CUBAN ADJUSTMENT ACT EXPOSED
By Manuel E. Yepe

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

The special immigration status which the US Cuban Adjustment Act grants Cuban citizens has become even more of a problem for Washington in light of Cuba's new travel regulations.

A Chicago Tribune editorial published on February 16th tackled this important issue in the White House´s policy against Cuba from a very unusual perspective in US media: the privileges and immigration rights the so-called Cuban Adjustment Act grants to Cubans and denies to all other citizens on the planet.

The Chicago Tribune editorial explains that for Cubans who want to immigrate to the United States, the hardest part is getting there, because, since 1966, they've essentially been granted automatic refugee status upon arrival.

Almost half a century later --states the paper-- Cubans who get to the U.S. rarely claim to be victims of political persecution. They want a better economic future, or to join family members already there, or both - just like most people who want to immigrate from anywhere else.

Unlike most immigrants, though, Cubans don't have to wait years for a visa, or sneak across the border illegally. Once they're in, they're fast-tracked to legal residency, with a clear path to citizenship, the Tribune's editorial notes.

It's a sore subject as Congress considers what to do with the 11 million undocumented immigrants to whom the system has not been so generous, the editorial complains.

Those immigrants - more than half of them from Mexico - live and work under the government's radar, often for very low wages, constantly in fear of being deported.

"To come here legally, most Mexican laborers would have to wait decades for a visa. But Cubans who present themselves at our southern border - a common point of entry, thanks to the U.S. "wet foot, dry foot" policy - are allowed in once they show a Cuban ID. These special considerations are especially hard to defend now that Cubans can travel freely between the U.S. and their homeland."

According to the Tribune, after 2009 when President Barack Obama lifted most of the limits that kept Cuban-Americans from traveling to the island to visit family, last year, more than 400,000 of them did so, some dozens of times.

"In January, the Cuban government began allowing citizens to leave without an exit permit. Passports are now granted more liberally, and those who leave can stay away up to two years without losing their residency. Most Cubans are able to come and go at will," says the editorial.

It's hard to argue that Cubans who can come and go as they please are in need of special considerations normally reserved for victims of a political repression they are not suffering when the only thing they did was dodge Coast Guard boats long enough to tag American soil.

"To be fair," admits the paper, "those immigrants aren't lying about their circumstances. They're not required to demonstrate that they're political refugees." They come because they can thanks to the privileges granted by the anti-Cuban Act.

The Chicago paper says this isn't fair, "Cubans who want to come here for economic reasons should play by the same rules as economic immigrants from other countries," it argues.

Since it was passed in 1966, as an instrument of aggression against the Revolution, the Cuban Adjustment Act has caused an incalculable number of Cuban deaths --sometimes whole families in reckless expeditions through the Strait of Florida-- encouraged by the limitations imposed on Cuba for more than half a century by the US economic blockade, and by the promise of access to a paradise on Earth.

"We have no problem with allowing Cuban-Americans to travel back and forth to Cuba," says the Chicago Tribune editorial, and proposes that Congress ought to eliminate the travel ban entirely, so that all Americans can visit the island just like tourists from all other countries in the world who have been flocking to Cuba for years.


March 2013.
   
    SE DESNUDA LA LEY DE AJUSTE CUBANO

Por Manuel E. Yepe

El estatus migratorio especial que otorga a los cubanos la ley estadounidense de ajuste cubano se ha hecho más contradictorio aún para Washington a la luz de las nuevas medidas cubanas en relación con los viajes de sus ciudadanos al exterior.

Un editorial aparecido el 16 de febrero en el periódico Chicago Tribune abordó el tema, tan importante en la política contra Cuba de la Casa Blanca, con una óptica muy inusual en los medios de Estados Unidos: el de los privilegios y derechos migratorios que la llamada ley de ajuste cubano otorga a los cubanos y niega a todos los demás ciudadanos del planeta.

Afirma el editorial del Chicago Tribune que para los cubanos que desean inmigrar a Estados Unidos, lo más difícil es conseguir llegar a ese país porque, desde 1966, la obtención de asilo para ellos es automática.

Casi medio siglo después –dice el diario- los cubanos que llegan a Estados Unidos raramente alegan ser víctimas de persecución política. Afirman que quieren un futuro económico mejor, o que ya tienen miembros de la familia en Estados Unidos, o ambas cosas, al igual que la mayoría de las personas que desean inmigrar allí desde cualquier otro lugar del mundo.

Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los inmigrantes, los cubanos no tienen que esperar decenas de años por una visa, o cruzar furtivamente la frontera. Una vez que están aquí, obtienen por vía rápida la residencia legal, con un pronto acceso a la ciudadanía, hace notar el editorial del Chicago Tribune.

Es tema doloroso ver cuánto debate el Congreso sobre lo que se hará con los once millones de inmigrantes indocumentados con quienes el sistema no ha sido tan generoso, lamenta el editorial.

Esos inmigrantes -más de la mitad de ellos mexicanos- viven y trabajan bajo el radar del gobierno, a menudo por un bajo salario y constantemente temiendo ser deportados.

“Para venir aquí legalmente, los trabajadores mexicanos tendrían que esperar décadas para obtener una visa. Pero los cubanos que se presentan en nuestra frontera sur -un punto común de entrada gracias a la política de ‘pies mojados, pies secos’ de Estados Unidos- se les permite ingresar con solo mostrar una identificación. Cada vez se hacen más difícil defender estas consideraciones especiales ahora que los cubanos puedan viajar libremente entre los Estados Unidos y su patria”.

Según el diario chicagüense, luego que en 2009 el Presidente Barack Obama levantó la mayor parte de los impedimentos para que los cubanos residentes en Estados Unidos viajaran a la isla a visitar a sus familias, el año pasado más de 400.000 lo han hecho, algunos de ellos decenas de veces.

“En enero, el gobierno cubano suspendió para sus ciudadanos el requisito de obtener un permiso de salida para viajar al exterior. Los pasaportes ahora se otorgan más liberalmente, y los que salen pueden permanecer fuera hasta dos años sin perder su residencia. La mayoría de los cubanos pueden ir y venir a voluntad”, admite el editorial.

Es difícil sostener que los cubanos puedan inmigrar en base a consideraciones especiales reservadas para las víctimas de una represión política que no experimentan, cuando lo único que han hecho es esquivar los barcos guardacostas hasta lograr pisar suelo estadounidense.

“Para ser justos, -reconoce el Chicago Tribune- los inmigrantes no mienten acerca de sus circunstancias. Ellos no fingen que son refugiados políticos”. Vienen porque pueden hacerlo gracias a los privilegios que les concede la ley anti-cubana.

Pero el periódico de Chicago estima que eso no es justo. “Los cubanos que quieran venir aquí por razones económicas debían regirse por las mismas reglas que los inmigrantes económicos de los demás países”, argumenta.

Desde su puesta en vigor en 1966 como instrumento de la agresión contra la revolución, la Ley de Ajuste Cubano ha inducido un número incalculable de muertes de cubanos –en ocasiones familias enteras- en viajes temerarios a través del Estrecho de la Florida, presionados por la combinación de las limitaciones impuestas a Cuba desde hace más de medio siglo por el bloqueo económico y la promesa del acceso al paraíso terrenal.

Concluye el editorial del Chicago Tribune proponiendo que, si bien para Estados Unidos no constituye un problema permitir que los cubano-estadounidenses viajen de ida y vuelta a Cuba, el Congreso debía ahora cancelar la prohibición de viajar a la isla impuesta a todos los estadounidenses para que puedan visitarla como turistas, al igual que lo vienen haciendo en masa hace muchos años ciudadanos de todos los demás países del mundo.

Marzo de 2013.