OBAMA SPOKE ABOUT CUBA...IN MIAMI
By Manuel E. Yepe

A CubaNews translation.
Edited by Walter Lippmann.

The visit of U.S. President, Barack Obama, to Miami on November 8, was intended to promote fundraising for the election campaigns of the Democratic Party candidates to Senate seats in the coming national elections.

It was part of a tour with the same purpose through several states of the American nation, but no other had such a broad impact in the corporate media.

His Miami visit was widely touted in the media as supporting the half century old “war" waged by the United States against Cuba, and as an expression of Obama’s backing of the leaders of the plethora of Cuban counterrevolutionary politicians supported by the extreme right wing in American national politics.

But there was also a less biased view of the "encounter", according to which the most important element was that the President talked about the need to update the ancient U.S. policy towards Cuba so that it would recognize as positive the changes that are taking place in the island.

In the alternative media, which are practically the only ones that reflect the viewpoints of the left and other progressive trends in American society, Obama’s visit to Miami prompted other criteria that should be taken into account.

In these media was expressed - especially those in the left that have maintained a hopeful critical support for the President- a certain recognition of the way Obama uses the most reactionary arguments, and sides with the most conservative political coalitions in search for results that he considers possible and progressive.

Obama is credited with the ability to act with great caution – even ignoring the arguments of the left - to create the political space that allows him to move forward in the direction he intends. And this is something that he often achieves, his followers in the left concede.

They believe Obama is convinced that the political machinery of the right-wing Cubans in Florida no longer has the monopoly on the electoral votes in that state, nor is it capable of exerting a blockade on the other political trends.

Unlike previous presidents, Obama has been able to understand that "regime change" is an unacceptable goal, and probably impossible in the case of Cuba; but that Cubans are making a power transition anyway, conducting a necessary opening, suitable to facilitate to both parties – The United States and Cuba – the capacity for reevaluation and reciprocal recognition.

In line with these bilateral probings, the idea of both sides working for what has been called a “soft landing” -without drama or overreactions on either side- seems to be gaining strength among experts.

Certainly it would not be at all easy to pave a way that would lead to a normalization of relations between the two nations - something that no one dares even to propose - given the accumulation of hostilities, tensions and discrepancies that have generated so many wounds.

Along this difficult road there are over 50 years of a blockade that has represented immeasurable damage to the development of the island, with laws and regulations (such as those cataloging Cuba as a country that promotes terrorism, or those sponsored by Senator Helms, Representative Burton and Senator Torricelli. These laws were deliberately designed to make it difficult for the President to repeal them. In addition there are such actions as the cruel and unjust long prison sentences that have almost destroyed the lives of the group of young anti-terrorists who volunteered to obtain evidence of the criminal acts that are hatched in Miami against Cuba within the US).

But at the expert level it is known that the Cuban extreme right in the U.S. lacks backing except that from the government in Washington, without whose support its entire singular economic and political “splendor” would not survive for long.

On the other side of the Straits of Florida, it is known that Cubans have always considered the government -and governing powers above it- in the United States as responsible for the imperial abuse. Cubans recognize the intrinsic values of the neighboring people and their many gestures of solidarity.

The particularly friendly way in which American visitors are welcomed in Cuba derives largely from the fact that, for over 50 years, the few visitors from the US have been seen as transgressors of the criminal policy of blockade and the ban on travel to the island.

Recent history shows that the propaganda machinery that Washington has can alter in a short time the hostile feelings that it has systematically instilled in its population through demonizing propaganda against countries with inconvenient governments for the foreign policy of the United States.

November 20, 2013 ===========================================================

OBAMA HABLÓ SOBRE CUBA… EN MIAMI

Por Manuel E. Yepe

La visita del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el 8 de noviembre a la ciudad de Miami tuvo el propósito de promover la recaudación de fondos para las campañas electorales de los candidatos del partido demócrata a escaños en el Senado en los próximos comicios nacionales de ese nivel.

Era parte de un recorrido con idéntico fin por diversos estados de la nación norteamericana, pero ninguno otro tuvo tan amplia repercusión en los medios corporativos de prensa.

El de Miami, fue profusamente resaltado por los medios afines a la “guerra” contra Cuba que libra Estados Unidos hace medio siglo, como una expresión del apoyo de Obama a los líderes de la pléyade de políticos contrarrevolucionarios de origen cubano que respalda la extrema derecha de la política nacional estadounidense.

Pero hubo también una visión menos parcial del “encuentro”, según la cual lo más trascendente fue que el Presidente hubiera hablado acerca de la necesidad de que Estados Unidos actualice su añeja política hacia Cuba y que reconociera como positivos los cambios que están teniendo lugar en la Isla.

En los medios alternativos, que son prácticamente los únicos en los que encuentran reflejo los puntos de vista de la izquierda y de otras tendencias progresistas en la sociedad estadounidense, la visita de Obama a Miami generó otros criterios que merecen ser tenidos en cuenta.

Se ha manifestado en estos medios –especialmente en los que desde la izquierda han mantenido un apoyo crítico esperanzado al Presidente- comprensión por la forma en que Obama utiliza los argumentos más reaccionarios y se asocia en las coaliciones políticas más conservadoras en busca de resultados que él valora como posibles y progresistas.

Atribuyen a Obama la capacidad de actuar con mucha cautela –incluso haciendo caso omiso a los argumentos de la izquierda– para crear el espacio político que le permita avanzar en la dirección que él pretende. Y esto es algo que a menudo logra, admiten sus seguidores desde la izquierda.

Consideran que Obama está convencido de que la maquinaria política de los cubanos de extrema derecha en la Florida no cuenta ya con el monopolio de los votos electorales de ese estado ni tiene capacidad de ejercer un bloqueo a las demás corrientes políticas.

A diferencia de anteriores presidentes, Obama se ha mostrado capaz de entender que el “cambio de régimen” es un objetivo inaceptable y seguramente imposible en el caso de Cuba, pero que los cubanos están haciendo una transición del poder de todos modos, llevando a cabo una necesaria apertura, apta para facilitar a ambas partes – Estados Unidos y Cuba- capacidad de reevaluación y reconocimiento recíprocos.

En línea con estos bilaterales tanteos, parece estarse haciendo fuerte, a nivel de expertos, la idea de trabajar ambos por lo que se ha dado en llamar un aterrizaje suave (“soft landing”), sin dramas ni reacciones exageradas de una u otra parte.

Ciertamente no sería nada fácil allanar la senda que conduzca a una normalización de las relaciones entre las dos naciones - algo que nadie se atreve siquiera a proponer -, dada la acumulación de hostilidades, tiranteces y discrepancias que tantas heridas han generado.

En el difícil camino están los más de 50 años de bloqueo que han significado un daño incalculable para el desarrollo de la Isla, con legislaciones y disposiciones (como la catalogación de Cuba como país promotor de terrorismo o las promovidas por los congresistas Helms, Burton y Torricelli deliberadamente diseñadas para hacer difícil que el Presidente pueda derogarlas) o acciones tan crueles como las injustas extensas condenas que han destruido las vidas del grupo de jóvenes antiterroristas que se prestaron para obtener evidencia de los actos de criminales que se urden en Miami contra Cuba y en los propios Estados Unidos.

Pero, a nivel de expertos se conoce que la extrema derecha cubana en Estados Unidos carece de base de sustentación que no sea el gobierno de Washington, sin cuyo apoyo no se sustentaría mucho tiempo todo su singular “esplendor” económico y político.

En la otra orilla del estrecho de la Florida, es sabido que los cubanos siempre han distinguido como causantes de abuso imperial al gobierno y los poderes fácticos que rigen en Estados Unidos incluso por encima de éste, reconociendo los valores intrínsecos del pueblo vecino y sus múltiples gestos de solidaridad.

La forma particularmente amistosa con que son acogidos los visitantes estadounidenses en Cuba deriva, en buena medida, del hecho de que, por más de 50 años, los escasos visitantes del Norte han sido vistos como entes transgresores de la criminal política de bloqueo y de la prohibición de los viajes a la isla.

La historia reciente demuestra que la maquinaria informativa con que cuenta Washington puede cambiar en breve tiempo los sentimientos hostiles que ella misma sistemáticamente inculca en su población con propaganda demonizadora de los países con gobiernos inconvenientes a la política exterior de Estados Unidos.

Noviembre 20 de 2013.