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SILENCED
by Ricardo Alarcón de Quesada
Revista Punto Final, Edición No. 804
May 16, 2014
A CubaNews translation.
Edited by Walter Lippmann.
The Tribeca Film Festival has just had the premiere of Silenced,
a documentary by director James Spione who had previously been nominated
for an Academy Award for his film Incident in New Baghdad.
The director has said that the
experience in filming the latter led him to launch his latest project.
The Apache helicopters attacking civilians in the Iraqi capital, and its
deliberate and unwarranted nature, was made known in detail only after
the courageous action by Chelsea Manning and its dissemination by
Wikileaks.
Spione was intrigued by the question of the control of information, by
the mechanisms which some use to decide what Americans can learn and to
keep other information hidden. He was amazed by the fact that these
mechanisms could operate so effectively, even in situations relating to
events, like the ones he reported in his first documentary, which
momentarily made front-page headlines and in themselves, due to their
significance, required public reflection, research and journalistic
debate.
Furthermore, controlling these issues implicated many people
in the chain of command and in the administrative structures. One had to
assume that not everyone would simply accept the orders coming from
higher up. They implied violations of the Constitution, the laws, legal
principles and juridical norms which supposedly govern the country.
The inquiry led to his new documentary which tells the stories of three
Americans who, while holding different official responsibilities, had
the courage to oppose the torture and other illegalities which the Bush
Administration turned into daily practice and regarding which little has
changed under the Obama administration. It is also the story of the
persecution, pressures and reprisals to which the three were, and still
are, subjected, without having committed any crime, except to peacefully
rebel against the outrages and abuse committed, daring to express their
dissenting opinions.
The documentary reveals how the American regime -its huge bureaucracy
and endless network of connections with the private sector and civil
society-- can ruin careers, punish families and destroy the lives of
decent citizens who had the audacity to stand up for truth and justice.
That other facet of American society is less known abroad because a
powerful propaganda machine is in charge of preventing that from
happening. That propaganda still fools no few people with the notion of
the "American dream" and other such nonsense. Here lies perhaps the
greatest merit of the documentary.
For years, his
characters suffer the “American nightmare". They live under constant
intimidation and harassment. Two men and a woman who acted separately,
without any link between them, but are now joined in this film by their
common stories.
Jesselyn Radack, after graduating with honors from Yale and Brown
universities, was included in the Honors Program of the Department of
Justice and was part of its Ethics Commission until she was fired in
2002 for criticizing, in internal memoranda, violations of the right to
defense of John Walker Lindh (the so-called "American Taliban"). A few
months later, she was stripped of her membership in the American Bar
Association and separated from the law firm for which she worked.
Thomas Drake was a senior official of the National Security Agency (NSA),
and a decorated veteran by the Air Force and Navy. He decided to
internally express his concern about the waste of resources and abuses
by the NSA (including concealment of information concerning the
terrorist attack of September 2001). He was put under investigation
since 2006, had to resign from his post in 2008, was finally indicted in
May 2010 but received a lesser penalty (one year probation) on July 15,
2011.
John Kiriakov was an officer of the Central Intelligence Agency who, in
December 2007, said in front of ABC News cameras, that the technique
called "waterboarding " (simulated drowning) was a form of torture
practiced by the CIA against suspected terrorists. After protracted
litigation he was finally indicted in 2012 for allegedly "leaking”
information to the press and sentenced to three years in prison.
The documentary specially addresses the high price that the three have
had to pay for doing something which legally is not a crime. Beyond the
massive expenditures they had to pay for long court cases, defamation
and harassment follow them in everyday life, in their communities, in
their constant, often fruitless efforts, to find a job.
Their dramas began in the times of George W. Bush. But they still suffer
from them. Barack Obama, while still a candidate and even after being
elected President, had referred to those who faced the Bushite
repression for defending the truth as people of "courage and patriotism
who should be encouraged rather than stifled ". That idea, however, was
lost on the way to the White House and became one more of his forgotten
promises. |
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SILENCIADOS
Ricardo Alarcón de Quesada
Revista Punto Final, Edición No. 804
16 de mayo de 2014
El Tribeca
Film Festival acaba de presentar la premiere de “Silenced” un
documental del director James Spione quien antes había sido nominado a
un Premio de la Academia por su film “Incident in New Bagdad”.
Según cuenta fue la experiencia en la realización de este último que lo
condujo a emprender su más reciente proyecto. El ataque de helicópteros
Apache contra la población civil en la capital iraquí, su carácter
deliberado sin justificación alguna, solo se pudo conocer en detalles
por la acción valerosa de Chelsea Manning y su difusión por medio de
Wikileaks.
Cuenta Spione que le intrigaba la cuestión del control de la
información, los mecanismos de los que se valen algunos para decidir lo
que los norteamericanos pueden saber y para mantener ocultas otras
informaciones. Le llamaba la atención que esos mecanismos operasen con
tal eficacia incluso en situaciones relativas a sucesos, como los de su
primer documental, que ocuparon momentáneamente titulares de primera
plana y que en sí mismos, por su significación, invitaban a la reflexión
pública, a la investigación y el debate periodístico.
Eran asuntos, además, cuyo control implicaba a muchos, en la cadena de
mando y en las estructuras administrativas. Había que suponer que no
todos acataran disciplinadamente las órdenes superiores sobre todo
porque se trataban de violaciones a la Constitución, las leyes y los
principios y normas jurídicas que, supuestamente, rigen en aquel país.
La indagación lo condujo a su nuevo documental que trata las historias
de tres norteamericanos quienes, ocupando diversas responsabilidades
oficiales, tuvieron el valor de oponerse a la tortura y otras
ilegalidades que la Administración Bush convirtió en práctica cotidiana
y respecto a las cuales poco ha cambiado bajo el Gobierno de Obama. Es
también la historia de la persecución, las presiones y represalias de
las que fueron objeto y que aun sufren los tres, sin haber cometido
crimen alguno, salvo el de rebelarse contra la iniquidad y objetar
aquellos desmanes, pacíficamente, atreviéndose a expresar sus opiniones
disidentes. El documental revela como el régimen norteamericano –su
enorme aparato burocrático y su interminable red de conexiones con la
empresa privada y la sociedad civil- puede arruinar carreras
profesionales, castigar a las familias, despojar de sus vidas a
ciudadanos decentes que tuvieron la osadía de defender la verdad y la
justicia. Esa otra faceta de la sociedad estadounidense trasciende menos
al exterior porque de evitarlo se encarga una poderosa maquinaria
propagandística que aun engaña a no pocos con la idea del “sueño
americano” y otras tonterías. Ahí reside quizás el mayor mérito del
documental.
Sus personajes, padecen hace años la “pesadilla americana”. Viven
bajo constante intimidación y hostigamiento. Son dos hombres y una mujer
que actuaron separadamente, sin ninguna vinculación entre ellos, aunque
ahora los une este film y sus historias comunes.
Jesselyn Radack tras graduarse con notas brillantes en las universidades
de Yale y Brown fue incluida en el Programa de Honor del Departamento de
Justicia e integró su Comisión de Ética hasta que fue cesanteada en 2002
por criticar, en memorándums internos, las violaciones a su derecho a la
defensa de John Walker Lindh (el llamado “Talibán americano”).
Pocos meses después fue despojada de su membrecía en la American Bar
Association (Asociación o Colegio de Abogados de Estados Unidos) y
separada de la firma legal para la cual trabajaba.
Thomas Drake era un alto funcionario de la Agencia Nacional de Seguridad
(NSA), veterano condecorado por la Fuerza Aérea y la Marina. Se le
ocurrió expresar internamente su preocupación por el derroche de
recursos y los abusos de la NSA (incluyendo el ocultamiento de datos
relativos al ataque terrorista de septiembre de 2001), por lo que estuvo
bajo investigación desde 2006, debió renunciar a su cargo en 2008 y fue
formalmente acusado en mayo de 2010, aunque recibió una sanción menor
(un año de probatoria) el 15 de julio de 2011.
John Kiriakov era un oficial de la Agencia Central de Inteligencia que
en diciembre de 2007 dijo ante las cámaras de la ABC News que la técnica
del llamado “waterboarding” (intento de ahogamiento) era una
forma de tortura que la CIA practicaba a los sospechosos de terrorismo.
Tras prolongado litigio fue finalmente encausado en 2012 por
supuestamente “filtrar” información a la prensa y sancionado a
tres años de prisión.
El documental aborda especialmente el alto precio que los tres han
debido pagar por hacer algo que legalmente no constituye delito. Más
allá de las cuantiosas sumas que debieron abonar para asumir largos
pleitos ante los tribunales, la difamación y el hostigamiento los
persigue en la vida cotidiana, en sus comunidades, en sus constantes
esfuerzos, muchas veces inútiles, para hallar un empleo.
Sus dramas comenzaron en tiempos de George W. Bush. Pero aun los sufren.
Barack Obama, cuando era candidato e incluso después de ser electo, se
había referido a quienes enfrentaban la represión bushista por defender
la verdad como a personas de “coraje y patriotismo que deberían ser
estimuladas en vez de sofocadas”. Esa idea, sin embargo se perdió en
el camino a la Casa Blanca y quedó como otra de sus promesas olvidadas.
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