando no está contigo, ni los motivos por los cuales te advierten contra él; pero sí puedes decidir el curso de la relación reconociendo lo esencial para ti en una pareja. La única certeza posible es la de tus emociones cuando estás con él y son estas las que deberían comandar tus análisis.

Los placeres del amor casi siempre se acompañan de retos, incertidumbre y sinsabores. Por la complejidad del mismo, estamos convocados a elegir según nuestras vivencias y criterios para determinar aquello que nos resulta vital en una relación a pesar de sus imperfecciones.

Independientemente de la razón o no de los criterios ajenos debes guiarte por los tuyos, aunque puedes valorar o tener en cuenta aquellos. Recuerda que eres tú la que estás experimentando y forjando la relación con tu pareja.

El principal motivo para que una relación se trunque es que algo deje de funcionar al punto de romper el encanto que antes mantenía el lazo. Si eso sucediera, de nada serviría que el mundo elogie las virtudes de tu novio.

Cuatro meses es muy poco tiempo para emitir criterios definitivos. Quizá debas esperar un poco más hasta tener elementos para esclarecer tus dudas a favor o en contra de la relación. Si realmente es deshonesto te lo hará saber él mismo en algún momento, sin que tengas necesidad de escuchar comentarios en su contra.

Mariela Rodríguez Méndez. Máster en Psicología Clínica, consejera en ITS y VIH/sida.

 

http://www.jrebelde.cu/secciones/sexosentido/portadasexo.html