Raíces [Roots]
in the images of Roberto Chile [1] A kind of stew that contains many ingredients (T.N.) [2] Meaning, all Cubans without exception have African blood in their veins (T.N.) [1] A kind of stew that contains many ingredients (T.N.) [2] Meaning, all Cubans without exception have African blood in their veins (T.N.)
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Raíces El universo mágico-místico de las religiones cubanas de origen africano en el poblado de Guanabacoa Con la extinción de los aborígenes, Guanabacoa fue fundada como pueblo el 12 de junio de 1554 por el Cabildo Habanero. Esta hermosa tierra sirvió de asiento a los negros esclavos destinados como mano de obra a las nacientes y extensas plantaciones cañeras de entonces. El negro representó para los esclavistas un animal más de labranza: la floreciente industria azucarera reclamaba de mano de obra fuerte y joven, luego del genocidio de los primitivos pobladores de la Isla. Pero esos esclavos no viajaron solos: lo hicieron con sus hábitos, dialectos, creencias; rudimentaria y autóctona cultura que, con el inevitable paso de más de cuatro siglos, se adentró en el alma de los sucesivos pobladores y hoy se desbordan en torrente por las singulares calles de la Villa de la Asunción de Guanabacoa, sí como por toda Cuba. En valiosa y asequible síntesis simbólica, el sabio cubano Don Fernando Ortíz, sentenció con razón: “Se ha dicho en repetidas ocasiones que Cuba es un crisol de elementos humanos (…) Hagamos mejor un símil cubano, un cubanismo metafórico, y nos entenderemos mejor, más pronto y con más detalles: Cuba es un ajiaco”. Guanabacoa, por tanto, es como un viaje imaginario al paraíso espiritual de aquellos y estos nativos, que el fotógrafo Roberto Chile, audaz artista del lente, nos regala en esta oferta visual nacida de su alma y corazón, más que de su ojo avizor, y abre el camino a futuras expediciones por otros rincones de Cuba, en los cuales también estas raíces han prendido con pródiga savia. y forman parte del acervo cultural de los nacidos en este singular sitio del planeta. Chile va una y otra vez a degustar ese guiso en el imaginario de las cazuelas y ollas de las diversas deidades cubanas de origen africano que habitan y deambulan en la mayoría de los hogares de los hombres y mujeres de Guanabacoa. En la singular Villa, el barrio de La Hata, mítico y ferviente, le abrió su corazón: el nonagenario Tata Nganga Enriquito Hernández Armenteros; Josefina, la santera; Yayo, el babalawo; Julián, el abakkuá… Allí las puertas siempre permanecen abiertas. Eso tiene Cuba, y en particular Guanabacoa: la confluencia de diversos credos y prácticas que pasan por la sociedad secreta Abakkuá (suerte de masonería afrocubana); el Palo Monte y sus diversas manifestaciones (Briyumba, Kimbisa y Mayombe); la Regla de Ocha y su panteón de santos y orishas; el Ifá y los babalawos, sacerdotes mayores y adivinadores de los caminos de las personas. En esta nueva expedición, Chile va en busca de las raíces y el alma de fundadores y cultivadores, y llega hasta lo recóndito de sus ritos y sueños, en franco desenfado, en busca de la energía y la poesía que encierran las imágenes. Como en toda Cuba, en Guanabacoa, tierra desandada y amada por el artista, al decir del refranero popular: ¡Quien no tiene de congo, tiene de carabalí! Por esos parajes, inimaginados a veces, armado de su espíritu quijotesco, Chile coloca siempre como telón de fondo el alma de aquellos primeros hombres y mujeres, quienes con su fardo de esperanzas, fueron impostados en estas tierras en las cuales perviven aferrados a sus raíces, traspolados en sucesivas generaciones. El misterio de las imágenes nos revela profecías convertidas en rostros, miradas furtivas o penetrantes sonrisas. De pronto aparece Sarabanda, guardián del monte. Shangó, con su poderosa espada de guerrero. Ochún y Yemayá, patronas de las aguas y de la sensualidad. Babalú Ayé o San Lázaro, Santo Patrono de La Hata. Obatalá, deidad purificadora del alma y el espíritu. Elegguá, abriendo los caminos. Oggún, el guerrero… Esos instantes íntimos, precisos, exclusivos, pasarán a la posteridad como parte de la historia de Guanabacoa, pueblo único e irrepetible. Al perpetuarlos, el artista nos revela aristas ocultas de la existencia: añejas historias y claves de enigmas remotos. El tiempo, eterno mutante, parece detenerse para luego proseguir su indetenible marcha. Raíces es obra concebida desde la óptica rigurosa del orfebre, portadora de inmensa pasión humana. Posee la grandeza de las cosas sencillas y la poética del lenguaje de los dioses. Las imágenes, síntesis del mundo mágico místico al cual Chile nos asoma, sentencian el sagrado mensaje: ¡Que Sambia Mpungo nos cutare pa’mucho ndiame ariba ntoto! (¡Qué Dios nos bendiga por mucho tiempo sobre la tierra!), legado de nuestros ancestros inmateriales, presentes siempre. Humanidad, sentimientos solidarios, audacia, alegría, pasión, añoranzas, musicalidad, sentido de pertenencia. Así se nos ofrecen Guanabacoa y sus singulares pobladores. Roberto Chile ha sabido llegar al corazón de todos y nos la presenta con el rigor profesional del artista y el valor inmenso de las cosas sencillas. Marcos Alfonso Periodista y escritor Acerca de Marcos Alfonso: Licenciado en Periodismo, en la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana. Lleva 43 años como periodista y ha desempeñado diversas responsabilidades editoriales desde corresponsal en Cuba y el exterior hasta Jefe de Redacción, Jefe de Información, Subdirector y Director, en los periódicos Juventud Rebelde, Granma y El Habanero, respectivamente. Laboró en la revista Bohemia Internacional. Posee seis libros publicados: La mujer del faro (Puerto Rico, 1975); Después del Juego (La Habana, 1998); Olímpicas razones (La Habana, 2000); Tata Nganga (La Habana, 2004); Escuela Cubana de Boxeo (La Habana, 2007), Tres rounds con Alcides Sagarra (Nuevo Milenio, 2010, presentado en la Feria del Libro). Posee otros dos libros en proceso de publicación. En el presente, labora en la segunda edición ampliada de Tata Nganga, que sirvió como base del documental Soy Tata Nganga, del realizador Roberto Chile. |