Juventud Rebelde
February 16, 2006 


Iran
It’s not the time of Alexander in Persia

By Luis Luque Álvarez

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

http://www.jrebelde.cu/2006/enero-marzo/feb-16/mundo_noes.html
La Puerta de entrada a Persépolis.

Crossing the imposing gate of Xerxes I under the stern look of the two stone bulls guarding its sides, must have been an everyday act to those living in ancient Persepolis, Persia’s beautiful capital city destroyed by the mythic Alexander the Great, whose ambitions it aroused. Today, however, trespassing it is to those who only see stones and walls –still watched by these animals’ erect, if rundown, figures– a walk through the history of Iran, a nation that lives and strives to develop.

 

Several ideas come to mind about this great country, although the western media usually refers only to its vast oil riches and Islamic government and society. Furthermore, it has been mentioned lately, just with a view to casting doubt on its right to have a peaceful nuclear program in place. The hypocritical excuse given is that of "fear of atomic weapons in the Middle East" whereas we all know where the existing ones are located. And they're not exactly on Iranian soil.

 

Persia as a nation is more than just these issues, let alone that it has oil reserves estimated at some 130,000 million barrels and a yearly production capacity of 1,500 million barrels. Strictly speaking, that is why Iran is working to develop nuclear power: to preserve such wealth and respond to electric power production shortfalls suffered by a steadily growing population.

 

Iran currently has 68.2 million inhabitants distributed throughout 28 provinces (only in Tehran, its capital city, there are more than 11 million).

 

And if in the time of the Pahlavi dynasty (1925-1979), a country so splendidly gifted by nature, and so wide (over three times the surface of Spain), contrasted with its citizens’ severe poverty, the Islamic Revolution, led by Ayatollah Khomeini, which overthrew the Shah’s regime on February 11, 1979, laid the foundations to turn so much decadence into social justice.

 

Such is the Iranian people’s goal, and various indicators attest to that. For instance, Iran is almost self-sufficient in wheat production with 13.5 million tons. Also notable are growing volumes of chicken, milk, sugar and rice production, among other goods.

 

Likewise, the number of small villages which now have electricity is around 46,239, with 41,200 connected to communication networks. In this connection it could be added that there are 40 television stations nationwide, and no less than 52 daily newspapers are issued in Arabic, English, Armenian, and even Braille!

 

The education system has seen to it that there are readers for them. Whereas the Pahlavi’s pro-Yankee regime did little to abolish a rampant illiteracy rate, 17,200,000 children go to school today and 1,950,000 are enrolled in universities.  

 

Women, a sector frequently mentioned by and manipulated by western-based media, account for over half the university professors and 64% of the students, unthinkable figures elsewhere in the region.

 

This is not, therefore the backward, panhandling nation which pleased Washington until 1979, Perhaps our present-day Alexanders will think twice before deciding to destroy Persepolis.

 

Juventud Rebelde
6 de febrero 2006

Irán
No es tiempo de Alejandros en Persia

Luis Luque Álvarez
La Puerta de entrada a Persépolis.Flanquear la imponente puerta de Jerjes I, a la mirada severa de los dos toros pétreos que la custodiaban, debió de ser un acto cotidiano para los habitantes de la antigua Persépolis, la bella capital de Persia, que suscitó las ambiciones del mítico Alejandro Magno, quien la arrasó. Sin embargo, para el contemporáneo que contempla piedras y muros

—todavía vigilados por las ruinosas pero erectas figuras de los animales— traspasarla es caminar por la historia de una nación que vive y que pugna por su desarrollo: Irán.

Varias son las ideas con que se asocia a ese gran país, aunque la prensa occidental solo suele referir su vasta riqueza petrolera y el carácter islámico de la nación y de su gobierno. Últimamente, además, se le menciona para cuestionar sus derechos a poseer un programa nuclear pacífico. Todo bajo el hipócrita temor a las “armas atómicas en Oriente Medio”, cuando las que hay, todos sabemos dónde están guardadas. Y no es precisamente en suelo iraní.

La nación persa es algo más que estos tópicos, sin dejar de mencionar que posee una reserva petrolera estimada en unos 130 000 millones de barriles de crudo, y una capacidad de producción anual de 1 500 millones de barriles. Es precisamente para preservar esta riqueza, y con el objeto de responder al déficit de generación eléctrica para una población en constante ascenso demográfico, que Irán trabaja en el desarrollo de la energía nuclear.

Hoy, su población es de 68,2 millones de habitantes, distribuidos en 28 provincias (solo en la capital, Teherán, viven más de 11 millones).

 Y si en tiempos de la dinastía Pahlevi (1925-1979), un país tan ricamente dotado por la naturaleza y tan anchuroso (más de tres veces la extensión de España) contrastaba con la aguda pobreza de sus ciudadanos, la Revolución Islámica que dirigió el Ayatola Jomeini y que descabezó al régimen del Sha el 11 de febrero de 1979, creó las condiciones para trocar tanta decadencia en justicia social.

Es esa la meta hacia la que camina el pueblo iraní. Y puede mostrar algunos índices. Por ejemplo, la producción de trigo ya marca la autosuficiencia, con 13,5 millones de toneladas, y también son notables los incrementos en los volúmenes de carne de pollo, leche, azúcar y arroz, entre otros rubros.

De igual modo, el número de aldeas a las que hoy llega la red eléctrica nacional se ubica en las

46 239, y unas 41 200 están vinculadas a la red de comunicación. En este aspecto, cabe añadir que existen 40 emisoras televisivas en el país, y nada menos que 52 diarios, en árabe, inglés, armenio, e incluso ¡en Braille!

De que haya quien los lea, se ha encargado la educación. Si el pro-yanqui régimen de los Pahlevi no hizo mucho por combatir el rampante analfabetismo, hoy unos 17 200 000 niños asisten a la escuela, mientras que 1 950 000 jóvenes estudian en las universidades.  

En cuanto a la mujer, un sector frecuentemente aludido por las manipulaciones mediáticas en Occidente, poco más de la mitad del personal docente de las universidades está compuesto por féminas, y asimismo son el 64 por ciento de quienes estudian en esos centros, cifras realmente impensables en otros países del área.

No es esta, pues, la nación atrasada y mendicante que satisfizo a Washington hasta 1979. Quizá por ello, los nuevos Alejandros deban pensárselo dos veces antes de decidirse a arrasar a Persépolis.

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