WHEN AN EMPIRE DECLINES
By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/

A CubaNews translation.
Edited by Walter Lippmann

It is never easy for an empire to manage the decline of its global presence. It was not easy for the United Kingdom or France after World War II; neither was it for Russia after the disappearance of the Soviet Union. Washington’s new military strategy reflects a somber internal and external situation in the United States.

That is what Michael Klare --a professor at New Hampshire College in Amherst, Massachusetts-- argues in his essay "A New Military Strategy for Washington?" published in March 2014, by Le Monde Diplomatique.

Two years ago, Barack Obama announced a new defense strategy for the United States which included a reduction in the size of its army, increased preparations for cyber-warfare, special operations and control of the seas, a smaller number of missions for mechanized land combat units in Europe, and less counter-insurgency operations in Afghanistan and Pakistan. They would be focusing defense in Asia and the Pacific, keeping China in its sights.

Defense Secretary Leon Panetta then announced that the US inter-allied force would be streamlined and technologically upgraded to become more agile, flexible, innovative and capable of rapid deployment.

Michael Klare thinks that what this shows, in fact, is that the economic crisis and the public debt have weakened the United States to such an extent that it has imploded.

Under the Budget Control Act of 2011, the Defense Department’s budget will be cut by $487,000 million dollars over the next ten years. And it is possible that more significant cuts may be introduced if Republicans and Democrats do not come to terms over other economic measures. This policy, which seeks to create a more limited military force but better adapted to future potential threats, can be perceived as a pragmatic response to the changing economic and geopolitical context.

Klare believes that the United States, in view of the emergence of ambitious rivals and the inevitable exhaustion of its superpower status, wants only to perpetuate its worldwide supremacy by maintaining global superiority in decisive conflicts and in key areas of the planet. These --he believes-- lie within the maritime periphery of Asia, following an arc extending from the Persian Gulf to the Indian Ocean, the South China See and the Northwest Pacific.

With this goal in mind, the Pentagon will strive to maintain its superiority in the air and sea as well as in the domains of cyber-warfare and space technology.

Counter terrorism, which is a central aspect of the U.S. defense policy, will rely mostly on elite forces, equipped with combat drones and ultra-modern materiel.

But the Pentagon has no intention of abandoning all of its overseas military “commitments." According to Klare, the new defense policy chooses to reduce involvement in some regions, particularly in Europe, while strengthening its presence in others.

During a speech in Washington, D.C., in November 2011, Deputy Secretary of State William J. Burns noted that "During the coming decades, the Pacific will become the most dynamic and important region to the interests of Washington. To respond to the profound changes in Asia, we must develop a diplomatic, economic and security architecture that can live up to these changes. "

As part of this strategy, which has the implicit goal of countering China's rise and influence in Southeast Asia, the White House is intensifying the promotion of trade with Asia and strongly supports a strategic Trans-Pacific Economic Partnership Agreement (TPP) excluding China.

According to the United States, the prosperity of its Asian allies depends on Washington’s free access to the Pacific and Indian Oceans, an indispensable requirement to import their raw materials --especially oil-- and to export US manufactured goods to them.

With this vast geopolitical project, the Pentagon expects a transformation of the U.S. armed forces which will increase its institutional weight and concentrate its presence, its projection of power, and its "deterrent" strength in Asia-Pacific.

The United States also plans to invest heavily in weapons designed to counter irregular strategies of potential enemies which may employ "asymmetric means" to defeat or immobilize U.S. troops.

These are typical actions by an empire in decline which, in a cruel effort to maintain its former condition as the sole superpower in the world, does not consider any solution other than violence. It rules out a solution that may be compatible with the norms of international law aimed at guaranteeing sovereign equality among states.

June 11, 2014.


 

   
   
CUANDO DECLINA UN IMPERIO

Por Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/ 

Nunca es fácil para un imperio administrar la declinación de su presencia global. No lo fue para el Reino Unido ni para Francia tras la Segunda Guerra Mundial; tampoco para Rusia al desaparecer la Unión Soviética. La nueva estrategia militar de Washington refleja una sombría situación interna y externa en Estados Unidos.

Eso piensa Michael Klare, profesor del New Hampshire College, en Amherst (Massachusetts) y así lo manifiesta en su ensayo titulado “Nueva estrategia militar norteamericana” publicado en marzo de 2014 por Le Monde Diplomatique.

Hace dos años, Barack Obama anunció una nueva estrategia de defensa para Estados Unidos que incluía una reducción de las dimensiones de su ejército, el incremento de los preparativos para la ciberguerra, las operaciones especiales y el control de los mares; la reducción de las misiones de mecanizados terrestres de combate en Europa y las operaciones contrainsurgentes en Afganistán y en Pakistán, así como concentrar la atención de su defensa en Asia y el Pacífico, con la vista puesta en China.

El secretario de Defensa, Leon Panetta, anunció entonces que la fuerza interaliada estadounidense sería aligerada y perfeccionada tecnológicamente para hacerse más ágil, flexible, innovadora y capaz de desplegarse rápidamente.

Dice Michael Klare, que en verdad esto demuestra que la crisis económica y la deuda pública han debilitado hasta tal punto a Estados Unidos que le han hecho explotar.

En virtud del Acta de Control Presupuestario de 2011, el presupuesto del Departamento de Defensa será recortado en 487.000 millones de dólares en el transcurso de los próximos diez años. Y es posible que haya recortes más importantes aun, si no se ponen de acuerdo republicanos y demócratas sobre otras medidas económicas. Esta política, que apunta a constituir una fuerza militar más restringida pero mejor adaptada a futuros peligros potenciales, puede percibirse como respuesta pragmática al contexto económico y geopolítico en transformación.

Klare estima que Estados Unidos, ante el surgimiento de rivales ambiciosos y con el inevitable desgaste de su estatus de superpotencia única, quiere perpetuar su supremacía mundial manteniendo superioridad en los conflictos decisivos y en las zonas clave del planeta; según su criterio, en la periferia marítima de Asia, según un arco que se extiende desde el Golfo Pérsico hasta el Océano Índico, el Mar de China y el noroeste del Pacífico.

Para ello, el Pentágono se dedicará a conservar su superioridad en aire y mar así como en el dominio de la ciberguerra y de la tecnología espacial. El contraterrorismo, que es un aspecto central de la política de defensa estadounidense, será delegado en gran parte a fuerzas de elite, equipadas con drones de combate y material ultramoderno. Pero no por ello tiene el Pentágono la intención de abandonar todos sus “compromisos” militares en el extranjero. Su nueva política de defensa elige, según Klare, la vía de reducir su implicación en algunas regiones, en particular Europa, y reforzar su presencia en otras.

Durante un discurso en Washington en noviembre de 2011 el secretario de Estado adjunto William J. Burns señalaba que “En el transcurso de las próximas décadas, el Pacífico se convertirá en la parte más dinámica e importante para los intereses de Washington. Para responder a los hondos cambios en Asia, debemos desarrollar una arquitectura diplomática, económica y de seguridad que pueda estar a la altura de estos cambios”.

Como parte de esta estrategia, que tiene implícito el objetivo de contrarrestar el ascenso de China y su influencia en el Sudeste Asiático, la Casa Blanca intensifica la promoción del comercio con Asia y milita fervientemente a favor de un Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) que excluya a China.

Según Estados Unidos, la prosperidad de sus aliados en Asia depende de la libertad de acceso que Washington tenga al Pacífico y al Océano Índico, condición indispensable para importar de ellos materias primas (en especial petróleo) y exportarles sus productos manufacturados.

El Pentágono espera, con este vasto proyecto geopolítico, una transformación del ejército estadounidense que aumentará su peso institucional y concentrará su presencia, la proyección de su poder y su fuerza de “disuasión” en Asia-Pacífico.

Estados Unidos prevé además invertir sumas considerables en armas destinadas a contrarrestar estrategias irregulares de enemigos potenciales que utilicen “medios asimétricos” para vencer o inmovilizar a las tropas estadounidenses.

Peculiar accionar de un imperio en decadencia que, en cruel esfuerzo por mantener su vigencia como superpotencia única en el mundo que llegó a ser, no se resigna a acudir a soluciones distintas a la violencia que sean compatibles con las normas del derecho internacional que garantizan la igualdad soberana de los Estados.

Junio 11 de 2014.