OBAMA WILL TAKE THE FALL

By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

As had been
predicted, the midterm elections on Tuesday, November 4, which renewed the 435 seats in the House of Representatives, a third of the Senate, and elected 36 state governors, have been a disaster for the Democratic Party and a vote of protest against Barack Obama.

There were too many issues for political debate, but while Republicans met their partisan duty with pleasure voting against the Democratic candidates, many of the Democratic voters chose to hold Barack Obama accountable for the failure of his popular programs and his not having lived up to the expectations of his supporters.

When Obama began to settle in the forefront of US politics, there was much disbelief in the possibility that the American power elite would quietly accept an African American becoming president of the United States.

On the few occasions when there had been contenders for the top job that were not WASPs (an acronym for White, Anglo-Saxon Protestant), only the Roman Catholic John Kennedy who belonged to a family with very strong roots in the national political aristocracy had crossed the barrier to reach the White House.

Exceptional
situations contributed to the unusual fact that the US elected a person of color to the presidency:

First, the disrepute into which the extreme American neo-conservative right had sunk under the inept administration of George W. Bush, who had also led the country into an economic debacle.

The defeat of American weapons in Bush’s aggressive adventures for world domination also contributed to national shame because of the resulting massive war casualties and the collapse of the country's global hegemony in all fields, despite media manipulation.

The loss of its place as the world's foremost economic power and the displacement of the dollar as the world currency for other currencies had situated the United States in a position dependent on investments and loans from China, Japan and Europe, among other sources.

The powers that be calculated that, if Barack Obama won, he would inherit an economic situation and a loss of the international authority of the nation of such magnitude, that he could hardly avoid a thunderous failure. But if such a thing happened, it would be convenient for the "Establishment" that the first black president in the history of the United States took the fall for the imperial collapse and the downfall of the "American Way of Life" as a model for the world, instead of the real culprits, namely the large corporations and the military-industrial complex.

It must not have been easy to reach a consensus for the decision to support allowing the election of a president who broke so many schemes of tradition in the country, not only because of his race and class origin, but because of his populist discourse of as a community organizer.

I guess some would see in Obama the scapegoat who would take  the blame for the debacle created by Bush. Others would place their hopes in him thinking that he would deliver
as the "traitor to his class" Franklin D. Roosevelt had the miracle of saving capitalism by flirting with socialistic measures.

Obama's charisma won him broad popular domestic support, while humanity rejoiced in what appeared to be something like the beginning of the end of racial discrimination in the United States.

Therefore, the sector of large corporations who rule the United States did not oppose the Obama candidacy with the fury it had fought the "black menace" in the 50s and 60s. It rather seemed to have taken it with the coolness of the 70s and 80s, as a strategy to save the system through minimal concessions.

On domestic policy issues, almost all of Obama’s promises of popular reforms were systematically blocked. Only in the billionaire bailout to strengthen the big banks, finance and insurance institutions was the president seen to act with energy and determination.

Internationally, many hoped for the ending of US intervention and aggression all over in the world. The more optimistic believed that the superpower could contribute, under Obama, to the emergence of a world of peace and the recovery of the prestige and ties with other nations which the US once had.

Now everyone understands that for the real powers in the US, Obama has not been more than a calculated risk or a necessary concession to a greater danger which has brought the expected results.

November 5, 2014.
   
   

OBAMA PAGARÁ LAS CULPAS

Por Manuel E. Yepe http://manuelyepe.wordpress.com/

Como se había pronosticado, las elecciones de medio término del martes cuatro de noviembre, que renovaron los 435 escaños de la Cámara de Representantes, la tercera parte del Senado y eligió a 36 gobernadores estaduales, han constituido una catástrofe para el partido demócrata de Estados Unidos y un voto de castigo contra Barack Obama.

Sobraban temas para el debate político pero, mientras los republicanos cumplían con placer su deber partidista votando contra los candidatos demócratas, buena parte de los votantes demócratas decidieron pasarle la cuenta a Barack Obama por el incumplimiento de sus programas populares y no haber estado a la altura de las expectativas que él representó.

Cuando Obama comenzó a ubicarse en los primeros planos de la política estadounidense, hubo mucha incredulidad respecto a la posibilidad de que la élite del poder estadounidense aceptara tranquilamente que un afroamericano asumiera la presidencia de Estados Unidos.

En las pocas ocasiones en que ha habido aspirantes al máximo cargo sin cumplir el requisito de ser WASP (por las siglas en inglés de blanco, anglosajón y protestante), solo el católico John Kennedy, perteneciente a una familia de raíces muy fuertes en la aristocracia política nacional, había sorteado ese obstáculo para llegar a la Casa Blanca.

Excepcionales situaciones contribuyeron al insólito hecho de que EEUU eligiera para la primera magistratura a un no-blanco. En primer lugar, el desprestigio en que se había sumido la extrema derecha neoconservadora estadounidense bajo la inepta presidencia de George W. Bush, quien además había conducido el país a una debacle económica.

Las derrotas de las armas norteamericanas en las aventuras agresivas por el dominio mundial en que se había involucrado Bush Jr también habían contribuido a la vergüenza nacional por lo masivo de las bajas de guerra y la quiebra de la hegemonía global del país en todos los campos, no obstante las manipulaciones mediáticas.

La pérdida de la posición de primera potencia económica mundial  y el desplazamiento del dólar como moneda mundial por otras monedas habían situado a Estados Unidos en una posición de país dependiente de la inversión y los préstamos de China, Japón y Europa, entre otras fuentes inéditas.

Los poderes fácticos calcularon que, si Barack Obama ganaba, heredaría una situación económica y una pérdida tal de autoridad internacional de la nación que difícilmente le sería posible evitar un estruendoso fracaso. Pero si tal cosa ocurriera podría conveniente para el “establishment” que el primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos asumiera las culpas del derrumbe imperial y del “American Way of Life” como modelo global, en vez de las grandes corporaciones  y el complejo militar-industrial, sus verdaderos causantes.

No debe haber resultado fácil consensuar apoyo a la decisión de permitir la elección de un Presidente que rompía tantos esquemas de tradición en esa nación, no solo por su condición racial y su origen de clase, sino por su discurso populista de líder comunitario. Supongo que  algunos verían en Obama apenas el chivo expiatorio que cargaría las culpas de la debacle generada por Bush, mientras otros cifrarían en él esperanzas de que propiciaría, como el “traidor a su clase” Franklin D. Roosevelt, el milagro de salvar al capitalismo coqueteando con medidas socializantes.

El carisma de Obama le granjeó amplio apoyo popular en lo interno, mientras la humanidad se regocijaba con lo que aparentaba ser algo así como el principio del fin de la discriminación racial en  Estados Unidos.

Por eso, el sector de las grandes corporaciones que gobierna Estados Unidos no se enfrentó a la candidatura de Barack Obama con la furia con que combatió la “amenaza negra” en los años 50 y 60. Más bien parece haberlo tomado con la sangre fría de los 70 y 80, mediante una estrategia dirigida a salvar al sistema mediante concesiones mínimas. En cuestiones de política interior casi todas las promesas de reformas populares de Obama fueron sistemáticamente frenadas. Sólo en el multimillonario rescate para fortalecer los grandes bancos y entidades financieras aseguradoras se ha visto al mandatario actuar con energía y decisión.

A escala internacional, los pueblos esperaban el fin de las intervenciones y agresiones en cualquier lugar del mundo. Los muy optimistas creyeron que la superpotencia podría contribuir, con Obama, al surgimiento de un mundo de paz y recuperar el prestigio y los vínculos con otras naciones que alguna vez tuvo. Ahora todos comprenden que, para el poder real de EEUU,  Obama no ha sido más que un riesgo o una concesión necesaria ante un peligro mayor, que ha deparado los resultados esperados.

Noviembre 5 de 2014.