LA DIPUTADA MÁS JOVEN
Por Yoerky
Sánchez Cuéllar
Fotos: Elio Mirand
«La entrevista puede ser en la
tarde del viernes», me dice desde el
otro lado de la línea telefónica. Había
leído una síntesis de su biografía
publicada por el diario Granma, que la
mostraba como candidata a diputada, la
más joven entre los 612 seleccionados.
Apenas con 20 años,
Lisett Conde Sánchez ya ocupa una silla
en el máximo órgano del Estado cubano.
Orgullosa exhibe su bata de estudiante
de Ciencias Médicas con la que en horas
matutinas desanduvo los pasillos de la
facultad Victoria de Girón.
Ahora hojea algunos libros sobre la
mesa, a la espera de un café que prepara
su mamá Yolanda.
«Mi familia me apoya en
todo. Creo que sin ese respaldo no
podría llevar adelante mis deberes como
estudiante y dirigente de la FEU»,
comenta en tono desenfadado y jovial,
mientras el fotógrafo busca el mejor
ángulo para captar su imagen.
—Tengo
entendido que naciste en Santiago de
Cuba…
—Sí, llevo en La Habana
aproximadamente tres años. En Santiago
hice mi vida de pionera, fui dirigente
de colectivo y luego de la Federación de
Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM).
Pensaba que al llegar a la capital del
país tendría dificultades para adaptarme
o para ser bien recibida por los
muchachos en el aula; por suerte, he
encontrado personas que me han ayudado
en todo.
En principio quería
estudiar la especialidad de Teatro en el
Instituto Superior de Arte (ISA) pero la
oferta llegó solo para trabajadores.
Entonces hice las pruebas de ingreso,
entré a Medicina y ya voy por el segundo
curso de la carrera.
— ¿Cuál es la
característica que más valoras de tus
estudios?
—La posibilidad de
interactuar con la población desde el
primer año. Ese vínculo de la docencia
con la práctica me apasiona porque uno
ve el resultado del esfuerzo, se aprende
mucho.
Desde bien temprano nos
vinculamos a los policlínicos. Todo ello
como complemento de la base teórica. En
Medicina un pequeño descuido puede
llevarte al fracaso. Morfofisiología,
por ejemplo, resulta de las asignaturas
más difíciles. Hay que ser disciplinado
y tener bien claro que el principal
deber de un estudiante es, precisamente,
estudiar.
—Sin embargo,
tienes responsabilidades en la FEU. ¿Cómo
logras articular esos deberes?
—Integro el
secretariado de la FEU del «Victoria de
Girón», en el que atiendo el frente de
Trabajo y Defensa. Entre mis funciones
está convocar a los alumnos y motivarlos
para que participen en desfiles como el
del 27 de Noviembre o la Marcha de las
Antorchas; también exhortarlos a las
donaciones de sangre, para que sean
protagonistas fuera de la brigada y den
su aporte como ciudadanos. Eso sin
formalismos ni presiones.
Debemos lograr que cada
estudiante se sienta comprometido y
cuando asista a una manifestación, a un
acto, a un desfile, lo haga por su
voluntad. Así propiciaremos que quede en
él la huella de la participación, los
gratos momentos vividos junto a los
demás compañeros, el honor de haber dado
libre y espontáneamente su esfuerzo.
Articular todas esas
tareas no ha sido fácil, pero integro un
secretariado de la FEU que trabaja de
manera unida, que funciona bien y tiene
el apoyo de los muchachos.
—Precisamente
la Organización ya prepara su Octavo
Congreso. ¿Cuáles son los temas que hoy
están en la agenda del debate
estudiantil?
—Una de las temáticas
de la discusión es que parta de la
brigada lo que la propia brigada debe
hacer. Resulta necesario desprendernos
del verticalismo.
¿Cuántas
opiniones, preguntas, recomendaciones
pueden salir de ese debate colectivo?
Infinitas. Y ello es
posible porque en cada aula estamos
sentados jóvenes que tenemos diferentes
miradas, que experimentamos distintas
vivencias, que poseemos la capacidad
para dialogar y proponer soluciones.
Ese es el sentir que
tendrán los planteamientos del Congreso,
acorde con los intereses de cada grupo,
de cada estudiante.
—Según tu
criterio, ¿qué cambios necesita la FEU
después de cumplidos sus 90 años?
—En primer lugar debe
ser más orgánica; funcionar mejor,
lograr de verdad que cualquier miembro
de la Organización se vea representado
fielmente en ella. Debemos cambiar el
ABC de la FEU, reestructurarlo. Este es
el documento rector de los deberes y
derechos, pero ya no responde a las
condiciones actuales de la vida del país
ni de lo que ocurre en el mundo
estudiantil. Ha de alcanzarse uno más
completo, integral, en sintonía con la
actual coyuntura.
En el caso de los
dirigentes nos hace falta alcanzar mayor
compromiso desde la base. Que si somos
elegidos para un cargo, no sea para
llenar un espacio; hay que trabajar para
la FEU sin perder lo esencial, que es
cumplir en los estudios de modo positivo.
— ¿Cuándo te
enteraste que formabas parte de la
candidatura a diputada a la Asamblea
Nacional?
—Fue el mismo 20 de
diciembre, fecha del aniversario 90 de
la FEU. Ese día abrí el periódico Granma
y, para sorpresa mía, estaba junto a
otros compañeros nominados por el
municipio de 10 de Octubre. Realmente no
lo esperaba aunque en el pleno del
Consejo Nacional, celebrado previamente,
había sido propuesta como cantera para
la candidatura.
Constituye un enorme
privilegio y una gran responsabilidad,
pues sé que hay muchos como yo que
pudieran estar ocupando ese puesto por
sus méritos, sus capacidades.
— ¿Cómo fueron
los intercambios con la población
semanas antes de los comicios?
—Resultaron
experiencias enriquecedoras. A mí me
tocó hacerlos con el canciller Bruno
Rodríguez Parrilla y aprendí mucho de
las preguntas que nos formulaban y de
los comentarios. Estuvimos en centros
productivos, escuelas, comunidades… Hubo
comprensión por parte de la Facultad
sobre la necesidad de estos encuentros
y, aunque no fui a todos, me sirvieron
para conocer mejor las características
del territorio que debo representar en
el Parlamento.
— ¿Y cómo harás
efectiva esa representación en el máximo
órgano del Estado Cubano?
— En la Asamblea
Nacional me esforzaré por trabajar
dignamente en la Comisión que me asignen,
tendré en cuenta las preocupaciones de
mis electores ante la aprobación de cada
ley, de cada decisión. Expondré mis
criterios cuando haga falta y lo
considere oportuno, no desde una
posición personal o territorial, sino
colectiva, pensando como país. Solo les
pedimos que tengan confianza, que los
jóvenes también sabremos estar a la
altura de estos tiempos.
|