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ALFREDO
In
Arts,
CAFE on April 24, 2013 at 12:10 pm
Ernesto “Che” Guevara junto a Alfredo Guevara.
Por Ricardo Alarcón de Quesada
Antes de conocerlo personalmente descubrí su fama en 1954 al ingresar a
la Facultad de Filosofía y Letras en la que Alfredo se había graduado
unos cuantos años antes. Pese al tiempo transcurrido profesores y
alumnos hablaban de él con respeto y admiración en aquella singular
Escuela que contaba con algunos de los mejores maestros de la
Universidad y en cuyas aulas abundaban muchachas de la burguesía. Su
influencia era palpable en la Asociación de estudiantes que dirigía
Amparo Chaple, una bien conocida – y olvidada hoy- militante de la
Juventud Socialista, la única comunista que integró el Ejecutivo de la
FEU de José Antonio y Fructuoso. La JS era entonces una organización con
muy escasa representación en la Colina pero siempre prevaleció en la
Escuela de Alfredo Guevara.
Sólo lo vi una vez antes del triunfo de la Revolución, en la
clandestinidad. Guardo el suceso como una imagen cinematográfica.
Caminaba yo con Graziela Pogolotti por las calles del Vedado. De pronto
apareció él. Iba apurado, saludó a Graziela sin acercarse, con un gesto
rápido y siguió la marcha. “Es Alfredo” dijo ella y aún recuerdo
el inmenso cariño que puso en dos palabras.
Desde 1959 me reuní con él tantas veces que no tengo ni idea. Hablamos
mucho, mantuvimos una comunicación sin tropiezos por más de medio siglo,
diálogo siempre enriquecedor que deja en mi una deuda que nunca podré
saldar. Lo escuché y me escuchó, compartimos preocupaciones y alegrías,
discutimos incansablemente, meditábamos a dúo sobre lo humano y lo
divino para volver una y otra vez sobre el largo, complejo y hermoso
proceso del que ambos siempre fuimos parte, con sus aciertos y falencias,
con sus desgarraduras, sus luces y sus sombras. Por encima de todo,
Alfredo, mantuvo en todo momento una lealtad irreductible a la
Revolución, a Fidel y a los ideales que abrazó desde la adolescencia.
A veces debatíamos acerca de algunos recodos de nuestra historia que
apreciábamos de modo diferente, consecuencia inevitable de no haber
transitado antes los mismos caminos. Pero en las cuestiones raigales,
decisivas, pensábamos igual. Más aún muchas veces “conspiramos”, nos
prestamos un libro, nos dimos un dato que pudiera ser útil para
enfrentar emboscadas y zancadillas. Entre él y yo siempre hubo hermandad,
confianza absoluta.
Acudí al hospital cuando supe de su gravedad el pasado viernes 19 de
abril. Era ya muy avanzada la mañana. Dormía, con la respiración agitada,
angustiosa. Esa vez no hablamos. Nos limitamos a escuchar, como en los
viejos tiempos, “el sonido del silencio”.
Me fui sin despedirnos. Poco después circulaba la noticia. Decían que
Alfredo había muerto.
Pero, por favor, no se confundan. No sería la primera vez que los medios
se equivoquen. Alfredo vive y vivirá mientras Ustedes, los jóvenes,
quieran que viva.
Ustedes fueron el tema recurrente en nuestro diálogo de años al que
regresaba con obstinación como queriendo siempre volver a la Escalinata,
a la clandestinidad, a los días del peligro y la esperanza.
Aunque algunos no fueron capaces de entenderlo la gloriosa victoria de
enero había sido alimento principal de los jóvenes que en los Sesenta,
la década más larga y fructuosa, intentaron en todas partes conquistar
el cielo. Así fue y así será nuestra Revolución, la de Alfredo y la mía,
que perdurará mientras sea de Ustedes los jóvenes de hoy y de mañana.
Una Revolución que es y habrá de ser “creación heroica” y por
tanto irrepetible, auténtica, multicolor, obra de hombres libres capaces
de pensar y actuar por sí mismos, recordando siempre con Alfredo que “no
hay creación donde hay moldes estrechos”.
A esa obra nos llama el hermano querido quien resumió su existencia con
estas palabras:
“El ideal libertario como sustancia esencial de la vida no ha perdido
nunca la importancia decisiva que tiene en mi persona y pensamiento, en
mi conciencia, en mis actos. No ha cesado de ser; es el fuego que
calienta, alimenta y da, dará energía a mi alma hasta el último día. Me
considero un socialista libertario y como tal he actuado, y ha sido por
eso como ha sido la vida vivida.”
Que ese fuego vaya siempre con ustedes, con nosotros.
La Habana, 23 de abril de 2013
Palabras en el homenaje póstumo organizado por la Asociación Hermanos
Saíz y
la Casa del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano
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