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The disobedience
revolution
by Manuel E. Yepe
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The creation of CELAC has become the culminattion of
a process
which could be called "the hemispheric disobedience
revolution." |
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A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.
The triumph of the Cuban Revolution in 1959 was the first case of a
sustained act of disobedience to the Empire that managed to successfully
resist its retaliation. Lacking any other possible explanation or
reasonable theory, this reveals the cause of the aggressiveness,
intensity and persistence over time of the United States' policy against
this small archipelago in the Caribbean.
Cuba has been able to resist any number of aggressions from the US
Government: mercenary invasions like the Bay of Pigs, terrorist acts
against commercial flights, cargo ships, hospitals, schools, hotels and
other civilian facilities; more than 600 hundred attempts on the life of
Fidel Castro and other revolutionary leaders, as well as the longest
economic, financial and trade blockade ever imposed on a nation in
history. All of these together with a sustained smear campaign in the US
and world corporate media.
The victory of Cubans over Batista's tyranny by means of a popular armed
struggle inspired patriots in many countries in the continent to take
the same road for the liberation of their countries from foreign
domination.
But, under the direction of the United States, and with the assistance
of military advisors from the superpower, Latin American tyrannies
ruthlessly repressed such actions that had been inspired by the Cuban
victory. Without previous trial, tens of thousands of suspected young
revolutionaries were tortured, murdered or disappeared in the 60's and
70's of the previous century.
Operation Condor, the most outrageous operation of Latin American
dictatorships in those years, was designed and promoted by the CIA in
its role of global covert organization to practice state terrorism
against Latin American popular movements. It was an intelligence plan
coordinated among the security services of the military regimes in
Argentine, Chile, Brazil, Paraguay, Uruguay and Bolivia, but its
criminal effects were felt in all the countries in the region.
Paradoxically, the role of the armed forces repressing the people for
the benefit of oligarchic interests gave origin to many actions of
dignity within military barracks. Officers and soldiers promoted among
their ranks revolutionary and patriotic ideas to counter the prevailing
shameful situation.
There would then come a time when these military dictatorships at the
beck and call of the Empire, having lost their prestige in the
management of government, had to give way to processes of so-called
"representative democracy" with the presumption that the traditional
oligarchic parties could recover their previous controlling hold and
together with their subordination to Washington, keep up the
implementation of the neo-liberal globalization scheme initiated in the
continent through those tyrannies.
The street fighting and electoral struggles that followed the retreat of
the military provided the framework for the people to impose their
numbers over the fortunes of the oligarchies.
The disobedience to Washington's dictates that Cuba practiced without
interruption since 1959, as reaffirmation of its independence, was
stimulated by the successes of the Bolivarian revolution which in its
turn fertilized the soil for a proliferation that today includes most of
the Latin American and Caribbean nations.
With enough motivation to confront imperialism and the Cuban Revolution
steadfastly showing the feasibility of breaking down the fatalistic
mechanism of geopolitical subordination to the United States, in
Venezuela young Commandante Hugo Chávez, inspired by the liberatory and
integrationist ideals of Bolívar --after a failure in a military
uprising-- adopted the political strategy that circumstances demanded
and, with a government platform of high social content, won three
consecutive presidential elections.
The coming to power in the early years of the 21st century of several
popular leaders, who aimed at the self-determination of their countries
and believed in regional integration as a fundamental resource to make
this viable, marked the emergence of several integrationist projects
that culminated in the creation of the Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) as a new hemispheric organization
that excludes the United States and Canada, as an alternative to the US
dominated Organización de Estados Americanos (OEA).
This has been the highest point of a process that could be called "the
Hemispheric Revolution of Disobedience".
To get this far, several methods of struggle were necessary, but the
final goal is still to achieve a truly democratic and independent Latin
America, with its own regional identity and the maximum social justice.
March 2013.
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LA REVOLUCIÓN DE LA
DESOBEDIENCIA
Por Manuel E. Yepe
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La
creación de la CELAC ha sido el momento culminante de un proceso
que podría llamarse “la revolución hemisférica de la
desobediencia”. |
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El triunfo de la revolución en Cuba en 1959
significó el primer caso de acto sostenido de desobediencia al imperio
que haya logrado resistir exitosamente las represalias de éste. Ello
revela –a falta de cualquier otra explicación o teoría razonable- la
razón de la agresividad, intensidad y persistencia en el tiempo de la
política de Estados Unidos contra este pequeño archipiélago del Caribe.
Cuba ha logrado resistir cualquier cantidad de agresiones del Gobierno
estadounidense: invasiones con mercenarios como la de Bahía de Cochinos,
actos terroristas contra aviones de pasajeros, buques mercantes,
hospitales, escuelas, hoteles y otras áreas de población civil, así como
más de 600 atentados contra Fidel Castro y otros líderes de la
revolución y el más largo bloqueo económico, financiero y comercial que
haya sufrido una nación en la historia. Todo ello junto una sostenida
campaña difamatoria en los medios corporativos estadounidenses y de todo
el mundo.
El triunfo de los cubanos sobre la tiranía de Batista por medio de la
lucha armada popular impulsó a patriotas de muchos países del continente
a asumir ese camino en aras de la liberación de sus países del yugo
extranjero.
Pero, bajo la batuta de Estados Unidos y con asesoramiento de expertos
militares de la superpotencia, las tiranías militares de Latinoamérica
reprimieron cruelmente ese accionar inspirado por la victoria de los
cubanos. Torturaron, asesinaron y desaparecieron en las décadas de los
años 60 y 70 del pasado siglo a decenas de miles de jóvenes
revolucionarios, o sospechosos de serlo, sin juicio previo.
La Operación Cóndor, el más desmedido operativo de las dictaduras
latinoamericanas en esos años, fue diseñado e impulsado por la CIA en su
carácter de organización clandestina global para practicar el terrorismo
de Estado contra los movimientos populares latinoamericanos. Fue un plan
de inteligencia y coordinación entre los servicios de seguridad de los
regímenes militares en Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay y
Bolivia, pero sus efectos criminales se hicieron sentir en todos los
países de la región.
Paradójicamente el papel de las fuerzas armadas en la represión popular
en función de los intereses de las oligarquías, estimuló no pocas
actitudes dignas en los cuarteles por oficiales y soldados que
promovieron en las filas militares ideas patrióticas revolucionarias en
aras de revertir la indignante situación.
Luego vendría un período en el que estas dictaduras militares al
servicio del imperio, desprestigiadas en su gestión de gobierno,
debieron ceder espacios a procesos de la llamada “democracia
representativa” con la pretensión de que los partidos oligárquicos
tradicionales recuperaran sus anteriores posiciones de control y
subordinación a Washington para continuar implementando el esquema de
globalización neoliberal que habían iniciado en el continente por medio
de las tiranías.
Las luchas callejeras y las contiendas electorales que vinieron con el
repliegue de los militares a los cuarteles sirvieron de marco para que
los pueblos impusieran la fuerza de su número por sobre las fortunas de
las oligarquías.
La desobediencia ante los dictados de Estados Unidos, que Cuba no dejó
de practicar ni un solo segundo desde 1959 como afirmación de su
independencia, se vio estimulada por los éxitos de la revolución
bolivariana que, a su vez, fertilizaron el terreno para una
proliferación que hoy abarca a la mayoría de las naciones
latinoamericanas y caribeñas.
Con las motivaciones para el enfrentamiento al imperialismo siempre
vigentes y la revolución cubana firmemente demostrando la factibilidad
de romper el mecanismo del fatalismo geopolítico de sometimiento a
Estados Unidos, en Venezuela el joven comandante Hugo Chávez, inspirado
en los ideales libertarios e integracionistas de Bolívar -tras fracasar
en un levantamiento armado- adoptó la estrategia política que las
circunstancias demandaban y, con un programa de gobierno de alto
contenido social, triunfó en tres sucesivos comicios presidenciales
posteriores.
La llegada al poder en los años iniciales del Siglo XXI de varios
gobernantes populares, partidarios de la autodeterminación de sus países
y de la integración regional como recurso fundamental para hacerla
viable, determinó el surgimiento de diversos proyectos integracionistas
que desembocaron en la creación de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como nueva organización hemisférica,
excluyente de Estados Unidos y Canadá, como alternativa para la
Organización de Estados Americanos (OEA) dominada por Estados Unidos.
Ha sido éste el momento culminante de un proceso que podría llamarse “la
revolución hemisférica de la desobediencia”.
Para llegar a él ha habido que recurrir a variados métodos de lucha pero
el objetivo final sigue siendo el de lograr una América Latina
verdaderamente democrática, independiente, con identidad regional propia
y el máximo de justicia social.
Marzo de 2013.
http://www.granma.cubaweb.cu/2013/03/27/interna/artic01.html
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