Juvenal Balán:
“Mis ojos son los de miles de lectores”

Paquita Armas Fonseca La Habana
Fotos del entrevistado

GALERÍA DE FOTOS: Médicos cubanos en Paquistán

http://www.lajiribilla.co.cu/2006/n257_04/257_08.html


Casi seis meses lleva Juvenal Balán en Paquistán. Su cámara no ha descansado ni  de día ni de noche captando el trabajo de los médicos en el lejano país. Para este fotorreportero del periódico Granma, su actual desempeño es un reto como otros que ha asumido desde que se enamoró de los rayos ultravioletas cuando era soldador en una fábrica de azúcar, en el año 1969. Primero voluntariamente y luego como profesión,  tirar y revelar fotos se convirtió en su gran pasión.

Calidad en su trabajo y entrega sin límites a la Revolución, han hecho que en los últimos años haya acompañado a Fidel en visitas oficiales. Soldado internacionalista, Juvenal ha merecido numerosas condecoraciones y también ha participado en diversas exposiciones colectivas. Sus fotos han formado parte de múltiples libros, como Después de lo Increíble, Cuba Querida y Emigración: pronósticos del tiempo. 

Tienes varios trabajos como corresponsal en misiones internacionalistas, ¿qué te han aportado desde el punto de vista profesional?

Cada una ha sido un reto. Te hablaré solo de tres. Entre 1985 y 1986 ejercí como corresponsal de guerra en la República Popular de Angola. En esa época no existía el Internet, ni la tecnología digital. Trabajé con cámaras analógicas y con rollos de película blanco y negro. Estas nunca fueron del ISO más adecuado porque escaseaban y teníamos que utilizar los residuos de las cámaras de películas de cine. Además, para poder escribir y hacer imágenes de la guerra, hay que estar en la trinchera del soldado, experimentando las mismas sensaciones ante los fenómenos. Quizá suceda un hecho heroico y te lo cuenten y después escribas cosas maravillosas del momento porque lo enriqueciste con tu experiencia y fantasía, pero lo que sí no es posible es no estar en el lugar adecuado, ni en el momento preciso y después hacer una foto. La foto de prensa, la informativa, es la que congela un momento de la realidad que se vive, cargada de la información gráfica que pueda interesar a nuestros lectores. Cuando levanto mi cámara para hacer una foto, pienso que mis ojos son los de miles de lectores.

De  la segunda misión que quiero hablar trascurrió en los primeros días del 2005, cuando estuve en la cobertura del trabajo de dos Brigadas Médicas Cubanas que acudieron a Sri Lanka e Indonesia, países muy afectados por el tsunami. Vivir esa experiencia fue impactante. Primero por estar en países de una cultura muy distinta a la nuestra y segundo por estar enrolado en la cobertura de una de las tragedias más grande de la humanidad. Ya para esta ocasión, por suerte, contábamos con cámaras digitales e Internet. La noticia ganaba en inmediatez. A los 37 días de sucedido el hecho, aún los muertos eran recogidos por las brigadas de rescate, metidos en sacos de nylon de diferentes colores y llevados para las fosas comunes. Vi hechos insólitos como el Tren de la Muerte, en Sri Lanka,  donde murieron miles de personas arrastradas dentro de los vagones y la locomotora a miles de metros de la línea del ferrocarril. O en Sumatra, Indonesia, donde un barco de transporte de combustible fue llevado por las altas olas del mar enfurecido hasta varios kilómetros en profundidad, dejándolo entre la destrucción de cientos de casas y edificaciones. Ahora me imagino que será un monumento, porque la única forma de sacarlo de allí sería convirtiéndolo en chatarra y duraría años. En Sumatra sentí por primera vez un temblor de tierra.

Ahora me encuentro, desde el 14 de octubre de 2005, involucrado en la cobertura de otra gran tragedia para la humanidad y en especial para Paquistán, el terremoto que devastó el norte de este país, el pasado 8 de octubre y la encomiable labor que hacen a diario los médicos y paramédicos cubanos, en condiciones muy adversas, llevando salud y vida por toda la cordillera del Himalaya, enfrentando muy bajas temperaturas y las barreras del idioma, pero luchando contra el dolor para vencer a la muerte.

Sin duda, como profesional, cada una de estas misiones han sido un reto, porque en ocasiones, como en esta última, apenas tuve tiempo para prepararme, buscar la monografía del país, lo más actual del fenómeno que voy a reportar, saber el clima al que me voy a enfrentar. 

¿Y qué te han aportado en lo humano?

Tener estas oportunidades me ha formado más como hombre y como revolucionario. Estar más orgulloso de la Revolución que nos ha formado. En Angola vi a jóvenes que llegaban hechos unos muchachos y dos años después regresaban convertidos en hombres. Compartir jornadas con los caravaneros fue una experiencia que me marcó para la vida.

Durante la ayuda de emergencia cuando el tsunami, ver trabajar a los médicos cubanos a solo 50 metros del mismo mar que lo arrasó todo o dentro de un campamento militar a escasos metros de los guerrilleros indonesios, junto a monjes budistas o tener la oportunidad de conocer a un grupo de sirilankeses que estudiaron y se graduaron en Cuba y cuando conocieron de la presencia de los médicos cubanos, unieron fuerzas junto a ellos.

Ahora en Paquistán nuestra ayuda no tiene precedente. Cerca de 2 500 colaboradores cubanos en breve tiempo armaron 32 hospitales integrales de campaña en toda la geografía norte paquistaní y con equipos técnicos de alta tecnología internacional han llevado la salud y la medicina gratis a quienes lo han perdido todo. En esta misión se han fundido varias generaciones de médicos, los hay especialistas de distintos grados, profesores y recién graduados, quienes de verdad se han graduado con mayúsculas en estas tierras.

Conocer a médicos que han estado en el tsunami y en Paquistán, además de otras misiones, así como quienes han tendido sus manos para dar su sangre en los momentos imprescindibles, haber tenido la oportunidad de ver a miles de cubanos luchar por sus ancestros, experimentar junto a ellos emociones, alegrías y tristezas, en trincheras y salones de operaciones,  sin duda, nos permite aquilatar el valor humano que se ha formado en nuestra Patria y la riqueza que tiene la Revolución en sus hijos. Los héroes están en las fábricas, en los hospitales, quizá sean nuestros propios vecinos y no reciben nada a cambio. Siguen siendo cubanos de a pie.  

En el caso de Paquistán, ¿cómo se adapta a la nieve un hombre nacido y criado en el trópico?

La nieve fue un descubrimiento para muchos. Llegó con el comienzo del año en curso. Muchos hospitales de campaña sufrieron de verdad sus secuelas, Chattar Plaem, Banna Allai, Yaret, y otros. Todo se tiñó de blanco y hasta muñecos de nieve hicieron. Pero cuando nevaba y se acumulaba en los techos de las tiendas de campaña, sin importar la hora, los médicos tenían que salir y limpiarla para evitar que se cayeran. Y qué decir de los electromédicos que cuando se paraba la planta eléctrica, a las cuatro o cinco de la mañana salían a echarla andar para que no fallaran los calefactores.

El cubano se adapta a cualquier situación. Abrigos había los suficientes. Por las botas éramos más vulnerables, pero el ingenio popular generalizó el uso de los pies envueltos con papel de periódico y después con jabas de nylon. El chocolatín entonaba el estómago y hasta sirvió como medio de recuperación a algún que otro paciente. El invierno fue crudo para los venidos del trópico, pero lo que sí no se interrumpió fue la asistencia médica hospitalaria y en el terreno. Aprendí algo nuevo, que cuando caminas por la nieve no debes abandonar el camino trazado. A punto de cruzar un río, en la bajada de su ladera, puse el pie izquierdo unos milímetros fuera del camino y me enterré casi hasta la cintura. 

 ¿Jugaste en algún momento con ella?

No, quien jugó conmigo fue ella. En todo momento tuve la cámara en ristre para registrar lo vivido. Acompañé a los médicos de Chattar Plaen al terreno y después de la jornada los vi “guerrear” con buenas pelotas de nieve. Ahí están las fotos. 

El peligro no ha sido una falacia en esta tu última misión, ¿sentiste miedo?

Cuando enfrento el peligro siempre siento miedo. Quien diga lo contrario, miente. Lo más importante es crecerse ante él y con ecuanimidad ejercer tus funciones. En Paquistán sentí temblores de tierra bastante fuertes, después del terremoto ha habido miles de réplicas, algunas me sorprendieron durmiendo en el suelo, junto a los médicos del campamento de Ghary en Balakot, otras en Hattiam y una más que otras en Islamabad. Está la incertidumbre de que volverá otro fuerte terremoto, no se sabe cuándo. Balakot se convirtió en una ciudad muerta.

Para ejercer nuestro trabajo, los periodistas tenemos que estar en la carretera y entre las montañas, por caminos de difíciles accesos, por la ladera de elevaciones que superan el Pico Turquino y a expensa de un deslave que en el mejor de los casos obstruya el camino. Lo más importante, sin importar la adversidad, testimoniar la historia que hacen a diario miles de nuestros coterráneos a miles de kilómetros de la Patria. 

Cuéntame alguna anécdota de los paquistaníes con los cubanos.

La doctora recién graduada Kirenia Nijares Gorgoy cuando iban para Banna Allai, hicieron un alto en el hospital de campaña de Takot. Allí quiso hacerse una foto en grupo con una niña, junto a una casa destruida. Pasado unos minutos la misma niña le insistía, halándola por la manga del abrigo, a que la acompañara detrás del muro hasta una tienda de campaña del campamento de refugiados. Ella le dijo que no porque tenía miedo a separarse del grupo de cubanos. La niña se marchó con su carita triste y a los diez minutos trajo a su hermano pequeño, apoyado de unas muletas, quien tenía uno de sus miembros amputados por la secuela del terremoto. Era como si quería que la joven doctora le devolviera una nueva pierna a su hermanito.

El tiempo transcurrió, Kirenia subió las elevadas montañas del Himalaya y después de cinco meses por esos intrincados lugares, al concluir su misión, conoció que Pervez, el mismo niño que su hermanita le enseñó, recibió un tratamiento de rehabilitación y fisioterapia en el hospital de campaña de Tarot. De ahí  en compañía de su padre y junto a otro grupo de víctimas del terremoto, fue a Cuba, donde estuvo atendido en el hospital Hermanos Ameijeiras y regresó a Paquistán con una prótesis nueva y ya anda por su Takot natal caminando sin muletas.   

¿Qué significó para ti recibir el Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez, en medio del cumplimiento de tu misión?

Me sorprendió la noticia. El mayor premio fue conocer que mis compañeros de Granma en asamblea, acordaron proponerme como su candidato al premio.

Casi siempre en estos certámenes he estado de jurado. Por muchos años me ha tocado en compañía de otros valiosos colegas valorar la obra de muchos de mis compañeros.

Llegó cuando estoy en una cobertura internacional de un hecho trascendental, como lo es la ayuda solidaria y humanitaria brindada por Cuba a Paquistán en momentos de muerte y destrucción. Cuando estoy rodeado de mujeres y hombres que nos hacen sentirnos orgullosos de ser cubanos y de Cuba.

Por estar lejos, mi hija Griset tuvo que asumir mi lugar en el acto de premiación en la jornada por el Día de la Prensa Cubana, celebrado en el Memorial José Martí en la Plaza de la Revolución, y tener la dicha de recibir de mis compañeros la foto del momento fue emotivo para mí.

Estas pequeñas cosas que te he confesado, sin duda, que me comprometen a ser mejor cada día y a no cejar en el empeño de que mi cámara siempre estará al servicio de la Revolución y de los pobres y humildes de este mundo.