Rebelión
February 8, 2006

 

West vs. Islam 
Mohammed and the freedom of the press

Lisandro Otero

Rebelión

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=26521

 

The publication of offensive caricatures by a Danish daily, which were later reprinted in many other European newspapers, has given rise to widespread confrontation in the form of demonstrations, protest rallies, stone-throwing against consulates, embassies set on fire, and a vast spate of Arab indignation at the West.

In one of the cartoons, Mohammed is wearing a bomb-shaped turban. Now picture this: a bazooka-carrying rabbi bent on killing Palestinians, or an image of Jesus Christ flying an F-86 as he machine-guns Iraqis. There would be an enormous outcry in the Western media about its anti-Semitic, anti-Christian blasphemous author.

What the European papers are trying to prove, is that Islam is a violent religion, a clumsy, bewailing statement which overlooks Islam’s endless nuances and the social cleavages inherent in such a colorful, if differentiated, civilization. All fighting comes from states and their political organizations, not from religions. Any grudge about Islam stems from its resistance to being subjected to foreign occupation, and its opposition to having its oil resources intensively exploited.  

To cap off all this sheer stupidity, media organs in Europe and even in the U.S. are now reprinting the said images en masse so as to reassert a freedom of the press which they claim is being jeopardized. Not quite so, actually. Europe and the United States are determined to engage Iraq in a war and need to convince their citizens that it is a just attack against aggressive, quick-tempered and cruel people. All wars have been through this. During World War Two, the Germans and Japanese alike were depicted in cartoons, films, newspapers and radio stations as awful breeds of hatred and evil. Thus was created a negative image which prevailed over any common sense, and that’s what they’re doing now: a string of conditioned reflexes has to be in place to ensure a war-condoning spare pool of opinion.

 

Everyone knows there’s no such thing as freedom of the press. The big corporate owners of the mass media place them at the beck and call of their own interests and make news reporting conditional upon whatever theses they wish to impose. This was clearly seen in Iraq from the very outset of the war. Famed media like The New York Times and CNN, held to be “unbiased” and “no-nonsense”, gave versions so distorted, intriguing and misleading that their reputation was compromised and their ability to sway public opinion diminished. 

The war in Iraq proved to the undecided that the much-trumpeted freedom of the press is but a nonexistent myth. Without the slightest hesitation, newspapers as well as radio and television stations in the U.S. took to defending Bush’s official truth in their presentations. Newscasters invariably spoke about how the troops had gone to Iraq to reinstate democracy, to fight to free the Iraqi people and to crush terrorism for good. In no broadcast was anything ever said about the ambitions of the big oil consortia, nor did they mention Bush’s, Cheney’s and Condoleezza’s obvious links with petroleum cartels like Chevron, Texaco, Mobil Oil and Shell. They paid no heed to the heart of the matter facing the world: the imperialist voracity of wealthy capitalism’s great monopolies.

Mainstream America swallowed these lectures hook, line and sinker. It hit the streets with its little flags, inflamed with patriotism, in the belief that they were really fighting to rescue people in chains. They were unaware that both the oil companies and their ruthless cat’s-paws in government were using them like stooges to quench their thirst for profits.

Monopoly capital is more and more concentrated each passing day as the small enterprises fall into the hands of big, mind-bending corporations. The new media moguls are huge holdings within the so-called communication industry and therefore related to newspapers, magazines, and radio and television networks. For all intents and purposes, the media’s freedom of expression is the freedom of great financial capital to shape public opinion according to its interests.

By way of the mass media, the future of the market economy will bring us a grand totalitarian technocracy, electronically connected to a common brain in a central computer from which rules of behavior will be dictated for every given situation. “Ffreedom of information” has been replaced by a collective covenant to accept a single “truth". Cognitive will is being outdone by robotized surveys and obsequious criteria. 

This nonexistent “freedom of the press” must not become an excuse to foster religious hatred, xenophobia and intolerance as part of a psychological war to squash the Arab people’s justified nationalist rebelliousness.

 

gotli2002@yahoo.com  

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Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas 08-02-2006
Occidente vs. Islam
Mahoma y la libertad de prensa

Lisandro Otero
Rebelión
La publicación de unas caricaturas ofensivas en un diario danés, luego reproducidas en muchos otros periódicos europeos, ha dado lugar a una extendida confrontación que ha suscitado manifestaciones, protestas, apedreamiento de consulados, incendio de embajadas y una vasta ola de rencor en el mundo árabe contra Occidente.

La caricatura muestra a Mahoma con un turbante en forma de bomba. Imaginemos casos similares, un rabino portador de una bazuca con la cual extermina palestinos, o una imagen de Jesucristo piloteando un avión F-86 desde el cual ametralla iraquíes.  Ello daría lugar a un vasto clamor de los órganos occidentales acusando de antisemitismo o de blasfemia anticristiana  a los autores.

Lo que trata de demostrar la presa europea es que el Islam es una religión violenta y ello es una afirmación torpe y majadera porque ignora los infinitos matices dentro del Islam y las fisuras sociales que  fraccionan y otorgan una coloración múltiple a esa civilización. No son las religiones las que combaten sino los estados que responden a sus organizaciones políticas. El rencor contra el Islam se origina por su resistencia a no dejarse dominar por la ocupación extranjera, por su inconformidad con la explotación intensiva de sus recursos petroleros.  

Para colmo de necedades ahora la prensa europea, e incluso la estadounidense, ha comenzado a reproducir las caricaturas masivamente como una manera de reafirmar la libertad de prensa, que, alegan, ven amenazada. La realidad es otra. Europa y Estados Unidos se han empeñado en una guerra contra Irak y necesitan convencer a sus ciudadanos que esa guerra es justa, que ha sido emprendida contra sujetos agresivos, coléricos y crueles. Esto se ha hecho en todas las guerras. Durante la Segunda Guerra Mundial alemanes y japoneses aparecían en caricaturas, en la cinematografía, en la prensa, en la radiodifusión,  como horribles engendros del odio y la maldad. Se creaba así  una imagen negativa que predominaba  sobre cualquier raciocinio. Es lo que se está haciendo ahora: hay que montar una cadena de reflejos condicionados que permitan una retaguardia de opinión favorable a la guerra.
Todos saben que la libertad de prensa no existe.  Las grandes corporaciones propietarias de los medios de comunicación los sitúan al servicio de sus intereses y condicionan la emisión de noticias a las necesidades de las tesis que deseen imponer. Esto fue bien visible al iniciarse la guerra en Irak cuando medios reputados como "neutrales" y "serios" como el New York Times y la CNN dieron versiones tan distorsionadas, tan intrigantes e impostoras que comprometieron su reputación y mermaron su capacidad de influir en la opinión. 

La guerra en Irak vino a demostrar a los que aún dudaban que la cacareada libertad de prensa es un mito inexistente. Los periódicos estadounidenses unidos a sus estaciones de radio y de televisión se  dedicaron a defender la verdad oficial del gobierno de Bush sin deslizar ni un átomo de hesitación en sus presentaciones. En el lenguaje de los locutores se hablaba constantemente de cómo las tropas habían ido a Irak a restablecer la democracia, a luchar por la libertad del pueblo iraquí, a aplastar para siempre el terrorismo. En ninguna emisión se comentaba sobre  las ambiciones de los grandes consorcios petroleros, ni se mencionaban las evidentes vinculaciones financieras de Bush, Cheney y Condoleezza con los carteles del hidrocarburo: Chevron, Texaco, Mobiloil, Shell. No se fue a las entrañas del fenómeno que el mundo está sufriendo: la voracidad imperialista de los grandes monopolios del capitalismo desarrollado.

El pueblo estadounidense se traga estas monsergas y sale con sus banderitas a la calle, inflamados de patriotismo, creyendo realmente que combaten por el rescate de un pueblo encadenado sin percatarse que están siendo usados como autómatas para satisfacer el apetito de ganancias de las empresas petroleras y de los despiadados peones que las sirven desde las esferas de gobierno.

Cada día el capital monopólico se concentra más y las pequeñas  empresas pasan a manos de las grandes corporaciones que son las dictadoras de la opinión. Los nuevos amos de la prensa son inmensos "holdings" insertados en lo que se llama la industria de la comunicación y están ligados a periódicos, revistas, cadenas de radio y televisión. La libertad de expresión de la prensa es, en realidad, la libertad del gran capital financiero de moldear la opinión pública de acuerdo con sus intereses.

El futuro de la economía de mercado nos depara, en los medios de comunicación masiva, una gran tecnocracia totalitaria unida electrónicamente a un cerebro común en una computadora central que dará las pautas de comportamiento ante cada contingencia.  La "libertad de información" ha desaparecido ante un pacto colectivo de aceptar una "verdad" única. El albedrío cognoscitivo se eclipsa ante la robotización de la encuesta y el sometimiento del criterio. 

No puede esgrimirse la inexistente "libertad de prensa" como una excusa para fomentar el odio religioso, la xenofobia y la intolerancia como parte de una guerra psicológica para aplastar la justificada rebeldía nacionalista de los pueblos árabes.  
gotli2002@yahoo.com