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Blog de Pelayo Terry

 

The Deceptions of MS Word and Press Editing

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A CubaNews translation.
Edited by Walter Lippmann.

 

We all know the "services" that Microsoft Word offers for those who use the most popular word processor in the world. I will not describe here its benefits for editing, correcting, using different colors, designing, handling correspondence, synonyms, etc.  We would need to appoint someone -because their designers will certainly not do it- to tell us how many are the features offered by this tool of continued and common use in all parts of this planet –with a computer, of course.

However –and I have already addressed the subject in this blog- technologies also set traps and we must be prepared for them. Not trusting them fully and blindly is perhaps the best antidote to preventing deception. These can lead us to making mistakes that have no solution if they are already in the printed edition of any publication.

In this post, I will only warn those who work in the world of journalism about the need to avoid relying fully on Word's correction capabilities; in particular, the correction of words which, according to the processor, are misspelled.

How many times have we written a word correctly, and the damn program marks it in red, or highlights it in blue, because "it" believes there is a wrong conjugation? Have we not been victims of errors in the writing of names and surnames because the "dear program" does not recognize them? An example is my name, which Word recognizes as Ferry and not Terry. It is true that the program offers the possibility of adding the unknown word so it becomes part of its "dictionary", but this does not eliminate, per se, the possibility of mistakes, especially when the use of the PC is not exclusive to one person, or you can perform in multiple stages.

There may be many other examples. The most important thing is to trust our abilities and our knowledge. Technologies can open up certain ways, but the main thing is the preparation of those persons who sit in front of the computer; and their certainty that no matter how advanced the tools are, they can never replace our professional training. This must also be accompanied -at least in professional journalism- by other practices such as self-editing of the content we create. This is an essential step, and all professionals should follow it. It's the first opportunity we have to realize whether we have made a blunder.

Sometimes technology plays a trick on us and we do not know how to distance ourselves to improve what we want.

I think that -without discrediting the use of information and communication technologies- it is always wise to trust our instincts and our cultural and educational background. These we must continue to cultivate every day. Only in this way, will the errors that Word "fixes" not become errors that Word multiplies. Now I leave the door open for your opinions and considerations.

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Note from Walter Lippmann, March 2014:
Pelayo Terry is the editor of Granma daily

 

 

   
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Los engaños de Word y la edición de prensa


6 respuestas

Todos sabemos las “facilidades” que ofrece Microsoft Word para quienes utilizan el procesador de textos más popular en el mundo. No voy a describir aquí sus bondades para la edición de materiales, la corrección, la utilización de diferentes estilos, para diseños, manejos de correspondencias, utilización de sinónimos, etc. Habría que dedicar a alguien, porque sus inventores seguro no lo harán, a que nos diga cuántas son las funcionalidades que ofrece esta herramienta de uso continuado y común en todas las partes de este planeta, por supuesto, computadora mediante.

Sin embargo y ya una vez abordé el tema en este mismo blog; las tecnologías también nos tienden algunas trampas y para ellas debemos estar preparados. No confiar plena y ciegamente en ellas es quizá el mejor antídoto para no caer en su engaño, que nos puede llevar a cometer errores que después no tienen solución si encontraron el fin en una edición impresa de cualquier publicación.

En este post solo voy a hablar, a manera de alerta para quienes trabajamos en el mundo del Periodismo, sobre la necesidad de no confiar plenamente en las posibilidades que ofrece Word para corregir las palabras, que, según el procesador, están mal escritas.

¿Cuántas veces no hemos escrito una palabra bien, y el dichoso programa nos la marca en rojo, o la pone en azul, porque para “él” existe una mala conjugación? ¿No hemos sido víctimas de errores en la escritura de nombres y apellidos que el “querido programa” no reconoce, como por ejemplo el mismo apellido de este escribidor, el cual Word reconoce como Ferry y no como Terry? Es verdad que ofrece la posibilidad de agregar la palabra desconocida para que pase a formar parte de su “diccionario”, pero ello no elimina per se la posibilidad de la equivocación, sobre todo cuando el uso de la PC no es exclusivo de una sola persona y es múltiple el escenario donde se puede actuar.

Ejemplos puede haber muchos otros, pero lo más importante es confiar en nuestras capacidades y nuestros conocimientos. Las tecnologías pueden abrirnos ciertos caminos, pero lo principal es la preparación de quienes detrás de cada una de ellas se sientan, en la seguridad de que nunca, por muy avanzado que esté, habrá herramientas que pueda sustituir nuestra formación profesional. Y además, ello debe ir acompañado, al menos en mundo del Periodismo donde interactúo, de otras prácticas, como la autoedición de los contenidos que creamos, paso indispensable que todo profesional debía asimilar. Es la capacidad primera que tenemos para darnos cuenta nosotros mismos de si hemos cometido alguna pifia.

Nos juega una mala pasada y no sabemos, luego, como distanciarnos de ella para mejorar lo que queremos.

Creo que sin demeritar el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones, lo más sensato siempre será confiar en nuestros instintos y nuestra formación cultural y académica, la cual, cada día debemos continuar cultivando. Solo así, los errores que Word “arregla”, no se convierten en errores que Word multiplica. Ahí les dejo la puerta abierta para que opinen y ofrezcan otras consideraciones.

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