The Right to Grow Older
Although aging as a social phenomenon is a process that takes several years to complete, it's actually already present in many families.

Mileyda Menéndez Dávila
mileyda@juventudrebelde.cu

December 5, 2014 22:53:40 CDT

A CubaNews translation.
Edited by Walter Lippmann.

“Live as if you were to die tomorrow.
Learn as if you were to live forever.”
--Mahatma Gandhi
 

"Where are we going, Daddy?" I used to ask eagerly on Sundays when my father woke up early and readied the van with intentions of going out.     “Para viejos” [Spanish colloquial phrase that means ‘To grow old’], he answered, with a supposedly sullen face; and without any additional facts we hoped that the mysterious destination would mean fun, outdoors and a lot of cousins on an endless day.

My father fulfilled that "threat" earlier than we suspected, and, together with him, his entire generation and the better part of the next –  always so busy studying and working that we barely had any kids to disturb our lives.

Although aging as a social phenomenon is a process that takes several years to complete, it's actually already present in many families in which a single teenager lives with several senior persons –or quite close to senior. The teenager is not always aware of the fact that very soon it will be its duty to take care of them. 

Aside from contributing to their economic support and looking after their health, that future adult should provide means to encourage their spirituality. This is because the happier and more active the seniors are, the better their chances are of continuing to help without feeling that they’re "a nuisance".

To overcome that challenge we must discard paradigms that discredit old age by describing it as an unhappy or ailing stage, and we must promote new lifestyles that seek harmony at home, based on respect for the fundamental rights of every human being.


More life, more pleasure

If it is rare to find teenagers who master their sexual and reproductive rights or know where to go if they feel that these are being violated, it is even more difficult to find people over 60 who talk about these issues because they consider them scandalous if not ridiculous.

But life goes on, the body needs pampering, a little fun now and then and...there are increasing reports of STDs in those age groups, including new cases of HIV/AIDS.

No less striking is the number of pregnancies in couples over fifty, either because the wives decided to give birth after 40, or because they have a younger partner.

Males of those generations largely believe the myth that protection is a "woman's thing". Their thing is to secure potency, they say, and do not look for condoms as hard as they seek the blue pill; then they put their hands on the head.

Similar conflicts arise when it is she who exceeds five or six decades. This is bound to happen because she was taught to believe that there is no desire at that age or because she chose to trust another partner and ended up suffering infections, plus the shame of seeking medical help or risking very serious complications for her health and self-esteem.

Multigenerational co-habitation also complicates the exercise of their rights for the elderly, sometimes for economic reasons, but especially due to contempt anchored in cultural arguments: if there are not enough rooms, it's grandmothers and grandfathers who must lose privacy.

Why do they need privacy? They wonder at home, and no answers are given out of modesty. But the answer is yes: besides being a space won after a lifetime of sacrifices, eroticism at that age is as genuine as at any other: whether it is kissing a photo of the deceased partner, masturbating, or wearing clothes that bring back memories of happier times ... And if it’s a couple, they can still caress each other, sleep huddled against each other, remember spicy anecdotes or have sex with passion and accumulated skills.

To provide comprehensive and personalized care is not only valid to look after the aging body, but also to enhance the emotional universe and to ensure other rights such as the free choice of partner according to gender identity or sexual orientation, as well as access to the contraceptive methods recommended for that stage, for example vasectomy.

Knowledge sharing is another privilege that must be defended, either through the Study Groups of the Elderly, at home or in community clubs of various kinds where they can receive information on appropriate measures to improve their sexual performance, person-to-person links, physical appearance and the joy of living.

That joy will help us plan surprise trips or fun gatherings with the future offspring. And if asked where we are going as a family, individuals and country, we should respond without fear: “Para viejos!”

 



Derecho a envejecer

Aunque el envejecimiento como fenómeno social es un proceso que demorará algunos años en completarse, ya es realidad al interior de muchas familias

Mileyda Menéndez Dávila
mileyda@juventudrebelde.cu
5 de Diciembre del 2014 22:53:40 CDT

Vive como si fueras a morir mañana.
Aprende como si fueras a vivir siempre.
  --Mahatma Gandhi.

«¿Para dónde vamos, papi?», preguntaba con ilusión los domingos cuando mi padre se despertaba temprano y alistaba la camioneta con aires de paseo. «Pa’ viejo», respondía él supuestamente huraño, y sin más datos anhelábamos que el misterioso destino involucrara diversión, naturaleza y un montón de primos y primas para eternizar la jornada.

Aquella «amenaza» suya mi padre la cumplió antes de lo que sospechábamos, y con él toda su generación y buena parte de la siguiente, tan ocupada en estudiar y trabajar que apenas tuvimos críos para alborotar nuestras vidas.

Aunque el envejecimiento como fenómeno social es un proceso que demorará algunos años en completarse, ya es realidad al interior de muchas familias, en las que un solo adolescente convive con varias personas de la tercera edad —o muy cerca— y no siempre es consciente de que en breve tiempo será su deber cuidar de ellas.

Además de contribuir a su soporte económico y velar por su salud, ese futuro adulto deberá proporcionarles medios para fomentar su espiritualidad, pues mientras más felices y activos se conserven, más oportunidades tendrán de seguir ayudando sin sentirse «un estorbo».

Para vencer ese desafío hay que desechar paradigmas que desacreditan a la vejez al tildarla de etapa infeliz o achacosa, y potenciar nuevos estilos de vida en función de una armonía hogareña basada en el respeto a los derechos esenciales de todo ser humano.

Más vida, más placer

Si es raro encontrar adolescentes que dominen sus derechos sexuales y reproductivos o sepan adónde acudir si sienten que les son vulnerados, más difícil aún es dar con gente que hable de esos temas después de los 60 años de edad, porque lo consideran un escándalo, cuando no una ridiculez.

Pero la vida sigue su curso, el cuerpo pide mimos, las canas van al aire y cada vez hay más reportes de ITS en esas edades, incluyendo nuevos diagnósticos de VIH/sida.

No menos llamativo es el número de embarazos cuyos padres superan el medio centenario, bien porque sus esposas decidieron parir después de los 40 o porque tienen una pareja más joven que ellos.

Los varones de esas generaciones responden mucho al mito de que la protección es «cosa de mujeres». Lo suyo es garantizar potencia, afirman, y no persiguen el condón con tanto ahínco como la pastillita azul; luego se llevan las manos a la cabeza.

Igual suele haber conflicto cuando es ella quien supera las cinco o seis ruedas, porque le enseñaron a creer que a esa edad no hay deseo o porque eligió confiar en la pareja y terminó sufriendo infecciones, más la vergüenza de pedir ayuda médica y complicaciones muy serias para su salud y autoestima.

También la convivencia multigeneracional complica el ejercicio del derecho en la tercera edad, a veces por razones económicas, pero sobre todo por un menosprecio anclado en argumentos culturales: si los cuartos no alcanzan, les toca a abuelas y abuelos perder privacidad.

¿Para qué la necesitan?, preguntan en casa, y por pudor no se les responde. Pero sí: además de ser un espacio ganado en una vida de sacrificios, el erotismo en esa edad es tan genuino como en cualquiera otra, así se nutra de besar la foto del cónyuge difunto, masturbarse o usar ropas que recuerden una etapa dichosa… y si es una pareja aún pueden acariciarse, dormir acurrucados, rememorar anécdotas picantes o tener sexo con la pasión y habilidades acumuladas.

Procurar atención médica integral y personalizada no vale solo para cuidar el cuerpo que envejece, sino también para potenciar todo su universo afectivo y dar vía segura a otros derechos, como la libre elección de pareja según la identidad de género u orientación sexual asumida y el acceso a métodos anticonceptivos recomendables en esa etapa, como la vasectomía.

El intercambio de conocimientos es otro privilegio que se debe defender, ya sea a través de las cátedras del Adulto Mayor, en el hogar o en peñas comunitarias de diversa índole donde se les brinde información sobre las técnicas adecuadas para mejorar su desempeño sexual, los vínculos interpersonales, la apariencia física y la alegría de vivir.

Esa alegría que nos ayudará a planear viajes-sorpresa o tertulias divertidas con la prole futura. Y si preguntan adónde vamos, como familia, individuos y país, responderles sin miedo: ¡Para viejos!