March 11, 2006

Walterio Carbonell, redress and tribute

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu    

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.
http://www.granma.cubaweb.cu/2006/03/11/cultura/artic01.html
 

Forty-five years after it was first edited, the National Library José Martí has again published Walterio Carbonell’s Cómo surgió la cultura nacional (How national culture came to be) to launch Ediciones Bachiller, a humble but arduous effort to rescue forgotten, yet essential, Cuban literary texts.

National Library director and renowned essayist Eliades Acosta rightly remarks that Walterio’s book “is one of the most radical pieces in the Revolution’s historiography". Both the author and his book were surely tagged as evil as a result of their radical nature. Going headfirst and with fully-loaded cannons into historiographic conventions and domestic myths, gave rise to an upheaval of wariness and denials in his epoch. What should have become a consistent debate of his theses remained hidden in a miasma of ostracism, perhaps tampered with by the existing circumstances.

It came as no surprise to Walterio, who personally confessed to this reporter a few months ago: "my statements were racked with urgency; it was the dawn of the Revolution, our internal ideological struggle had reached its peak and I wanted to help ideologically revolutionary views to gain ground. I should have reviewed what I wrote then, developed my ideas more, and gone deeper into more than one thing or two, but it proved impossible".

These considerations by no means reduce the basic significance of an essay which for the first time highlighted, in an organic and integrated manner, the contribution of a dominated culture, that of black slaves, and the birth and growth of our nation.

Walterio’s starting point was a Marxist conception of history, detached from any mechanistic and oppressive dogmas. He says that, “neither the nation, nor national culture, are synonymous with its social classes, but a product”, and "the problem of creating a nation and its national culture demands an analysis which goes beyond a mere appraisal of a society’s living conditions and class conflicts". This has been a highly complicated issue in Cuba since in the 19th century because, “not only were the fundamental classes, that is, slaves and slaveholders, in conflict, but as well were the psychic and cultural formation of the Spanish and African population". The author took a decisive step towards a dialectical articulation of this topic. He had already smashed to pieces what he called "a bookish and aristocratic approach to culture". He wondered “whether it would be true that our cultural inventory is made up of a collection of reactionary ideas put across by Arango y Parreño, José Antonio Saco, Luz y Caballero and Domingo del Monte" or “whether by any chance popular culture, whose strength lies in black people’s traditions, is not a cultural tradition".

In his conclusions, oddly enough, placed halfway through the text, Walterio summarizes several assessments that are full-fledged science nowadays but which, at that time, and so passionately expressed, seemed inflammatory. Today, for instance, we know that “the Ten Years  War was the expression of the ultimate decomposition of slavery in Cuba" and “it was waged against the metropolis as much as it was against the vast majority of slaveholders", but I’m not sure at this juncture that ideas such as “as the driving force of the colonial economy as well as the most exploited class (...), the slaves, became the most revolutionary class" have been deeply studied or, instead of a response to the metropolis’s restrictive policies, "the multiple slave uprisings were a major cause of division amid the ruling class (...): between annexationists and reformists".

Walterio’s book provides the Cuban scientists with present-time proposals to debate and discuss. It would suffice to reintroduce this statement to encourage analysis: "Africa has facilitated the victory of social changes in the country, which by no means imply that Spain has disappeared. It has Africanized instead ".

At any rate, it would be both useful and convenient to breathe the fresh air supplied by Cómo surgió la cultura nacional. Walterio’s work is alive, just like he is, day after day in his quiet post there in the National Library José Martí, proud of having dedicated his book to Fidel and with the memories of having been the one who, in Paris, during the years of Batista’s tyranny, flew the 26th of July banner from the Eiffel Tower.

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11 de marzo 2006

Walterio Carbonell, reparación y homenaje
http://www.granma.cubaweb.cu/2006/03/11/cultura/artic01.html

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu 

Cuarenta y cinco años después de su primera edición, la Biblioteca Nacional José Martí ha vuelto a publicar Cómo surgió la cultura nacional, de Walterio Carbonell, para dar inicio a Ediciones Bachiller, un modesto pero arduo esfuerzo por rescatar textos olvidados y, a la vez, imprescindibles, de las letras cubanas.

Tiene razón el destacado ensayista y director de la Biblioteca, Eliades Acosta, cuando afirma que el libro de Walterio "es uno de los más radicales de la historiografía revolucionaria". Esa radicalidad seguramente le ganó el título de malditos al autor y a su libro. Entrar a fondo, y con los cañones cargados, a las convenciones historiográficas y a los mitos nacionales, originó un terremoto de recelos y negaciones en su tiempo. Lo que debió derivar hacia un debate consistente de sus tesis, quedó, quizás mediatizado por las circunstancias de la época, oculto en las miasmas del ostracismo.

Para Walterio no fue una sorpresa. Él mismo confesó hace unos meses a este redactor que "mis planteamientos estaban transidos de urgencia, eran los primeros años de la Revolución y la lucha ideológica interna estaba en su punto; yo quise contribuir a que las posiciones revolucionarias en la ideología ganaran terreno. Debí volver después sobre lo que escribí, desarrollar más las ideas, profundizar en más de un aspecto, pero luego no me fue posible".

Estas consideraciones no merman, en lo absoluto, la importancia capital de un ensayo que puso, por primera vez, de una manera orgánica e integral, el acento en la contribución de la cultura dominada, la de los negros esclavos, en el nacimiento y el crecimiento de nuestra nación.

El punto de partida de Walterio fue una concepción marxista de la historia que se apartó de todo tipo de mecanicismo y aherrojamiento dogmático. Cuando nos dice que "ni la Nación ni la cultura nacional son exactamente las clases sociales, son un producto" y que "el problema de la formación de una nación y su cultura nacional requiere un análisis que va más allá del mero análisis de las condiciones materiales de una sociedad y sus conflictos clasistas", cuestión harto más complicada en Cuba por cuanto en el siglo XIX "no solo estaban en conflicto las clases fundamentales, los esclavos y los esclavistas, sino también la formación psíquica y cultural de la población española y africana", el autor daba un paso decisivo en la articulación dialéctica del tema abordado. Antes había hecho trizas lo que llamó "concepción libresca y aristocrática de la cultura", al preguntarse si "será cierto que nuestro inventario cultural está integrado por el conjunto de ideas reaccionarias de Arango y Parreño, José Antonio Saco, Luz y Caballero y Domingo del Monte" o si "acaso la cultura popular, cuya fuerza reside en la tradición negra, no es tradición cultural".

En las conclusiones del ensayo, curiosamente dispuestas en la medianía del texto, Walterio condensa algunas apreciaciones que hoy son ciencia constituida, pero que en su tiempo, y dichas con tal pasión, parecían incendiarias. Hoy, por ejemplo, sabemos que "la Guerra de los Diez Años es la expresión de la descomposición final del sistema esclavista en nuestro país" y que "fue librada no solo contra la metrópoli sino también contra la inmensa mayoría de los esclavistas", pero no estoy seguro de que a estas alturas se haya profundizado en "que habiendo sido los esclavos el motor de la economía colonial y a su vez la clase más explotada (...) devinieron las clases más revolucionarias" o, en lugar de ser una respuesta a las políticas restrictivas de la metrópoli, "las múltiples sublevaciones de los esclavos fue una de las causas principales de las divisiones que se produjeron en la clase dominante(...): anexionistas y reformistas".

Los científicos sociales cubanos tienen en el libro de Walterio propuestas actuales para debatir y polemizar. Bastaría retomar esta afirmación para incentivar el análisis: "África ha facilitado el triunfo de la transformación social del país. Esto no quiere decir que España haya desaparecido. España se ha africanizado".

En todo caso sería útil y conveniente respirar el oxígeno que aporta Cómo surgió la cultura nacional. La escritura de Walterio está viva, como él mismo, día a día en su callado puesto de la Biblioteca Nacional José Martí, orgulloso de haber dedicado el libro a Fidel y con la memoria de ser quien en París, en los años de la dictadura batistiana, hizo ondear la bandera del 26 de Julio en la Torre Eiffel.