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Cañoneros
viscerales
Indisciplinas
sociales y otras irregularidades empañan el propósito del Estado cubano
de satisfacer y mejorar los servicios a la población en un céntrico
establecimiento comercial santiaguero
La intersección entre las calles Bayamo y Barnada es un punto propicio
para la ocurrencia de accidentes, que se maximizan ante las
indisciplinas que suceden en las colas de Las tres niñas. Foto: Eduardo
Pinto Sánchez
Varios Autores
17 de Marzo del 2014 23:00:49 CDT
SANTIAGO DE CUBA.— La noche aparece presurosa en un domingo cualquiera
sobre esta tierra oriental; la imagen melancólica y apacible de la
ciudad antigua se trastoca para el caminante que al recorrer la
intersección entre las populosas calles Bayamo y Barnada encuentra en
una de sus aceras a varios individuos, sábanas en mano, dispuestos a
dormir en el lugar.
No se trata de personas sin hogar o de alguien abandonado por su familia,
quienes así actúan están dispuestos a someterse a las inclemencias de la
intemperie nocturna por motivos oscuros e individualistas que persiguen
el lucro con uno de los alimentos más demandados: la carne.
Como parte de la ampliación de los servicios, dentro de la estrategia de
las autoridades políticas y gubernamentales de la provincia, se
aprovechan todos los espacios para extender la comercialización de
productos que, aunque no satisfacen del todo la demanda existente,
mejoran la oferta alimentaria.
Es así como en la esquina antes mencionada, muy cerca de las céntricas
Plaza de Marte y las arterias Enramadas y Aguilera, una renovada
carnicería brinda desde el 3 de noviembre del pasado año un servicio
especializado en vísceras de animales —sobre todo de res y cerdo—, con
el llamativo nombre de Las tres niñas.
Con precios asequibles que varían entre los seis y diez pesos en moneda
nacional para el kilogramo de productos como hígado, corazón, lengua,
morcilla, riñón o cabeza, esta carnicería, administrada por la Empresa
de productos alimenticios y no alimenticios (Empana) del Grupo
Empresarial de Comercio, se ha convertido en el epicentro de un fenómeno
que ilustra el individualismo de algunos y genera indisciplinas sociales,
al transformar una posibilidad para todos en un negocio de pocos.
No por
mucho madrugar
Individuos ya
conocidos por trabajadores y vecinos del lugar han adoptado un modus
operandi para lucrar, lo que según algunos no es una exclusividad de la
carnicería, sino que sucede en otras unidades de servicios como los
mercados Ideal o Cerdicentros.
Desde bien temprano una o dos personas se sitúan en las inmediaciones de
Las tres niñas y dicen marcar para diez o 15 personas a la espera del
carro de la Empresa Cárnica Santiago, proveedora de la unidad, con el
fin de acaparar los productos más solicitados, aseguran residentes de la
calle Barnada.
«No pocas veces han sucedido hechos lamentables de disturbios y
violencia, cuando algunas personas han querido defender sus derechos y
han recibido de su contraparte amenazas o agresiones, por lo que han
tenido que acudir las fuerzas del orden público para solventar el
problema», arguye Rolando Rivaflecha, dependiente de la instalación.
Cuenta Rolando que otra forma que han encontrado estos «personajes» para
alcanzar su objetivo es ceder los turnos «reservados» desde el día
anterior a personas que, a cambio, les tienen que entregar a ellos las
cantidades que les corresponden de hígado y corazón.
Esta es la respuesta que han encontrado para burlar las medidas que han
tomado los trabajadores del lugar para defender los derechos de los
consumidores, explica el administrador Osvaldo Carbonell.
«Orientamos que solo se puede vender un kilogramo de cada producto por
persona y exigimos orden hasta donde podemos en las tres colas para
acceder al local: una de hombres, otra de mujeres y una de personas con
discapacidad física, donantes de sangre o embarazadas.
«Muchas veces la atención de nuestro trabajo se desvía hacia la
vigilancia de los rostros de los clientes para evitar que repitan en la
cola, propiciar el orden o revisar con precisión los carnés de
discapacitados o de donantes porque no pocos son falsos», cuenta
Carbonell, quien recuerda que en una ocasión buscaron la lista de
donantes en el Banco Provincial de Sangre y, al advertirles a los que
estaban en la cola, estos con total normalidad dieron la espalda y se
fueron.
La misma actitud la asumieron muchos de esos individuos inescrupulosos
cuando fueron abordados por estos reporteros, al negarse a decir palabra
alguna o ser fotografiados.
Barato
que sale caro
Las tres niñas
deben recibir todos los días un promedio de 300 kilogramos de productos
cárnicos que son vendidos en la misma jornada. No obstante, solo llega
hasta allí cerca de una docena de kilos de las vísceras más buscadas
como hígado o corazón, lo que unido al irregular horario con que surte
el camión de la Empresa Cárnica, propician, entre otras causas, esta
situación desagradable.
Varios elementos demuestran además que problemas organizativos también
atentan hasta contra los propósitos más nobles. Ningún cartel define en
parte alguna el horario de la instalación a la espera de uno que prepara
la Empana; muchos de los productos que prometieron venderse o que
aparecieron el día de su inauguración, como la panza de res, no han
vuelto a verse por allí; ha existido inconstancia en los precios en
apenas cuatro meses, y no se ha cumplido la promesa de empacar los
cárnicos para expenderlos.
Horas de
espera
Roberto Álvarez
Solano, director de la Empresa Cárnica Santiago, sostiene que la
industria pasa por un momento complejo en cuanto a la cantidad de
animales que llegan a los mataderos desde los distintos proveedores de
res y cerdo, lo que ha causado la disminución en la entrega de las
vísceras a esta y otras unidades.
Informa además, que el camión de entrega sale desde la madrugada para
abastecer unos cuatro mercados. Sin embargo, no coinciden los clientes
con este dato al sostener que deben esperar varias horas a que llegue el
transporte.
«Tampoco se ha podido procesar la panza de res porque no tenemos el
equipamiento adecuado para ello, y hacerlo de forma manual resulta muy
dificultoso; no podemos empaquetar los productos porque las condiciones
están creadas solo para los destinados al turismo, y Comercio tampoco
tiene condiciones para ello, por lo que entregamos los surtidos en
bolsas de nailon», dice Álvarez Solano.
Existe, asimismo, el peligro de que ocurra un lamentable accidente con
los recurrentes tumultos que se presentan cuando llega el camión del
cárnico en esa esquina entre las calles Bayamo y Barnada, muy utilizada
para el transporte de pasajeros que se dirigen al centro histórico de la
urbe y a los poblados ubicados en la parte del litoral santiaguero.
Esta es una manifestación de indisciplina social que prefigura una
situación o cadena de delitos que pueden ser más complejos.
Mientras, saltan interrogantes elementales: ¿Cuál es el destino del
acaparamiento de estos cárnicos, sobre todo corazón e hígado? ¿Quién ha
de proteger los intereses de los clientes o trabajadores que solo pueden
asistir al sitio al finalizar su horario laboral? ¿Por qué se «especializan»
instalaciones en las prestaciones de servicios que no podrán tener un
surtido con la calidad a la que se aspira?
http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2014-03-17/canoneros-viscerales/
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