Havana, Monday June 24, 2013. Year 17 / Number 176

The Mau-Mau in memory

Rolando Pérez Betancourt

Movies we saw a few weeks ago may fade in memory, while others with more than half a century has passed through the retina remain more or less fresh, most of the time because there is an emotional impact that brand, in the For children, the fear.

A few days ago we learned in these pages that Britain would compensate the Mau-Mau for the crimes of the colonial era. Even a memorial would be built in Nairobi to the thousands of victims: ten thousand dead, according to discrete findings and countless tortured and imprisoned in death camps, as part of the crackdown on the nationalist revolt that took place in Kenya, to since 1952.

Led by Jomo Kenyatta, leader of the Kenya African Union, the rebellion was put down after years of struggle, but marked the recognition of African claims and led to a series of changes that, over time, lead to the independence of Kenya .

The big international media of the time charged in the death inks than thirty settlers and introduced the integrated Kikuyu Mau Mau movement as a band of ferocious eaters of "white viscera."

The so-called black African horror picture won the first pages of the world's newspapers and news television star, and was used by racist ideologues and will feast of the most diverse.

I remember Otto Meruelo, a spokesman for  the Batista dictatorship, on a television program, I think that at noon, comparing the rebels in the Sierra with the Mau-Mau. An association that the first time I heard it, my twelve year-old made me open my eyes and take water to lose lunch, and if it was because Meruelo shivered, despite the effort to be convincing, was as close a lie that anyone could imagine.

But I boasted of knowing who the Mau-Mau were, and what they could do, because I had seen in the movies: Simba, The Mark of the Mau-Mau (Britain, Brian Desmond Hurst, 1955, with Dirk Bogarde) and Safari (Britain, Terence Young, 1956, with Victor Mature).

Two films whose plots would be long to tell but who had the ability to terrorize in a lunette of the Majestic as never before any other film had.

When years later saw them again trying to confirm that these were two clunkers, I realized that although their stories were great manipulation to introduce settlers land stealers as good white people and Africans as bloodthirsty rebels, narrative structure, the drama and tensions emanating from them responded to an undeniable ability to get what essentially was intended: fear that those black savages ever reach independence.

A skillful manipulation of ideas and politics over time that little has changed.

Although some still read news and watch movies and not be able to realize.

 



La Habana, lunes 24 de junio de 2013. Año 17 / Número 176

   
   

El Mau-Mau en la memoria
Rolando Pérez Betancourt

Películas que vimos hace unas pocas semanas pueden difuminarse en la memoria, mientras otras con más de medio siglo de haber pasado por la retina se mantienen más o menos frescas, la mayor parte de las veces porque hay un impacto emocional que las marca; en el caso de los niños, el miedo.

Hace unos días se publicó en estas mismas páginas que Gran Bretaña indemnizará a los Mau-Mau por los crímenes de la era colonial. Hasta un memorial le construirán en Nairobi a las miles de víctimas: diez mil muertos, según discretas apreciaciones, y un número incontable de torturados y presos en campos de exterminio, como parte de la represión contra la revuelta nacionalista que tuvo lugar en Kenia, a partir del año 1952.

Dirigida por Jomo Kenyatta, líder de la Unión Africana de Kenya, aquella rebelión fue sofocada tras años de lucha, pero marcaría el reconocimiento de las reivindicaciones africanas y originó una serie de cambios que, con el paso del tiempo, conducirían a la independencia de Kenia.

La gran prensa internacional de la época cargó las tintas en la muerte de una treintena de colonos y presentó a los kikuyu integrados al movimiento Mau-Mau como una banda de feroces devoradores de "vísceras blancas".

El llamado terror negro africano ganó las primeras páginas de los periódicos del mundo y de los noticieros estelares de la televisión, y sirvió para que ideólogos y racistas se banquetearan de las formas más diversas.

Recuerdo a Otto Meruelo, vocero de la tiranía batistiana, en un programa en televisión, creo que al mediodía, comparando a los rebeldes de la Sierra con los Mau-Mau. Una asociación que la primera vez que la oí, a mis doce años de edad, me hizo abrir los ojos y tomar agua para bajar el almuerzo, y si no temblé fue porque Meruelo, no obstante el empeño para resultar convincente, era lo más parecido a un embuste que alguien pudiera imaginar.

Pero yo alardeaba de saber quiénes eran los Mau-Mau y de lo que eran capaces de hacer porque los había visto en el cine: Simba, la marca del Mau- Mau ( Gran Bretaña, Brian Desmond Hurst, 1955 y con Dirk Bogarde) y Safari (Gran Bretaña, Terence Young, 1956 y con Victor Mature).

Dos películas cuyas tramas serían largas de contar pero que tuvieron la capacidad de aterrorizarme en una luneta del Majestic como nunca ante ningún otro filme lo había hecho.

Cuando años después las volví a ver tratando de confirmar que se trataban de dos bodrios, comprendí que si bien sus historias eran una gran manipulación para presentar a los colonos robadores de tierra como blancos buenas gentes y a los africanos como revoltosos sanguinarios, la estructura narrativa, la dramaturgia y las tensiones que de ellas emanaban respondían a una innegable habilidad para obtener lo que en esencia se pretendía: miedo a que alguna vez aquellos salvajes negros alcanzaran la independencia.

Una hábil manipulación de las ideas y de la política que al paso del tiempo poco ha cambiado.

Aunque algunos todavía lean noticias y vean películas y no sean capaces de darse cuenta.



granma.co.cu/2013/06/24/cultura/artic01.html