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Two
stories regarding the editorials of The New York Times about Cuba
Posted on
November 17, 2014 Iroel
Sanchez
Omar Pérez Salomón
A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.
The
fact that The New York Times, one of the most influential dailies
in the United States and the world, has published in one month six
editorials against the economic, commercial and financial blockade that
Washington imposed on Havana more than 50 years ago is a sign that the
Cuba issue has given rise to differing opinions within U.S. political
circles.
However, the search for ways to tighten the net around the largest
island in the West Indies is what has prevailed so far in the executive,
the legislative and the judicial branches. Two examples confirm this.
The first refers to legal claims for over a billion dollars belonging to
Cuba. These have been frozen by our northern neighbor following U.S.
court rulings against the Cuban government in the last few years in its
ceaseless pursuit of new sources to collect money.
This is why Cuban assets derived from telephone communications with the
United States, blocked in U.S. banks since 1966, have been totally
plundered as a result of the “compensation” ordered by the courts. One
of the most notorious was Miami Federal Judge Alexander King’s finding
that the Cuban state and its Air Force had to pay $187.6 million dollars
to the families of the pilots of the counter-revolutionary “Brothers to
the Rescue” group whose planes were shot down when they violated Cuban
airspace on February 24, 1996.
On November 12, 1998, Judge King filed a motion before a New York
Federal Court seeking to order seizure of the blocked Cuban funds and to
start proceedings against AT&T and the Chase Manhattan Bank. This was
based on the Victims of Trafficking and Violence Protection Act,
approved on October 12, 2000, and thanks to which the plaintiffs
received around $97.6 million dollars.
The second example is the war declared by the multinational Bacardi
corporation against the French-Cuban Pernod-Ricard-Havana Rum
corporation over ownership of the Havana Club trade mark. That
ended in May 2012, when the U.S. Supreme Court prevented the Cuban
company Cubaexport from defending its right to renew registration of the
Havana Club brand with the U.S. Patent and Trademark Office.
No enterprise has devoted so much in terms of money and resources to
finance actions against the Cuban Revolution as Bacardi, whose managers
have been involved in countless terrorist, subversive and judicial
maneuvers against Cuba. Back in the 1960s, Pepin Bosch, the then head of
Bacardi, organized the bombing of Cuba’s oil refineries. As it happened,
his plan, as well as a picture of the B-26 bomber he had intended to
use, were exposed in The New York Times and never materialized.
Bacardi’s stockholders have stood out because of their contributions to
both Democratic and Republican Congress members and anti-Cuban laws such
as the Torricelli and Helms-Burton acts. In the words of the Colombian
journalist Hernando Calvo Ospina in his book
Ron Bacardi: la
Guerra Oculta [Bacardi: The
Hidden War], “As
one of the company’s top executives has admitted, Bacardi is a
Bermuda-based company without a nationality. And yet, it used its
economic power and contacts in the highest political circles to
virtually draft a U.S. law tailored to its own needs. Not only does this
piece of legislation –known
as the Helms-Burton Act–
threaten Cuba’s sovereignty and the survival of its people, it also adds
to the madness into which capitalism’s commercial system is dangerously
creeping in its longing for bringing down every barrier to its.”
In violation of trade-related international standards, these same actors
promoted the approval of Section 211, as another step toward the
enforcement of the Helms-Burton Act included in the 4,000-plus-page 1999
budget bill. The first stages of Section 211 have it that no U.S. court
can recognize any rights over foreign trademarks or patents related to
assets of an American citizen confiscated without indemnity by the Cuban
revolutionary government.[1]
Jurisdiction over this cause was thus denied to the judges.
As we can see, the fact that Pernod-Ricard executives attending the
recently-held Havana International Fair said they were ready to market
Havana Club rum in the United States and that several American
telecommunications companies such as AT&T and Verizon are interested in
re-establishing direct telephone links with Cuba is not good enough. The
whole thing is about penetrating the anti-Cuban structure through which
Washington’s Cuba policy is dictated.
[1] Hernando Calvo Ospina: Ron Bacardí: la guerra oculta,
Casa Editora Abril, 2000. P. 116.
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Dos historias a propósito de los editoriales de The New York Times sobre Cuba
Publicado el
17 noviembre, 2014 de
Iroel Sánchez
Omar Pérez Salomón
El
hecho de que uno de los periódicos más influyentes de Estados Unidos y
el mundo, The New York Times, haya publicado en un mes
seis editoriales contra el bloqueo económico, comercial y financiero
impuesto por Washington a La Habana desde hace más de 50 años, es un
signo de que el tema cubano genera opiniones divergentes en los círculos
políticos estadounidenses.
Sin embargo, hasta el momento han prevalecido en los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial las medidas para arreciar el cerco a la mayor
isla de las Antillas. Dos ejemplos confirman lo anterior.
El primero trata de reclamaciones legales que buscan confiscar los
ingresos de Cuba, bloqueados en bancos del vecino del norte. Más de 1000
millones de dólares es el resultado de los fallos de tribunales de EE.UU.
en contra del gobierno cubano en los últimos años y no cesa la búsqueda
de nuevas fuentes donde cobrar las reclamaciones.
Por esta causa los activos cubanos provenientes de las comunicaciones
telefónicas con Estados Unidos, bloqueados en bancos de ese país desde
1966, han sido completamente saqueados, con las “indemnizaciones”
decretadas por las sentencias judiciales. Una de las más notoria es la
dictada contra el Estado cubano y su Fuerza Aérea por el Juez Federal
de
Miami Alexander King, por 187,6 millones de dólares a favor de los
familiares de los pilotos de la organización contrarrevolucionaria
“Hermanos al Rescate” derribados en sus aviones cuando violaban el
espacio aéreo de Cuba, el 24 de febrero de 1996.
El 12 de noviembre de 1998, el juez King solicitó ante una Corte Federal
de Nueva York la ejecución de la sentencia contra los fondos bloqueados,
dirigiendo oficio contra la empresa de telecomunicaciones AT&T y el
Chase Manhattan Bank, concretándose a partir de la Ley de Protección de
Víctimas del Contrabando Humano aprobada el 12 de octubre del 2000 y por
la cual los demandantes recibieron aproximadamente 97,6 millones de
dólares.
El segundo ejemplo es la guerra declarada por la multinacional
Bacardí a la empresa francocubano Pernod-Ricard-Havana Rum
and Licours, para quitarle la propiedad de la marca de ron Havana
Club, que tuvo su desenlace en mayo de 2012 con la decisión de la
Corte Suprema de Estados Unidos que
denegó a la compañía cubana Cubaexport la posibilidad de defender su
derecho de renovar el registro de la marca de ron Havana Club, ante la
Oficina de Marcas y Patentes de ese país.
Ninguna empresa ha dedicado tanto dinero y recursos a financiar acciones
contra la Revolución cubana como la Bacardí. Sus directivos han sido
protagonistas de innumerables maniobras terroristas, subversivas y
judiciales contra Cuba. Pepín Bosch, máximo directivo de la
multinacional en los años 60, organizó el bombardeo de las refinerías de
petróleo de Cuba, acción que no se concretó pues fue delatada, y
casualmente en el The New York Times apareció la foto del avión
B-26 destinado para ello.
Los accionistas de la Bacardí se han destacado por sus contribuciones a
los legisladores demócratas y republicanos, y pos sus aportes en la
concreción de las leyes anticubanas Torricelli y Helms-Burton. Como dice
el periodista colombiano Hernando Calvo Ospina en su libro, Ron
Bacardí: la guerra oculta, “Como lo ha reconocido un alto directivo
de la trasnacional, Bacardí es una compañía sin nacionalidad, con
oficinas en Bermudas. A pesar de ello, valiéndose de su poder económico
y de sus contactos en las altas instancias políticas, prácticamente
redactó y acomodó a sus necesidades una Ley estadounidense. La
Helms-Burton, como se le conoce, no solo atenta contra la soberanía de
Cuba y la sobrevivencia de sus ciudadanos, sino que está aportando a la
locura en que se desliza peligrosamente el sistema comercial capitalista,
en sus ansias de derribar la mínima barrera de control.”
Violando las normas internacionales en materia comercial, estos mismos
actores promovieron la aprobación de la Sección 211, un paso adicional
con relación a la Ley Helms-Burton, que fue incluida en el proyecto de
Ley presupuestario de 1999, el cual contaba con más de 4 mil páginas.
Las primeras frases de la mencionada Sección, establecen que los
tribunales de Estados Unidos no pueden reconocer ningún derecho a marca
o patente de ninguna empresa extranjera, que tenga conexión cualquiera
con propiedades de algún ciudadano estadounidense, que haya sido
nacionalizada, sin indemnización, por el gobierno revolucionario de
Cuba.[1]
Así se cierra toda competencia a los jueces en esta causa.
Como se puede apreciar no basta con que directivos de la Pernod-Ricard
hayan declarado recientemente en la Feria Internacional de La Habana,
que están listos para comercializar el ron Havana Club en Estados Unidos,
y que varias empresas de telecomunicaciones estadounidenses como ATT
y Verizon, hayan mostrado interés en restablecer las
comunicaciones directas entre Cuba y EE.UU., se trata de penetrar en el
andamiaje anticubano que dicta la política de Washington hacia La Habana.
[1] Hernando Calvo Ospina: “Ron Bacardí: la guerra oculta”. Casa
Editora Abril. 2000. P. 116.
http://lapupilainsomne.wordpress.com/2014/11/17/otro-tema-para-the-new-york-times-sobre-cuba/#more-46382
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