Granma
March 23, 2006

From Pakistan
Father and professor: A good feeling for life

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann
http://www.granma.cubaweb.cu/2006/03/23/interna/artic05.html

Desde Paquistán

Padre y profesor: un sentido de vida

Texto y foto: JUVENAL BALÁN NEYRA Enviado especial
http://www.granma.cubaweb.cu/2006/03/23/interna/artic05.html

En la redacción y dirección de nuestro diario, aún se habla con beneplácito del destacado intelectual cubano Agustín Pi quien, al decir de un colega, asesoró a los departamentos de Cultura y Corrección de Estilo con altura y modestia que deben ser objeto de recordación. No hay edición de Granma que no contenga parte de su vida.

El ortopédico Agustín Pí Gómez, intercambia con los integrantes del colectivo que dirige.

Agustín Pi Román, con 70 años, fue jugador del equipo de softbol; cultivó y mantuvo relaciones fraternales con los jóvenes periodistas, con los tipógrafos e impresores, a quienes transmitió en sus conversaciones y conferencias valiosos conocimientos, testimonios acerca de la riquezadel arte y las literaturas cubana y universal.

Si hubiera tenido la posibilidad de caminar en estos días por el paisaje agreste de Besham, al norte de Paquistán, se sentiría orgulloso de ver a su retoño (Agustín Pi Gómez), quien también es doctor, pero especialista en Ortopedia, dirigir a un colectivo de médicos y paramédicos cubanos que en el hospital de campaña doctor Julio Martínez Páez trabajaron con denuedo por llevar vida y salud a las víctimas del terremoto del 8 de octubre del 2005.

Agustín es incansable. Está al tanto de todo en el campamento. Desde el café a lo cubano que cuela el cocinero pinareño, el caso que se remite al salón, la parturienta que llega con dolores, hasta acudir de inmediato al Cuerpo de Guardia. Junto al especialista en Medicina General Integral, el doctor Luis del Cristo Francia (quien ejerció como alumno ayudante en la pasantía por Ortopedia), inmoviliza una pierna con un yeso.

El actual doctor Pi tiene la experiencia de otras dos misiones: primero, en Lubango, en la República Popular de Angola, en época de guerra, y años más tarde, en Tacamtinc, Brasil. Ahora en Besham, en el hospital de campaña cubano enclavado más al norte en la geografía paquistaní, está contento por compartir con médicos de mucha experiencia como el cirujano Asbel de la Cruz, y jóvenes recién graduados de todas las provincias de Cuba, especialmente de Villa Clara.

“Nuestra misión se ha caracterizado, dice el doctor Pi, por contar con especialistas de vasta experiencia, como son los cirujanos, ortopédicos y radiólogos, así como otro importante grupo de especialistas en Medicina General Integral que ya han laborado en Venezuela y otras misiones, y el no menos importante que forman los recién graduados que han asumido la tarea con profesionalidad y madurez política.

“Cuando salimos de Cuba y me dieron la tarea de dirigir este colectivo, no conocía a nadie. Lo primero que hice fue dialogar con el cocinero, quien tendría la decisiva misión de ayudarnos a sobrevivir. Después, sobre la marcha, y analizando las características de cada cual elegí el consejo de dirección; luego, con la ayuda de la militancia del Partido, logramos una unidad grupal que me hace sentir contento con los resultados que hemos obtenido tanto en los servicios en el propio hospital, como en el trabajo de terreno con dos campamentos de refugiados.

“Recuerdo, continúa el doctor Pi, que lo primero que hice en el hospital fue servir de ayudante del cirujano, en una cesárea, la cual no podíamos remitir y tuvimos que entrenar aquí. Se presentó en la madrugada del 3 de diciembre con muy pocas condiciones quirúrgicas, y no teníamos otra alternativa. Ya Celia crece en los brazos de su madre.“

Debajo de la pendiente de la montaña están ubicadas las tiendas de campaña. El hospital tiene vida. Se consultan diariamente más de 160 casos. La rehabilitación y fisioterapia son una constante. Los paquistaníes de estos lejanos lugares descubren los beneficios de la ciencia con la utilización de equipos de la más alta calidad a nivel internacional.

En Besham hay un hospital civil sin uso por no tener personal especializado ni equipamiento. En sus edificaciones los médicos cubanos ofrecen consultas de Medicina General y Ortopedia. Los pocos técnicos que posee han comenzado un adiestramiento con los colegas venidos de muy lejos a ayudar.

Luisa Caridad Montesinos, técnica de Laboratorio, y su esposo Ramón Jesús Pozo, técnico en rayos X, ambos de La Palma, en Pinar del Río, en la actualidad transmiten sus experiencias a Tocti Khan y a Recham, trabajadores del mencionado hospital.

Tocti lleva tres años trabajando en su especialidad, pero con los cubanos está aprendiendo y perfeccionando el dominio con el analizador de Bioquímica. Al respecto dijo estar muy contento por tener la oportunidad de conocer, mediante los colegas, el dominio de equipos tan beneficiosos para el trabajo de laboratorio y de alto grado tecnológico.

Los días pasan. Un hombre que sufrió una caída regresa a su lugar de origen con yeso; el padre trae a su pequeño que recibe tratamiento y medicamentos gratis; el viejo de barba rojiza calma su dolor lumbar a través del calor focalizado y la ayuda de los fisioterapeutas. A la memoria acude otra montaña, la Sierra Maestra, otro médico, Julio Martínez Páez, con grados de Comandante ganados en el fragor del combate y en el ejercicio de su profesión en condiciones adversas junto a la tropa y que fue su profesor. Hay continuidad; su alumno Agustín Pi Gómez no ha dejado de corresponder con su ejemplo y mantiene viva la estirpe de hombres como su profesor y padre.


 

Desde Paquistán

Padre y profesor: un sentido de vida

Texto y foto: JUVENAL BALÁN NEYRA Enviado especial
http://www.granma.cubaweb.cu/2006/03/23/interna/artic05.html

En la redacción y dirección de nuestro diario, aún se habla con beneplácito del destacado intelectual cubano Agustín Pi quien, al decir de un colega, asesoró a los departamentos de Cultura y Corrección de Estilo con altura y modestia que deben ser objeto de recordación. No hay edición de Granma que no contenga parte de su vida.

El ortopédico Agustín Pí Gómez, intercambia con los integrantes del colectivo que dirige.

Agustín Pi Román, con 70 años, fue jugador del equipo de softbol; cultivó y mantuvo relaciones fraternales con los jóvenes periodistas, con los tipógrafos e impresores, a quienes transmitió en sus conversaciones y conferencias valiosos conocimientos, testimonios acerca de la riquezadel arte y las literaturas cubana y universal.

Si hubiera tenido la posibilidad de caminar en estos días por el paisaje agreste de Besham, al norte de Paquistán, se sentiría orgulloso de ver a su retoño (Agustín Pi Gómez), quien también es doctor, pero especialista en Ortopedia, dirigir a un colectivo de médicos y paramédicos cubanos que en el hospital de campaña doctor Julio Martínez Páez trabajaron con denuedo por llevar vida y salud a las víctimas del terremoto del 8 de octubre del 2005.

Agustín es incansable. Está al tanto de todo en el campamento. Desde el café a lo cubano que cuela el cocinero pinareño, el caso que se remite al salón, la parturienta que llega con dolores, hasta acudir de inmediato al Cuerpo de Guardia. Junto al especialista en Medicina General Integral, el doctor Luis del Cristo Francia (quien ejerció como alumno ayudante en la pasantía por Ortopedia), inmoviliza una pierna con un yeso.

El actual doctor Pi tiene la experiencia de otras dos misiones: primero, en Lubango, en la República Popular de Angola, en época de guerra, y años más tarde, en Tacamtinc, Brasil. Ahora en Besham, en el hospital de campaña cubano enclavado más al norte en la geografía paquistaní, está contento por compartir con médicos de mucha experiencia como el cirujano Asbel de la Cruz, y jóvenes recién graduados de todas las provincias de Cuba, especialmente de Villa Clara.

“Nuestra misión se ha caracterizado, dice el doctor Pi, por contar con especialistas de vasta experiencia, como son los cirujanos, ortopédicos y radiólogos, así como otro importante grupo de especialistas en Medicina General Integral que ya han laborado en Venezuela y otras misiones, y el no menos importante que forman los recién graduados que han asumido la tarea con profesionalidad y madurez política.

“Cuando salimos de Cuba y me dieron la tarea de dirigir este colectivo, no conocía a nadie. Lo primero que hice fue dialogar con el cocinero, quien tendría la decisiva misión de ayudarnos a sobrevivir. Después, sobre la marcha, y analizando las características de cada cual elegí el consejo de dirección; luego, con la ayuda de la militancia del Partido, logramos una unidad grupal que me hace sentir contento con los resultados que hemos obtenido tanto en los servicios en el propio hospital, como en el trabajo de terreno con dos campamentos de refugiados.

“Recuerdo, continúa el doctor Pi, que lo primero que hice en el hospital fue servir de ayudante del cirujano, en una cesárea, la cual no podíamos remitir y tuvimos que entrenar aquí. Se presentó en la madrugada del 3 de diciembre con muy pocas condiciones quirúrgicas, y no teníamos otra alternativa. Ya Celia crece en los brazos de su madre.“

Debajo de la pendiente de la montaña están ubicadas las tiendas de campaña. El hospital tiene vida. Se consultan diariamente más de 160 casos. La rehabilitación y fisioterapia son una constante. Los paquistaníes de estos lejanos lugares descubren los beneficios de la ciencia con la utilización de equipos de la más alta calidad a nivel internacional.

En Besham hay un hospital civil sin uso por no tener personal especializado ni equipamiento. En sus edificaciones los médicos cubanos ofrecen consultas de Medicina General y Ortopedia. Los pocos técnicos que posee han comenzado un adiestramiento con los colegas venidos de muy lejos a ayudar.

Luisa Caridad Montesinos, técnica de Laboratorio, y su esposo Ramón Jesús Pozo, técnico en rayos X, ambos de La Palma, en Pinar del Río, en la actualidad transmiten sus experiencias a Tocti Khan y a Recham, trabajadores del mencionado hospital.

Tocti lleva tres años trabajando en su especialidad, pero con los cubanos está aprendiendo y perfeccionando el dominio con el analizador de Bioquímica. Al respecto dijo estar muy contento por tener la oportunidad de conocer, mediante los colegas, el dominio de equipos tan beneficiosos para el trabajo de laboratorio y de alto grado tecnológico.

Los días pasan. Un hombre que sufrió una caída regresa a su lugar de origen con yeso; el padre trae a su pequeño que recibe tratamiento y medicamentos gratis; el viejo de barba rojiza calma su dolor lumbar a través del calor focalizado y la ayuda de los fisioterapeutas. A la memoria acude otra montaña, la Sierra Maestra, otro médico, Julio Martínez Páez, con grados de Comandante ganados en el fragor del combate y en el ejercicio de su profesión en condiciones adversas junto a la tropa y que fue su profesor. Hay continuidad; su alumno Agustín Pi Gómez no ha dejado de corresponder con su ejemplo y mantiene viva la estirpe de hombres como su profesor y padre.