WASHINGTON: THE WORST OF THE JUDGES
By Manuel E. Yepe

A CubaNews translation.
Edited by Walter Lippmann.


After the Second World War, the United States was in superior material condition than other nations and had the opportunity to lead a world of peace and justice; globalized, and in solidarity. But excessive hegemonic ambitions made them waste the opportunity to achieve this utopia for themselves and for other countries.

Washington sought to dominate the world with its monopoly of atomic weapons and, based on that supposed advantage, launched an arms race that still has the planet sitting on nuclear warheads.

At the end of the Cold War, the United States was again in a position that -instead of aiming at the total domination of the planet- could have led to the creation of a democratic and fair system of international relations. It could have compensated history for the huge moral debt of crimes which they had committed due to their dark imperialist politics from the late nineteenth century.

They provided a model of an unjust and unequal international order based on impositions and abuses which can no longer be sustained even by force of arms. Since, in the military field, they are leading the world, they are devoted to promoting preemptive wars, country occupations, selective bombings, destabilization of governments, extrajudicial assassinations, and other crimes.

But perhaps the most serious injury inflicted on humanity by the United States has been the extent and impunity with which it practices falsehood and double standards in the interests of its goals of world hegemony and domination.

A gigantic global apparatus for media manipulation which includes large multinational corporations, and news and television agencies have imposed the acceptance by world public opinion of the "United States point of view". Meanwhile they hide or minimize the excesses of the sole superpower in the planet.

With such formidable resources of disinformation, Washington sings its own praises to the world; proclaims its well-being, freedom, equality and fake humanitarian feelings; and stands as judge and custodian of the civil and political rights of the citizens in Third World countries. Meanwhile, it ruthlessly violates these rights in its own country and, especially, in the countries against which it fights its wars to steal their natural resources.


Its diplomacy, which has lost its prestige, is unable to win battles on its own, and so it resorts to guns, threats, blockades and other forms of power to achieve its foreign policy purposes. To this end it uses its media of disinformation and lies, capable of demonizing -at a global scale and within days- a country or a government, in order to justify its actions. These same media, in turn, serve to conceal, minimize or deflect the attention of public opinion from the superpower's more reprehensible actions.

These same media at the service of misinformation hide the inconsistency of the U.S. financial situation, with the biggest external and internal debt in the world; fiscal and current accounts deficits which hit record levels; and an increasingly weak currency, dependent on the willingness of other countries which hold their assets and are temporarily interested in keeping it afloat.

Obviously, Washington can no longer impose its will as it did six decades ago.


Propaganda projecting the superiority of the U.S. economy is globally spread. Only very specialized publications, of limited circulation, formulate assessments which demonstrate the irrationality of its economy which is becoming less productive and more characterized by social services budget cuts for the benefit of the allocation of funds for war.

The expansion of poverty and the reduction of social expenditures to benefit of the military budget have deteriorated quality-of-life indicators. As a result, the American way of life is not a model nor an objective to promote as much as is submission, or acceptance, as in the past.

The systematic manipulation of the legal, incarceration and political systems of the U.S., for the benefit of the interests of the military-industrial complex, are in contrast to the presumed objectivity with which U.S. representatives insist on being recognized as the rightful judges with respect to these rights throughout the world.

And if, together with all the above, it is known that from 1976 until today, in the U.S. there have been more than 75 death row inmates whose innocence has been subsequently demonstrated; what trust can humanity place in the ability of the U.S.to judge the judicial, police and prison systems of other countries?

March 8, 2014
   
    EL PEOR DE LOS JUECES

Por Manuel E. Yepe

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos estaba en condiciones materiales superiores al resto de las naciones y tuvo la posibilidad de encabezar un mundo de paz y justicia, globalizado y solidario. Pero desmedidas ambiciones hegemónicas le hicieron desperdiciar la oportunidad de alcanzar esta utopía para sí y para los demás países.

Washington pretendió dominar al mundo con su monopolio del arma atómica y, basándose en esa supuesta ventaja, desató una carrera armamentista que aún tiene al planeta sentado sobre ojivas nucleares. Al término de la Guerra Fría, Estados Unidos nuevamente quedó en una posición tal que si en vez de pretender el dominio total del planeta hubiera propiciado la creación de un sistema democrático y justo de relaciones internacionales, podría haber compensado ante la historia su enorme deuda moral por los crímenes de su tenebrosa política imperialista desde los años finales del Siglo XIX.

Modeló un orden internacional injusto y desigual, a base de imposiciones y atropellos, que ya no puede sostenerse sino por la fuerza de las armas y -como en el terreno militar es la cabeza del mundo- se dedica a promover guerras preventivas, ocupaciones de países, bombardeos selectivos, desestabilización de gobiernos y asesinatos extrajudiciales y otras fechorías.

Pero quizás el daño más grave infringido a la humanidad por Estados Unidos ha sido la extensión e impunidad con que practica la mentira y la doble moral en aras de sus propósitos hegemónicos de dominación mundial.

Un gigantesco aparato mundial para la manipulación de los medios de comunicación que incluye las grandes corporaciones multinacionales de agencias de prensa y televisivas ha impuesto la aceptación por la opinión pública mundial del "punto de vista de Estados Unidos" mientras esconden o minimizan los desafueros de superpotencia única en todo el planeta,

Con tan formidables recursos de desinformación, Washington pregona al mundo sus bonanzas, libertades, igualdades y simulados sentimientos humanitarios, y se yergue en custodio y juez de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos en los países del Tercer Mundo, mientras los pisotea cruelmente en su propio país y muy especialmente en los países contra los cuales libra sus guerras para robarles los recursos naturales.

El desprestigio de su diplomacia, incapaz de ganar batallas por sí misma, le lleva a recurrir a las cañoneras, las amenazas, los bloqueos y otros recursos de fuerza para el logro de los propósitos de su política exterior. Y para ello entran igualmente en juego sus medios de desinformación y mentiras, capaces de demonizar a escala mundial a un país o a un gobierno en pocos días, a fin de justificar sus acciones. Estos mismos medios, a su vez, sirven para encubrir, minimizar o desviar la atención de la opinión pública de los aspectos más reprochables de las acciones de la superpotencia.

Son esos mismos medios al servicio de la desinformación los que ocultan la inconsistencia de su situación financiera, con la mayor deuda externa e interna del mundo; déficit fiscales y de cuentas corrientes, que alcanzan niveles récord y una moneda cada vez más endeble y dependiente de la voluntad de otros países tenedores de sus valores, circunstancialmente interesados en mantenerla a flote. Obviamente, ya Washington no puede imponer sus decisiones como hace seis décadas.

Se difunden a escala global los enfoques que hablan de la superioridad de la economía estadounidense y solo publicaciones muy especializadas y de limitada circulación formulan valoraciones que demuestran la irracionalidad de su economía, cada vez menos productiva y más caracterizada por recortes presupuestarios para la prestación de servicios sociales, en beneficio de las asignaciones destinadas a la guerra.

La extensión de la pobreza y la limitación de los gastos sociales en beneficio del presupuesto militar ha deteriorado sus indicadores de calidad de vida de manera tal que ya el modo de vida americano no constituye modelo ni objetivo que promueva tanta sumisión o adeptos como en el pasado.

La sistemática manipulación en beneficio de los intereses del complejo militar-industrial de que son objeto los sistemas judicial, penitenciario y político en Estados Unidos, contrasta con la presunción de objetividad con que sus representantes pretenden que se les reconozca como enjuiciadores del respeto a estos derechos en todo el mundo.

Y si, además de todo esto se conoce que desde 1976 hasta hoy, ha habido en Estados Unidos más de 75 condenados a muerte cuya inocencia ha sido posteriormente demostrada, ¿qué confianza puede tener la humanidad en la capacidad del gobierno de Estados Unidos para juzgar sistemas judiciales, penitenciarios y policiales de otros países?

Marzo 8 de 2014.