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Existe una política de Estado que prohíbe la
discriminación por orientación sexual
En Cuba persiste la homofobia como conducta social:
Castro Espín
Aún no se ha logrado el reconocimiento legal de la
identidad de género
Siguen pendientes reformas al Código de
Familia para incluir esos derechos, reconoce la directora del Cenasex
El cambio de actitudes se logra luego de un proceso de
análisis y reflexión, mismo que debe iniciar con la familia y la
comunidad, señaló la directora del Centro Nacional de Educación Sexual
de Cuba, Mariela Castro, durante la entrevista con La
Jornada en
la residencia del embajador de Cuba en México, ubicada en Lomas de
ChapultepecFoto
Francisco Olvera
ángeles Cruz
Martínez
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de noviembre de 2014, p. 42
Las conciencias no cambian rápidamente. Cuba lleva más de 50 años de
revolución y todavía persisten pensamientos dogmáticos que insisten en
imponer una visión de la sexualidad basada en prejuicios y exclusiones.
Nada más que esos sectores tienen un problema: en la isla hay una
política de Estado que promueve la educación integral desde la infancia
y prohibe la discriminación por cuestiones de orientación sexual.
Ha costado trabajo: la homofobia
persiste como conducta social, no como política, asegura Mariela Castro
Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) de
Cuba, e hija del presidente Raúl Castro y de la fallecida revolucionaria
Vilma Espín.
Sin embargo, agrega, una sociedad como
la cubana, socialista, que promueve la justicia y la equidad no puede
reproducir desigualdades, prejuicios y discriminación en contra de
personas homosexuales, lesbianas o transgénero.
Todavía no se ha logrado el
reconocimiento legal de la identidad de género, aunque existe un
proyecto de ley y es momento de retomarlo y actualizarlo. En la agenda
legislativa cubana también están pendientes reformas al Código de
Familia para incluir los derechos por orientación sexual e identidad de
género, apunta.
Promotora incansable de los derechos
sexuales y reproductivos, Mariela Castro también subraya la importancia
de asegurar la educación integral de la sexualidad porque es dar las
herramientas a los ciudadanos, en las diferentes etapas de su vida, para
que sean libres. Y al ser libres demuestran su capacidad y
responsabilidad.
Y agrega: en la medida que adquieres
responsabilidad sobre tu vida, tu capacidad reproductiva y de relación
social, adquieres una gran libertad. Eso es lo que busca Mariela: que
termine la manipulación por los prejuicios, por los intereses de poder
heredados y que cada individuo sepa hacerse cargo de sus decisiones.
La activista estuvo de visita en México
para participar en la Conferencia Internacional de la Asociación
Internacional de Gays y Lesbianas.
En entrevista comenta sobre los temas
pendientes en Cuba y América Latina como el matrimonio entre personas
del mismo sexo y la adopción.
Lo tienen en el Distrito Federal y es
muy bueno porque si los heterosexuales tenemos la oportunidad de elegir
casarnos o no, tener familia dentro o fuera del matrimonio, las parejas
del mismo sexo deben tener ese mismo derecho.
La sexóloga cubana insiste en que el
cambio de actitudes se logra luego de un proceso de análisis y reflexión,
el cual debe iniciar con la familia y la comunidad. Dar la información
sólo a los niños los coloca en una contradicción si esos conocimientos
carecen del aval de la familia. Es dificil, pero vale la pena y en la
isla existe el interés de que los hijos no se pierdan de nada.
Un sector, que generalmente no se toma
en cuenta es el de la tercera edad. Los adultos mayores tuvieron otro
aprendizaje y experiencias de vida diferentes. Mariela recuerda algunas
investigaciones realizadas en Cuba, las cuales detectaron que entre los
malestares reportados están los relacionados con el género: la mujer se
ha sentido aplastada en la relación de pareja.
Cuando ellas piden ayuda en el Cenesex,
se dan cuenta de que su vida pudo haber sido distinta. Y aun a esa edad,
ha habido varias mujeres que cambian y ya no quieren ser la camarera del
marido. “Y los viejitos tienen que aprender y cambiar también. Es fuerte,
pero también su convicción y dicen: ‘antes de morirme lo voy a pasar
mejor’ ”.
Eso implica otro reto, que es no irse al
extremo y estigmatizar a los hombres. Ellos son parte de la misma trampa
cultural que asignó a las mujeres determinadas tareas y otras a los
varones. Ambos quedaron una situación de vulnerabilidad de salud y
social.
El trabajo de Mariela Castro va más allá
de la isla. Participa en una red de alianzas con organizaciones civiles
de países de América Latina porque al parecer, son las que pueden
impulsar los cambios ante la falta de voluntad política de los gobiernos.
Han organizado reuniones regionales donde conocen por dónde va cada país
y se ponen de acuerdo. La idea es avanzar para ampliar el ejercicio de
los derechos sexuales y reproductivos, aprender de los errores y
aciertos de los otros, dice.
En América Latina, uno de los retos
pricipales es el poder que aún conserva la iglesia católica, incluso, en
la toma de decisiones de la política pública. La evidencia de ello es la
precaria situación de las mujeres que son criminalizadas cuando deciden
interrumpir sus embarazos.
Es increíble, afirma, que en pleno siglo
XXI no puedan tomar decisiones sobre su cuerpo como si fueran mujeres
sin alma, incapaces, seres inferiores.
Mariela reconoce que las resistencias
seguirán, pero también nuestros puntos de vista son incansables. No nos
vamos a rendir.
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