TRUTHS THAT BEGIN TO SURFACE ABOUT ALAN GROSS
By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.


It seems that
some major media in the United States, so tightly controlled by the powers of the "Establishment", have timidly begun to tell the truth about some sensitive issues regarding relations with Cuba prior to December 17, 2014.

Thus, under the title "The real story behind the work of Alan Gross in Cuba, "John Stoehr, editor of The Washington Spectator and contributor to The Hill of Washington, DC, offers a version different from the official and the only one US readers had about the activities of the US agent which prompted his arrest, conviction and imprisonment in Cuba.

“If you didn’t know anything about Alan Gross other than what you saw on television, you probably thought it was appropriate for him to sit next to First Lady Michelle Obama as a guest of honor at this year’s State of the Union address,” said Stoehr .

Of Gross it was only said that he was a humanitarian activist unjustly jailed in 2009 by a repressive Communist regime for the alleged crime of promoting internet access to Cuba’s small Jewish community.

According to The Spectator, even after his release from prison and return to the United States in December as part of President Obama’s plan to normalize diplomatic relations with Cuba after half a century of regime-change policy in the United States, the official narrative with bi-partisan support exonerated him from guilt.  

Nothing had been said about the fact that in 2009, the United States Agency for International Development (USAID) paid Alan Gross, through a third party specialized in installing computer electronics in remote areas, almost $600,000 to go to the island nation to install military-grade internet equipment in Jewish synagogues which could not be detected by the government in Havana.

According to the Government Accountability Office (GAO), the United States government has spent more than $200 million since 1996 on so-called “democracy-promotion programs” meant to destabilize the Cuban government from the inside.

“The GAO report noted that Cuban law forbids citizens from working with “U.S. democracy promotion activities.” Therefore, of necessity, any pro-democracy program could not have been conducted openly. But American law forbids the State Department, which oversees USAID, to engage in covert operations. For this reason, USAID always says its Cuba programs are not “covert” but rather “discreet.” Gross was, however, not discreet enough,” Stoehr comments ironically.

On his fifth trip to Cuba, in 2009, Gross was detained and later sentenced to 15 years for “criminal acts against the independence of the Cuban nation.”

“Gross wasn’t only paid hundreds of thousands of dollars to subvert the Cuban government; he understood that by installing banned internet networks, he was breaking Cuban law. “This is very risky business in no uncertain terms,” Gross wrote in trip reports to AP’s Desmond Butler. Once Gross said, “we are all ‘playing with fire.’”

Development Assistance Inc., the third-party company that subcontracted with Alan Gross, said he remitted regular reports of his activities. DAI said that it briefed USAID on everything Gross was doing. A spokesman for DAI told the Associated Press in a statement that Gross “designed, proposed, and implemented this work”

Gross was endangering American and Cuban Jews when they were smuggling secret high tech components like “subscriber identity modules,” or SIM cards available only to military and intelligence agencies.

Gross used the Jewish community for cover and thus endangered the privileges Jews enjoy in Cuba, according to the Spectator. “Cuban Jews had access to the internet for years before Gross started working with them.”

Yet after being arrested, Gross claimed he had no idea that what he was doing was illegal in Cuba, that he had no intention of undermining the government, that the company that hired him, DAI, failed to properly inform him of the risks. At his trial, he said that he was “deeply sorry for being a trusting fool. I was duped. I was used.”

But he was also enriched. While Alan Gross was serving his prison sentence, his wife, Judy Gross, sued DAI for $60 million in federal court. The company settled nearly two years ago for an undisclosed sum. Whatever the amount, it’s in addition to $3.2 million that USAID agreed to pay Gross and DAI in November before he was released.

January 28, 2014.
   
   
VERDADES QUE COMIENZAN A AFLORAR

Por Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/

Parece que algunos de los principales medios de prensa de Estados Unidos, tan férreamente controlados por los poderes fácticos del “establishment”, han comenzado tímidamente a contar la verdad sobre algunas cuestiones delicadas de las relaciones con Cuba anteriores al 17 de diciembre de 2014.

Así, bajo el título de “La verdadera historia detrás de la obra de Alan Gross en Cuba”, John Stoehr, director editorial del diario The Washington Spectator y colaborador de The Hill, de Washington, D.C., ofrece un versión diferente de la oficial y única que hasta ahora habían tenido los lectores de este país acerca de las actividades del agente estadounidense que motivaron su arresto, condena y encarcelamiento en Cuba.

“Quien solo sabe de Gross lo que ha informado la televisión, probablemente piense que había alguna justificación para que se le sentara este año junto a la primera dama Michelle Obama como invitado de honor en la ceremonia de presentación del Informe sobre el Estado de la Unión”, dice Stoehr.

De Gross sólo se decía que era un activista humanitario injustamente encarcelado en 2009 por un régimen comunista represivo por el supuesto delito de promover acceso a Internet para la pequeña comunidad judía de Cuba.

Incluso cuando fue excarcelado y regresó a Estados Unidos en diciembre como parte del plan de Obama para normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba en reemplazo de la política de cambio de régimen que se pretendió imponer a la isla por más de medio siglo, la versión oficial con apoyo bipartidista lo exoneraba de las culpas que le imputaban, según The Spectator.

Nada se había dicho de que en 2009 la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) pagó a Gross, a través de una compañía especializada en la instalación de equipos electrónicos de computación en áreas remotas, casi $600.000 para ir a Cuba a instalar equipos de Internet de grado militar en sinagogas judías que no podrían ser detectadas por el gobierno de La Habana.

Según la Oficina de Responsabilidad del Gobierno (GAO), Washington ha invertido más de $ 200 millones desde 1996 en supuestos "programas prodemocráticos" destinados a desestabilizar al gobierno cubano desde el interior de la isla.

“El informe de la GAO aclara que, como la ley cubana prohíbe a sus ciudadanos participar en “actividades estadounidenses de asistencia a la democracia”, ningún programa de este carácter podría realizarse abiertamente. Y como la ley estadounidense prohíbe al Departamento de Estado -que supervisa la USAID-, participar en operaciones encubiertas, ésta siempre califica de "discretos" sus programas para Cuba en vez de "encubiertos". Gross no fue lo suficientemente discreto” ironiza Stroehr.

En su quinto viaje a Cuba, en 2009, Gross fue detenido y posteriormente condenado a 15 años por "actos criminales contra la independencia de la nación cubana".

“Gross pagó cientos de miles de dólares para subvertir el orden en Cuba; conocía que mediante la instalación de redes prohibidas de Internet violaba las leyes cubanas. "Esto es muy arriesgado", escribió Gross en un informe a Desmond Butler, de AP. En una ocasión dijo: "lo que estamos todos es jugando con fuego.' "

La compañía que subcontrató a Gross, Asistencia al Desarrollo Inc. (DAI), con sede en Maryland, confirmó que él remitía informes periódicos de sus actividades, y que DAI informaba a USAID todo lo que hacía Gross. Un portavoz de esa compañía dijo a Associated Press que Gross "diseñó, propuso e implementó este trabajo".

Gross ponía en peligro a los judíos norteamericanos y cubanos cuando contrabandeaban tecnología secreta de alto nivel, como los módulos SIM (subscriber identity module), disponibles sólo para militares y agencias de inteligencia.

Gross usó la comunidad judía como fachada y con ello puso en peligro los privilegios que los judíos disfrutan en Cuba, según el Spectator. "Los judíos cubanos tuvieron acceso a la Internet varios años antes que Gross empezara a trabajar con ellos”.

Aún después de ser arrestado, Gross afirmó que no tenía idea de que lo que estaba haciendo en Cuba era ilegal, que no tenía intención de socavar al gobierno; que la empresa que lo contrató, DAI, no le informó adecuadamente de los riesgos. Declaró que estaba "profundamente apenado por haber sido un tonto confiado. Yo fui engañado. Fui utilizado."

Pero también se enriqueció. Mientras Alan Gross estaba cumpliendo su condena, su esposa, Judy Gross, demandó a DAI por $ 60 millones en un tribunal federal. La compañía reparó el asunto hace casi dos años por una suma no revelada. Sea cual fuera la cifra, es adicional a los $ 3,2 millones que USAID acordó pagarle en noviembre, poco antes de ser liberado.

Enero 28 de 2014.