Terrorista y farsante

En una deleznable operación de mercadoctenia, que sigue llevando agua al molino de la impunidad, los encubridores de posada Carriles pretenden ahora hacer pasar al más connotado criminal del hemisferio como ingenuo artista plástico. JR revela la verdad

http://www.jrebelde.cu/2006/enero-marzo/mar-12/mundo_terrorista.html

Deisy Francis Mexidor

Cada vez se hace más irrebatible que George W. Bush mira hacia el otro lado en su autoproclamada guerra contra el terrorismo. Con solo hojear las páginas de El Nuevo Herald —si no quiere hacerlo él, pues se duda de su capacidad para leer, que se lo pida a su hermanito Jeb afincado en la gobernación de la Florida—, encontraría un inventario del terror: vería fotos de criminales, reuniones que instan a acabar a bombazos con un estado soberano, abogados que insinúan chantajes en defensa de un connotado asesino y hasta subastas a favor de un terrorista.

Justamente, el pasado 2 de marzo ese libelo publicó una nota en la que informaba que 50 obras de Luis Posada Carriles, serían vendidas por iniciativa de un comité de ayuda, integrado por lo peor de la comunidad de origen cubano en esa ciudad.

Ayer el Diario Las Américas, en un virulento artículo, calificó de “éxito rotundo y significativo” el suceso, donde lo que más vale y brilla del mundillo anticubano se dio cita y se llevó a casa incontables cuadros del “autor”.

Sin embargo, hay un detalle elemental que desconocen y que marca la diferencia en el caso de este terrorista a quien pretenden presentar como artista de la plástica, quizá con la intención de “suavizar” su imagen y mostrarlo como “hombre sensible, incapaz de ocasionar daños”, cuando está a punto de conocerse si se le otorga o no la libertad condicional

SE VENDE GATO POR LIEBRE

Lo curioso es que según las evidencias Luis Clemente Faustino Posada Carriles no es el autor de las obras que vende, o por lo menos no es el autor de buena parte de estas.

Como reflejó la nota del Herald, casi la totalidad de los cuadros fueron realizados durante la etapa de prisión en Panamá (2000-2004) y en el Centro de Detención de El Paso, Texas, donde se encuentra desde el 17 de mayo último hasta que concluya el arreglado proceso que se le sigue en su contra por el risible delito de entrada ilegal al territorio de Estados Unidos, en vez de haber sido aprehendido y encausado por lo que es: un terrorista.

En realidad, Posada se hizo de la mayoría de las obras durante su estancia en la cárcel panameña Renacer, donde en lugar de sufrir las privaciones de  un encierro, disfrutaba de los placeres de un hotel.

“Allí las autoridades penitenciarias le habilitaron un local para que varias personas, con conocimiento y habilidades para la pintura, pintarrajearan cuadros que luego eran firmados por el terrorista como suyos y comercializados posteriormente en Miami, Panamá y otras naciones centroamericanas”, afirmó un periodista istmeño que pidió el anonimato, en declaraciones a Juventud Rebelde.

Entre los individuos que trabajaban para él estaban los narcotraficantes presos Gaspar Vitola, Francisco Mendoza y Jorge Javier Cerrud, quienes le daban sus pinturas a bajos precios, por supuesto sin rubricar, porque esa era la parte del negocio que le correspondía a Posada.

Según la fuente, este les solicitaba a los reos que le hicieran cuadros con paisajes bucólicos y estampas de iglesias, por los que pagaba entre 40 y 50 dólares, para revenderlos luego en subastas —como esta que sus compinches acaban de hacer en Miami—, a precios más de tres veces por encima del valor de adquisición.

OTROS GATOS EN LA JABA

En mayo de 2004, parte de esa “obra artística” fue expuesta en una entidad oficial panameña, ubicada en la zona histórica de la ciudad, donde compartió la galería con la muestra que montó otro preso de nombre Cancio Tazón.

Tanto la entonces presidenta de la República de Panamá, Mireya Moscoso, como la directora de Prisiones, Concepción Corro, recibieron cuadros obsequiados por el terrorista —como si fuesen obras suyas—, en agradecimiento por las gestiones que hacían a su favor y que luego se concretaron con el escandaloso indulto que le garantizara la mandataria a él y a sus socios Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Crispín Remón y Guillermo Novo Sampoll.

Según cuentan, la Moscoso, como muestra de gratitud hacia el “artista”, “decidió colgar el cuadro en su oficina del Palacio de las Garzas hasta que concluyó su mandato”, cuando fue a refugiarse donde el diablo los cría. Se sabe que cenó en la residencia de Novo Sampoll y que en pago a sus servicios la ultraderecha de Miami le obsequió la bicoca de un auto de lujo Lincoln, modelo Town Crown, valorado en casi 125 000 dólares. Habría que averiguar si el carro procede de la red de robo de automóviles que comandaba uno de los amigotes de Posada en El Salvador.

NUNCA HA FALTADO EL DINERO

Con la reciente subasta —en la que también se incluyen algunas pinturas de Orlando Bosch, otro que se dice artista—, los correligionarios del terrorista podrían llegar a recaudar hasta 17 500 dólares en poco tiempo, saldo conservador, pues el mismo Diario Las Américas aseguró que los cálculos del resultado económico estuvieron “muy por debajo de lo que objetivamente resultó”.

Es evidente que si algo no les ha faltado jamás a Bosch y a Posada es dinero para vivir a costa de la política agresiva contra Cuba, y para pagar a mercenarios y sustentar sus fechorías.

En una extensa entrevista realizada a Posada Carriles por el The New York Times, en julio de 1998, afirmó que recibió apoyo financiero de los líderes de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) y que Jorge Mas Canosa, el jefe de esa organización terrorista, fallecido en 1997, “cuando necesitaba dinero, me daba 5 000 dólares, me daba 10 000 dólares, me enviaba 15 000 dólares... El dinero llegaba con un mensaje: ‘Esto es para la iglesia’”.

En total, según el Times, Mas Canosa le entregó unos 200 000 dólares a Posada sin especificarle siquiera que el monto en metálico provenía de la Fundación o de fuentes privadas.

¿LOS CAMINOS DEL GUERRERO HACIA EL SALVADOR?

Precisamente en esa entrevista el criminal reconoció haber planeado, financiado y dirigido la campaña de bombas contra los hoteles de La Habana en 1997, que causó la muerte de un turista italiano, Fabio Di Celmo, y numerosos daños materiales en las instalaciones hoteleras. Su cinismo quedó demostrado cuando confesó que Fabio estaba “sentado en el lugar equivocado en el momento equivocado”.

Pero fue en El Salvador y Guatemala donde Luis Posada Carriles organizó la mencionada ola de atentados. Desde allí envió los pertrechos a la Isla a través de “mensajeros”, uno de los cuales, Raúl Ernesto Cruz León, detenido y procesado en Cuba, confesó los detalles del macabro plan y definió a Posada como el padre de todos los terroristas.

En el libro Mensajeros de la muerte, del investigador cubano José Luis Méndez Méndez, se recogen por primera vez las acciones terroristas realizadas contra Cuba desde Centroamérica y particularmente se reconoce el desempeño de Posada en esa región, hábitat natural de sus criminales operaciones durante más de dos décadas.

Frankie Flores, exiliado salvadoreño en Estados Unidos, comentó a JR que “Posada Carriles comandó los escuadrones de la muerte en El Salvador durante la guerra; él fue quien capturó a la comandante Nidia Díaz y operaba desde el aeropuerto militar de Ilopango. Tenemos que detener su posible envío a mi país, ya que con la nueva Academia Internacional de Policía allá, tal parece que a eso va, a asesorar a la ILEA (siglas en inglés de la Academia Internacional de Aplicación de la Ley).

Que se conozca, no hay ningún reporte de que Posada estuviese haciendo “arte” en medio de Ilopango, aunque sí está claro que se había convertido en artista del terror y de las acciones encubiertas.

Eduardo Soto, su abogado, manifestó al canal 41 de Miami la preocupación porque el gobierno de Estados Unidos ofrezca las “garantías estrictas” para que su cliente “no sea enviado a Cuba ni a Venezuela” y que en caso de ser enviado a un tercer país, El Salvador se compromete a proteger a Luis Posada Carriles, pero antes tiene que firmar un documento legal para mayor seguridad de que el asesino no sería entregado bajo ningún cargo.

CAMBIAR A 250 000 SALVADOREÑOS POR UN TERRORISTA

Tal vez ese fue uno de los principales puntos de la agenda de Elías Antonio Saca, presidente de El Salvador, en su más reciente periplo por la Casa Blanca, ocasión en la que W. Bush le confirió una atención especial.

Para el servil mandatario centroamericano es importante mantenerse a bien con el amo. De su encuentro con el presidente estadounidense salió a la luz una nueva prórroga para el denominado Estado de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), que favorece a unos 250 000 indocumentados salvadoreños que viven en Estados Unidos. Ellos son los que sostienen la maltrecha economía del país a través del envío de remesas, las cuales alcanzaron cifras de unos 3 500 millones de dólares en el 2005, una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB) de la pequeña nación.

Pero también Saca tuvo tiempo para una reunión con congresistas hispanos en el lujoso restaurante Versalles, en Florida, donde se decidieron cuestiones “elementales” acerca del futuro de Posada. El plan propuesto no podía ser más “ventajoso”: cambiar a 250 000 coterráneos por un terrorista.

Así lo confirma Frankie: “Ya me olía mal que cuando Saca vino a Gringolandia lo primero que hizo fue reunirse en privado con los hermanos Díaz-Balart e Ileana Ross en Miami”.

Lo mismo asegura a JR el periodista salvadoreño Eduardo Melgar, residente en Texas, quien expresó que Saca fue a Miami y “lo vieron reunido en un restaurante, donde los gusanos le pedían ‘el favor’ de aceptar a Posada Carriles”.

No sería extraño que dentro de poco Posada viajara a El Salvador para inaugurar una exposición de naturalezas muertas —de por sí todo lo que pasa por sus manos muere—, y hasta se embulle a quedarse gracias al apoyo de los muchísimos compinches que allí posee.

En un artículo publicado en el número 41 de la revista mexicana Contralínea, en agosto del pasado año, se señala que entre esos amigos hay desde ministros a empresarios, agentes turísticos, altos jefes de la policía nacional, apoderados de clubes de fútbol o dueños de negocios de comida. O si no que lo digan el acaudalado Guillermo Sol Bang, propietario de los supermercados Del Sol; Rodrigo Ávila, jefe de la Policía Civil, sin contar que el terrorista es socio de Mario Acosta Oertel, ministro del Interior en el año 2000, cuya esposa Ana María Rodríguez Llerena es prima-hermana del terrorista Otto René Rodríguez Llerena, reclutado por Posada, y juzgado y condenado por nuestros tribunales.

ATENTADO AL SENTIDO COMÚN

La subasta de Miami revela una vez más al farsante y constituye una nueva afrenta a los verdaderos artistas; a los familiares de las víctimas que han sufrido a causa de las acciones criminales de Posada Carriles; a los cinco luchadores antiterroristas cubanos encarcelados en prisiones estadounidenses; a la justicia, al sentido común y a la inteligencia humana. Es, además, un tácito reconocimiento de la protección y apoyo que reciben los asesinos confesos dentro de aquel país.

Solo en Miami un terrorista sigue acaparando la atención de los medios de prensa por sus fabricados atributos, mientras se promueve, dilata y justifica el encierro de los Cinco, y continúa oculta la verdad.

¿Qué pensaría el pueblo norteamericano si en algún diario de EE.UU. apareciera cierta reseña publicitando un remate de pinturas de Osama bin Laden? Para cualquier estadounidense bin Laden es la máxima expresión del terrorismo, como lo es para el mundo —aunque Bush se empeñe en ignorarlo— Luis Posada Carriles, padre de todos los terroristas.