Demonization of Milosevic: Murder in The Hague
Lisandro Otero 2006-03-14
http://www.lajiribilla.cu/noticias/n0045.html

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann

The demise of Slovodan Milosevic in The Hague has been quite suspicious. His death took place while the court holding his trial was about to face an lenient ruling due to lack of evidence. In Milosevic’s case, the Western media orchestrated one of the most hideous campaigns of demonization ever performed, with the sole exception perhaps of the campaign against the Cuban Revolution, the social and political event that has suffered the most gruesome distortions and ferocious attacks from world media in history.

Milosevic represented the Serb hegemony which dominated the region for many centuries. Marshall Tito founded Yugoslavia with a population made up by three groups of people with Slavic ethnic roots. Nine languages were spoken: Slovenian, Hungarian, Croatian, Italian, Serbian, Serbian-Croatian, Albanian, Rumanian and Macedonian. Three religions were practiced: Catholic, Orthodox and Muslim. Two alphabets were used: Latin and Cyrillic. With 24 million inhabitants and an area slightly larger than a quarter million square kilometers, its territory was equivalent to an eighth of Mexico, half of France, or the same as Norway or New Zealand.

Islam was deep-rooted in Bosnia Herzegovina as a result of four centuries of Turkish occupation. The Catholic and industrialized north, made up by Croatia and Slovenia, showed greater compatibility with Western powers. More than half of the population of Bosnia, in the center, is Muslim. Macedonia, an agricultural state in the south, favored socialism. Slovenia, backed by Germany, launched a war against Serbs to break away from Yugoslavia. Serbia refused to accept Slovenian secession and counterattacked. Just like Abraham Lincoln did in 1861 when the Confederate South wanted to separate from the United States.

The over-simplification with which the U.S. media approached the Yugoslav situation is appalling. In the biased U.S. version, Milosevic was simply a dictator and a war criminal. But the truth is quite different: there are no absolute villains or faultless innocents. History cannot be written in black and white; facts are laden with shades of gray. Western propaganda conferred all virtues on the Croatians and Kosovars showing them as justice-seeking patriots. Serbs, on the other hand, were vilified and shown as cruel aggressors.

There is another sad reality: genocide against the Bosnians was unfortunately true, but so were the massacres of Serbs. The so-called “ethnical cleansings” are but a way to get rid of racial minorities within communities of a different denomination. During the Second World War, a hundred thousand Serbs were evicted from Kosovo by the Albanians. Many more were executed. Such a mosaic of peoples is a puzzle hard to interlock.

The arrangement Tito made of this conglomerate of races and religions had the favorable context of the liberation after the Second World War. The Yugoslav monarchy adhered to Nazi Fascism; nevertheless, Hitler occupied the country. The guerilla resistance had two main fronts: on the one side were the Communist guerillas led by Tito, on the other the conservative Catholics led by Draja Mijailovich, who was summarily executed by Tito at the end of the war. During the war, the Croatians had launched an ethnic cleansing of Serbs and annihilated hundreds of thousands of them in the sinister Jasenovac concentration camp.

The dismemberment of Yugoslavia began in 1991 when, at the Maastricht Summit, Germany announced it recognized the two northern republics of Croatia and Slovenia as independent states. This would give the Germans an extended zone of influence in the Balkans. Steeped in German geopolitics is the old Hitlerian dream – more tactfully handled at present – of restoring a Teutonic supremacy in an area which comprises the Czech Republic –with the acquiescence of felon Havel – Austria and the Balkans, Holland and German Switzerland.

Today, the globalization of the economy would do the job unsuccessfully begun in the past by the Panzer divisions. The globalization of the transnationals would allow for a Germanization of the Balkans. Behind the conflict in Serbia lies this veiled Pan-Germanic ambition.

We all know the CIA can cause heart attacks without a trace; it can assassinate and leave no evidence on the scene. Russia refused to accept the Dutch forensic results and sent its own medical team to examine the real causes of Milosevic’s death. The break-down of Yugoslavia has been promoted by Germany and the U.S. to rule over a dismembered region. Divide and rule is the West's watchword. Milosevic is the most recent and visible victim of this treacherous maneuvering.

 

Satanización de Milosevic
Asesinato en la Haya

Lisandro Otero La Habana
http://www.lajiribilla.cu/noticias/n0045.html


La muerte de Slovodan Milosevic en La Haya ha despertado muchas sospechas. El deceso ocurre en un momento en el cual el Tribunal que lo juzgaba se veía enfrentado a una decisión indulgente por falta de pruebas. La prensa occidental ha realizado con Milosevic una de las más monstruosas campañas de satanización que se haya emprendido jamás, con excepción quizás de la Revolución Cubana, que ha sido el fenómeno político soc! ial más agredido y distorsionado por los medios.

Milosevic encarnó el  hegemonismo serbio que ha dominado en la región durante muchos siglos.  El mariscal Tito fundó Yugoslavia con una  población compuesta por tres grupos de población con raíces étnicas eslavas. Se hablaban nueve lenguas: esloveno, húngaro, croata, italiano, serbio, serbocroata, albanés, rumano y macedonio. Se practicaban tres religiones: católica, ortodoxa y musulmana. Se escribían dos alfabetos: latino y cirílico.  Con una población de 24 millones de habitantes y una extensión de poco más de un  cuarto de millón de kilómetros cuadrados  su territorio equivalía a la octava parte de México, la mitad de Francia, similar a Noruega o Nueva Zelandia.

El Islam se implantó en Bosnia Herzegovina tras cuatro siglos de ocupación turca. El norte, católico, industrializado, compuesto de Croacia y Eslovenia, se mostraba más partidario de las potencias occidentales. Bosnia, al centro, tiene más de la mitad de su población musulmana. Macedonia, al sur, estado agrícola  favorecía el socialismo.  Los eslovenos, con el apoyo de Alemania, iniciaron una guerra contra los serbios para separarse de Yugoslavia,  Serbia se negó a reconocer el secesionismo de los eslovenos y contraatacó. Es exactamente lo mismo que hizo Abraham Lincoln en 1861, cuando el sur confederado quiso separarse de lo! s Estados Unidos.

La simplicidad con que los medios estadounidenses juzgaron la situación yugoslava es anonadante. Para la versión maniquea de los americanos, Milosevic fue un dictador  y un criminal de guerra Pero la realidad es bien distinta: no hay culpables absolutos ni  inocentes categóricos.  La historia no puede dividirse en blanco y negro, los hechos están trazados  con matices de gris. La propaganda occidental adorna de virtudes a croatas  y kosovares, y los presentó como justicieros patriotas y vilipendió a los serbios, a quienes mostraba como agresores crueles.

También hay otra triste realidad: el genocidio cometido contra  los  bosnios fue infortunadamente cierto, como lo  fueron las masacres de serbios.  Las llamadas “limpiezas étnicas” constituyen una manera de desembarazarse de minorías raciales que existen dentro de comunidades de signo opuesto.  Durante la Segunda Guerra Mundial cien mil serbios fueron expulsados de Kosovo por los albaneses y muchos  miles más fueron ejecutados. Aquel mosaico de pueblos es un rompecabezas de difícil armonización.

La composición que hizo Tito  de este conglomerado de razas y religiones tuvo la coyuntura favorable de la liberación tras la Segunda Guerra Mundial. La monarquía yugoslava se adhirió al nazifascismo no obstante, Hitler  ocupó el país. La resistencia guerrillera tuvo dos grandes frentes: de una  parte estaban las guerrillas comunistas con Tito al frente , de la otra, los católicos conservadores, dirigidos por Draja Mijailovich, quien fue fusilado por Tito al terminar la guerra.  Durante la guerra los croatas emprendieron una limpieza étnica de serbios y aniquilaron a cientos de miles de ellos  en el siniestro campo de concen! tración de Jasenovac.

El desmembramiento de Yugoslavia comenzó cuando en 1991, en la Cumbre de Maastricht, Alemania anunció que reconocía a las dos repúblicas septentrionales de Yugoslavia, Croacia y Eslovenia, como estados independientes, lo cual le otorgaba a los alemanes una zona de influencia extendida a los Balcanes.  Dentro de la geopolítica germana está el viejo sueño hitleriano,  mucho más discreto ahora, de recomponer  un predominio teutón en una zona que comprende la República Checa--con la anuencia del felón Havel--,  Austria y los Balcanes, Holanda y la Suiza alemana. 

Ahora la globalización de la economía haría el trabajo que antaño emprendieran, sin éxito, las divisiones panzer. La globalización de las trasnacionales permitiría unos Balcanes tudescos. Detrás del conflicto en Serbia se halla  oculto este designio pangermánico.

Es sabido que la CIA puede causar infartos sin dejar huellas, asesinar con las manos limpias sin olvidar vestigios en el terreno. Rusia se niega a aceptar el dictamen de los forenses de Holanda y envió a su propio equipo médico para comprobar las causas reales de la muerte de Milosevic. El desmembramiento de Yugoslavia ha sido es! timulado por Alemania y Estados Unidos para dominar aquella región descuartizada. Divide y vencerás, ha sido la norma seguida por Occidente. Milosevic es la víctima más visible de esa pérfida maniobra