El
bombillo rojo de lo urgente
Muchos han sido los correos
llegados a nuestra redacción para compartir o
criticar la posición de JR con relación a
la serie La cara oculta de la Luna. Por la
importancia del debate que se ha generado,
invitamos a nuestros lectores a formar parte de
este
José Luis Estrada
Betancourt y Randol Peresalas
joselestrada@jrebelde.cip.cu
Fotos: Geni
Aunque en el fondo lo deseábamos, nunca
imaginamos que el artículo No tan oculta, y
sí ineludible, publicado en estas páginas,
despertaría tanta polémica entre los lectores.
Más allá de lo que pueda significar para
nosotros el apoyo mayoritario hacia este trabajo
—lo que como es lógico nos alegra—, lo
interesante continúa siendo que el área de
debate se expande y abarca todos los sectores de
la sociedad. Es por ello que nuestro objetivo
ahora es establecer un diálogo, cuya esencia se
centre en la función social de La cara oculta
de la Luna, más que en lo estrictamente
estético, y donde la pluralidad de criterios sea
el denominador común.
Son muchos los correos electrónicos y las
llamadas telefónicas recibidas a partir del
pasado 25 de febrero, en su mayoría apoyando
nuestros planteamientos, pero también han
llegado otros que discrepan. Ese es el caso, por
ejemplo, de algunos trabajadores de la Asamblea
Municipal del Poder Popular de Florida,
Camagüey, quienes se reunieron para debatir el
capítulo transmitido el 1ro. de febrero.
Según consta en el mensaje, este no llevaba “el
nivel educativo que requieren nuestros jóvenes,
por no estar al nivel de los valores éticos y
morales que caracteriza a los mismos; además,
esta situación es inquietud y preocupación de
padres de niñas de tempranas edades”. Ellos
refieren que muchos televidentes de dicho
municipio se pasman por la salida al aire de
esta serie, y es que —argumentan— “no es común
ver en nuestra televisión programas de estas
características, pues todos ellos llevan un
mensaje político y educativo acorde con nuestros
principios revolucionarios”.
Juventud Rebelde,
siguiendo su política de hacer extensivas las
opiniones de sus lectores a aquellos organismos
que la generan, hizo llegar a la División de
Dramatizados de la TVC la inquietud anterior.
Magda González Grau, directora de este
departamento, respondió: “Cuando decidimos
abordar estas temáticas en el espacio, estábamos
convencidos de que surgirían reacciones en
nuestro pueblo, pues no son temas que se
acostumbran a tocar en el género de dramatizados.
Sin embargo, nuestro público debe conocer que
desde hace unos tres años estos asuntos son
tratados por otros espacios como Hablemos de
Salud y Vale la pena, de manera
abierta y directa. Pero no han tenido el impacto
que se deseaba, puesto que las estadísticas
reflejan que el sida sigue propagándose, y
conductas negativas como la promiscuidad y la
asunción de la sexualidad de manera
irresponsable continúan proliferando en nuestra
población.
“Por esto, y cumpliendo con la responsabilidad
social que tenemos los realizadores de la
televisión, como primera línea de la Batalla de
Ideas, se decidió asumir el dramatizado como el
género ideal para sembrar mensajes, a través de
la emoción y de la identificación de los
espectadores con los dramas humanos.
“Para escribir y realizar esta telenovela se
acudió a la asesoría de especialistas del Centro
de Educación Sexual y del Centro Nacional de
Prevención del VIH-SIDA, y todo lo que se
refleja en ella forma parte de la realidad de
nuestra sociedad. Hasta ahora se han expuesto
conductas y actitudes negativas, pero aún faltan
las consecuencias de estas actitudes. La
enseñanza y la moraleja de las cinco historias
están por llegar”.
IDEAS ENCONTRADAS
Desde
Moa, Holguín, también nos escribió María
Cristina Arderi Rabilero, trabajadora del MINBAS,
quien manifiesta sentirse asombrada “en primer
lugar, de las palabras utilizadas para definir
la fiesta presentada como normal en ese
serial... supuestas escenitas ‘fuertes’, y más
aún llamar mojigatería ante la reacción de asco,
ante algo que daba eso: ASCO. ¿De qué rescate de
valores presumimos nosotros, si vemos como
normal ese tipo de cosas? Aunque sucedan en
realidad, y no lo dudo, ¿se puede ver como algo
normal esa depravación, falta de pudor y hasta
de fidelidad y respeto por los amigos? ¿Hay algo
positivo en estas relaciones y modo de actuar?
¿Es algo bonito e ‘instructivo’, como dijo la
vecina de Cojímar la ‘clase’ sobre
actuación
sexual que dio Yamina a Amanda, antes de que
esta se acostara con Léster?
“Parece mentira que series como esta se exhiban
en las pantallas de la Televisión Cubana, y más
aún, que falten al respeto a quienes
reaccionamos en contra de ellos. ¿No nos
enorgullecemos de ser un país muy culto? ¿Dónde
está esa cultura?, ¿dónde? El tema del VIH hay
que tratarlo fuertemente para intentar frenarlo,
pero creo que este serial hasta el día de hoy no
ha enfocado el tema de la forma correcta o ha
incluido formas que lejos de educar, deforman.
¿Por qué no se dice que el preservativo no
protege totalmente del peligro de contagio? Eso
se sabe, como se sabe que la estabilidad de la
pareja y la fidelidad son las cartas de triunfo
ante esta terrible enfermedad, y de eso ni se
habla.
“¿A dónde vamos a parar con este tipo de
mensajes que llegan a nuestros hogares por un
medio que es tan usado en este país? En ningún
momento se ha puesto en la boca de algún
personaje normal de La cara oculta... el hecho
de que las relaciones sexuales en adolescentes
de 14 años promedio son inaceptables, que sus
cuerpos y sus mentes no están preparados para
esto, que todo tiene su momento, que es bonito
el amor cuando surge, pero que no necesariamente
este amor es sinónimo de relación sexual. Lo
lamentable no es solamente la falta de
comunicación o el extremismo de la madre de
Amanda, lamentable son también las palabras de
la madre de Yamina que acepta sin problemas las
relaciones de su joven hija, solo preocupándole
‘si se protege o no’. Recuerden los
productores, realizadores y todo el que tiene
que ver con esto que hay cosas que no pasan de
moda: LA MORAL, EL PUDOR, EL RESPETO, LA AMISTAD
y el AMOR VERDADERO, esos VALORES son los mismos
aunque se use la maxifalda o se lleve el ombligo
afuera, esas son modas, los otros son PRINCIPIOS
que diferencian a las personas de los animales”.
Sin embargo, Norberto, trabajador de la cadena
Meridiano, de Cubalse, considera que en la
medida que seamos más receptivos con la
realidad, seremos más cultos. “Una vez más se
comprueba que nuestro pueblo es instruido, sabe
apreciar lo que educa a las generaciones que nos
suceden. ¡Qué ejemplo más bonito el de la señora
de la pizza! Los sonrojados científicos, con los
pies en la Luna, que ojalá sean pocos, deben
comprender que nuestra juventud no solo es
incondicional a nuestro proceso, a nuestras
tradiciones patrióticas; también es
incondicional a la realidad, a la verdad.
“Fidel y Raúl nos acostumbraron a eso, a
decirnos la verdad, sin tabúes ni miedos. Cuando
hubo que hablar de drogas, se habló; cuando ha
sido necesario decir públicamente que nos
equivocamos, se ha dicho. Eso el pueblo lo
observa, lo aprecia con un alto grado de
pertenencia. No se debe temer a exponer
problemas sociales de esa envergadura, considero
que son necesarios, cuánta profilaxis hemos
recibido. Vengan series como esas, así protejo a
mis hijos, y, a su vez, aprenden ellos”.
Pero va más lejos el licenciado Junior Montero
Jiménez, especialista en Promoción y Educación
para la Salud en Majagua, Ciego de Ávila:
“Resulta llamativo, que, a pesar de los logros
sociales y educativos de la Revolución Cubana,
del nivel cultural de la mayor parte del pueblo
y de las campañas educativas ya lanzadas, el
tema que analiza la serie La cara..., se
siga considerando escabroso, tabú o delicado.
¿Será que se está mintiendo? ¿Podría acaso ser
que no existen Amandas o Yaminas en nuestras
secundarias o adolescentes como Léster o Néstor
en nuestras calles? ¿No será acaso, que son la
autonegación reconfortante y el empecinamiento
machista los que han evitado lo que los autores
del artículo llamaron acertadamente ‘abordaje
frontal de la problemática del VIH-SIDA’?
“¡Por favor! ¿Qué estudio de los diversos
dilemas sociales pueden llevar a un especialista
en el tema a afirmar que la juventud cubana,
aunque en ventaja respecto a sus contemporáneos
de otros países, raya en la perfección? ¿Cómo
consumen los innumerables estudios que muestran
que aún persisten numerosas conductas de riesgo
que, eventualmente, siguen llevando a nuevas
infecciones con VIH? Creo que debemos reconocer
que, aunque extremo, al ser el centro de un
conflicto dramático, la historia
de los protagonistas y los que se mueven a su
alrededor es perfectamente válida y que ‘huele’
a real. Vuelvo entonces a discrepar y no creo
que lo visto, en lo absoluto borre o desdibuje
los hermosos y sólidos valores de la mayoría de
la juventud en Cuba. Por el contrario, es mi
percepción, que son la lealtad y el amor de
nuestros jóvenes, poderosas armas para enfrentar
desde su propio ángulo comportamientos
analizables por su repercusión social y
personal.
“Mi cercanía en lo profesional y personal a
muchos estudiantes me dice, sin embargo, que son
más los que la ven y disfrutan que los que la
cuestionan. Y mientras uno solo de ellos la vea,
la disfrute y promueva las conclusiones a las
que llegó con sus compañeros, la serie cubana ya
estará cumpliendo parte de su cometido. Apuesto
a que por decenas de miles cuando menos, los
jóvenes y los no tanto, se miran hoy en el
espejo que se ofrece, más allá de la fidelidad
con que perciben la imagen o la calidad de quien
la refleja”.
HAY MUCHAS MARGARITAS
Por los comentarios recibidos pudimos
percatarnos de que no tener a mano el diario no
impidió que el artículo fuera conocido por gran
cantidad de personas. Así al menos sucedió con
Yudelcy Rodríguez Román, técnico en Informática,
quien lo encontró gracias a su prima, estudiante
de tercer año de esa carrera en la Universidad
de las Ciencias Informáticas. “Lo que más me
llama la atención —asegura—, son las opiniones
que aparecen en el escrito. Tengo 31 años y un
niño de cuatro, y en estos momentos soy madre
soltera. Desde ya, tal como están los tiempos,
trato de ir creando en él confianza.
“Reconozco que al principio el tema no me cayó
muy bien; me pareció un poco fuerte tratarlo en
un espacio estelar. Sin embargo, es una
telenovela educativa. Las personas que han
emitido criterios negativos parece que han
olvidado su etapa de la adolescencia, la más
difícil en la vida de una persona. Quizá se deba
a que cuando lo eran no existía esa enfermedad,
pero habían otras.
“Mi adolescencia la pasé becada, y nadie supo
decirme nada de nada. En realidad, mi mamá
siempre estaba ocupada y no podía atender ‘otras
cosas’, y aprendí y leí y experimenté, y me di
buenos choques y saqué buenas experiencias yo
solita, pero lo que me hacía falta, la
confianza, no la tenía. Más o menos, un caso
igual al de Amandita, casi igual, porque yo sí
salía, tenía mis noviecitos, y conversaba mucho,
pero con mis amiguitas. Actualmente, quedan
muchas Margaritas y muchos Léster, pero hay
también mucha información sobre las ITS. Eso es
lo importante. Todavía a muchos jóvenes les
cuesta trabajo asumir el condón y no tienen sexo
protegido.
A la televidente Teresita Hernández le gusta
La cara..., pero le parecen un poco
exageradas algunas escenas. Y ejemplifica: “Es
poco creíble la ingenuidad de los padres de
Amanda, los cuales no eran capaces ni de
sospechar de la hija al extraviarse el dinero,
cuando esa casa, al parecer, no la visita nadie
más”.
Quizá Anubis Martínez, abogado de 38 años, que
labora en el Banco Internacional de Comercio, en
la capital, pueda esclarecer un poco la
preocupación de Teresita. “Independientemente de
nuestra preparación, de los títulos
universitarios, a veces nuestros ojos no ven o
no quieren ver lo que realmente existe, y el
oído escucha las mentiras con igual respeto que
las verdades. Se pierde la capacidad de meditar
y se ve cualquier reflexión como un sarcasmo, e
incluso, se llama hereje al que busca y dice la
verdad.
“La telenovela es un ejemplo de lo que estamos
viviendo actualmente, el preludio de lo que
pudiera ocurrir, si no atacamos a tiempo, si no
mostramos con ‘crudeza’ los caminos por los que
andamos y las paradas que invitan a sentarnos.
No veo exageraciones en el programa, sino un
intento por encender el bombillo rojo de lo
urgente, de la prevención. Creo que es una
crítica a la rutina, a la vulgaridad, a la
vanidad, a la envidia, a la deshonestidad, a la
ingratitud... No hay contradicción sino
convergencia. No tiende a confundirse, sino a
diferenciarse”.
LA SERIE, LA CASA, LA ESCUELA
Adriana Sánchez, miembro del colectivo de
Movitel, cree que muchas de las cosas que
ocurren hoy con los jóvenes se deben a que “los
padres piensan que sus hijos son bebés y no se
percatan de que ellos crecen, y se conforman con
callar y esperar a que explote la bomba.
“No tengo hijos, pero sí una sobrina que tiene
diez años y son sorprendentes los cuentos que me
hace de la escuela y sus amiguitos y de veras
que hacía falta un espacio donde se reflejara la
realidad de lo que pasa fuera y dentro de la
casa. Cuando empieza la novela ella se sienta a
mi lado y al terminar me pregunta muchas cosas
que, como es lógico, no entiende. Pero no
dejamos de explicarle cualquier duda, lo que
buscamos es la forma más sencilla para que
comprenda...”.
Ibet García Álvarez, estudiante de segundo año
de Periodismo en la Universidad de Oriente,
opina que lo peor es estar desinformados. “Pero
esto no se lo debemos dejar solo a La cara...,
la escuela, eslabón fundamental en la formación
general integral de las nuevas generaciones, y
la familia, deben contribuir con fuerza a
informar. La regla tiene que ser que los
profesores sean como los de la serie en cuestión,
que desborden comprensión, apoyo incondicional y
conciencia abierta”.
Por su parte, Maité Correa Varona toca uno de
los puntos neurálgicos a la hora de enfrentar
esta propuesta de la TVC. “Soy joven, y es
cierto que la situación con respecto a las
enfermedades de transmisión sexual es
preocupante, porque a pesar de todas las
informaciones que tenemos a mano, nunca pensamos
que nos pueda tocar a nosotros”.
En esa misma cuerda se mueve Albin Amat Reyes,
estudiante de segundo año de Ingeniería
Informática, en la Universidad de las Ciencias
Informáticas, quien al principio no le interesó
la serie. “El tema realmente me atrapó cuando me
di cuenta de la intención de sus autores de
mostrar realmente lo que nos puede ocurrir a
cualquiera de nosotros, si nuestra única
ambición es ser simplemente más populares o
seguir ciertos patrones desviados, porque
resultan aparentemente más atractivos”.
No le tiembla el pulso a Polet Giral, de 21
años, graduada de enfermería, para escribir que
“la juventud de hoy es muy promiscua, no piensa
lo que hace. Dice: Para qué voy a usar eso
(preservativo), si yo no voy a coger ninguna
enfermedad. Y es así, porque yo lo he podido
escuchar. Hay que hacer conciencia para ver si
se les quita el miedo a usarlo, porque de ese
modo cuidamos más la vida”.
Neybis Laurencio Ricardo, trabajadora de la
empresa Comandante Ernesto Che Guevara, en Moa,
donde se desempeña como ingeniera geóloga,
apunta que “nuestros jóvenes, desgraciadamente,
están expuestos a estas inclinaciones, sobre
todo en estos momentos en que la sensatez y la
prudencia se encuentran, hasta cierto punto,
descuidadas y que, por desventura, la educación
de nuestros hijos y hermanos se ha ido dejando
solo, y exclusivamente, a los planos escolares,
sin darnos cuenta en verdad de lo necesario e
imprescindible de una educación cultivada y
fomentada en el seno del hogar, y, sobre todo,
basada en el diálogo y el entendimiento.
“No solo son los jóvenes y adolescentes los que
se ven reflejados en esta telenovela. Nos
encontramos también con padres que, por
desgracia, existen hoy y quienes además no
siempre cuentan con el apoyo de un tercero para
mejorar su relación con sus hijos. ¿Es el caso
del padre de Néstor único en su tipo? ¿O acaso
es Roxana la única madre que permite que sucedan
este tipo de cosas en el hogar? ¿O será que tal
vez Margarita y Rolando son los únicos en
nuestro país que creen saber todo lo que
necesita una persona de la edad de Amanda? No.
En nuestra sociedad existen personas que se
empeñan en inculcarles a sus hijos valores como
la confianza, el respeto y fidelidad, pero
existen todavía hombres y mujeres machistas,
padres que sobreprotegen a los hijos, mujeres
que por su condición de madres centran todos sus
recursos en la ‘educación’ del hijo, sin
percatarse de que al descuidar su matrimonio
arrojan por la ventana la familia en sí. Vemos
todos los días a personas que obligan a los
hijos a hacer o participar de sueños suyos y
adoptarlos como propios, sin recordar el derecho
de cada persona como ser independiente, a tomar
sus propias decisiones”.
Para Jany Ramos Mosqueda la solución está clara:
“Creo que mientras más se hable con los jóvenes
de forma desenfadada será mejor para todos,
porque la información que no encuentren en sus
hogares la buscarán en la calle y la mejor forma
de proteger a alguien es mostrándole los caminos,
con ventajas y desventajas, y dejándole escoger
el que quiera seguir”.
NO SOMOS PERFECTOS
Lourdes Sesma Rodríguez: “Es cierto que los
padres son los principales encargados de lograr
con amor y con confianza que sus hijos no tengan
esta conducta, pero como todos sabemos, los
adolescentes son muy inestables y, además, la
gran mayoría de las veces no escuchan consejos
de nadie, pues piensan que ya son maduros y lo
conocen todo de la vida.
“Soy madre de dos adolescentes: una muchacha de
17 años y un muchacho de 15 años —comenta
Eugenia Torres Cañaveral, especialista en
Contabilidad—. Lo único que lamento es que mis
hijos, que están becados, no la puedan ver,
porque creo que se ajusta mucho a las cosas que
ocurren. Sería bueno que retransmitieran la
novela en las vacaciones para que quienes no la
han podido ver, como mis hijos, lo hagan”.
Especialista de 1er. Grado en Higiene y
Epidemiología, el holguinero Carmelo Trujillo
Machado piensa que “debemos buscar otros caminos
educativos. Todo lo que refleja La cara...
sí existe, y es la causa de que muchas personas
lamenten sucesos, enfermedades y otros problemas
que, pudiendo evitarse, todavía persisten. Doy
la bienvenida a todo lo que de alguna forma u
otra nos haga reflexionar. Lo más importante es
captar el mensaje y aplicarlo a nuestras vidas
para evitarnos problemas nosotros mismos, a
nuestros hijos; para mejorar la comunicación y
para formar parte cada día de una sociedad mejor.
Como puede apreciarse, no todo está dicho. No
hemos terminado este trabajo y continúan
llegando opiniones. Y qué bien, porque al menos
se ha cumplido con una parte importante del
propósito de La otra cara de la Luna:
debatir antes que juzgar. |