IRONIES OF THE ADJUSTMENT ACT AGAINST CUBA
By Manuel E. Yepe

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

The complex controversy on migratory issues that dominates and divides US society has acquired a new element. This became evident in Florida when the results of the recent presidential elections showed it is not true that the political pressures exerted by the Cuban exiles are responsible for the hostility against Cuba always announced by the candidates in their campaigns and later practiced by US Administrations since 1959. 

Why are the rules of the game in US foreign policy for the small neighbor island different than those for the rest of the Third World nations?

Why do Cubans enjoy the unique advantage of being accepted as future US citizens – sometimes as heroes- just by declaring they are against the government of their home country, evading US border control authorities and entering the country without “getting their feet wet”?

This is in shocking contrast with the way Mexicans and other Central American nationals who attempt to cross the borders are hunted down as dangerous criminals, or the way Dominicans or Haitians are captured at sea and returned to their countries without compassion…or publicity.

The Cuban Adjustment Act has been in place in the US since 1966. This is a tool of Washington’s politics that serves a propaganda aim against Cuba and promotes the brain drain of a country harassed by the longest economic and financial blockade in the history of humankind.


This legislation automatically grants Cubans who reach the US territory, legally or illegally, the right to acquire permanent residency a year and a day after their arrival in the country. No other nationals in the planet have such a prerogative. 

The Act was designed to stimulate illegal emigration from Cuba despite the fatal consequences that may derive from a sinister bet that sometimes includes a sea voyage in which migrants often lose their lives and those of their children.

Just as the blockade is aimed at causing hunger and desperation among Cubans, the Cuban Adjustment Act invites them to renounce common efforts to change those conditions by offering them the privilege of escaping to an opulent society, forbidden to the citizens of the underdeveloped world, in exchange for a little publicity against Cuba and the risk of their lives. How much blood of Cubans fooled by this Act has been spilled in the Strait of Florida in these last 46 years!

The social and political advances of the Revolution have countered the efforts of the superpower to steal from the Cuban socialist project the patriotic popular support it enjoys; but the more than fifty years of economic war of the US against Cuba have rendered it impossible for Cuban society to escape the migratory syndrome so common in Latin America and the Third World in general.

The Machiavellian idea is that the immigrants convened by means of the Cuban Adjustment Act serve as “evidence of the failure of the communist system in the Island, the ruin of its economy, and the increase of the political repression of the Cuban regime”.

As a rule, these migrants are persons motivated by economic aspirations or with relatives in the US, who for different reasons do not qualify as legal immigrants according to the rules of any of the two countries, or of both; or persons who are not willing to wait for their place in the quotas set in the migratory agreements between Cuba and the US.

Political motivations, if any, are not foremost in the priorities of these migrants. However, the corporate media invariably describe them as political exiles, escapees from communism, dissidents, or freedom fighters for democracy among other intentional epithets.

The overt purpose of the Cuban Adjustment Act, namely to provide shelter to those who ran away from communism, was from the very start a fallacy. But after the introduction of the new legal norms in the Cuban migration policy, this law remains as one of the principal obstacles on the road to an orderly, regular and safe migration.

New excuses are being sought to offer some basis for extending this Act which has given the empire a brain-draining tool. The wisest thing would be for Washington to repeal this law without adding more charges to its long genocidal record against the Third World.

January 2013.


 

 

   
    IRONIAS DE LA LEY DE AJUSTE CONTRA CUBA
Por Manuel E. Yepe

La compleja controversia acerca de la cuestión migratoria que domina y fragmenta a la sociedad estadounidense ha incorporado un nuevo elemento al demostrar los resultados en el estado de la Florida de las recientes elecciones presidenciales que no es cierto que las presiones políticas del exilio cubano sean lo que obligue a la hostilidad hacia Cuba, siempre anunciada en las campañas de los candidatos y luego practicada por los gobiernos estadounidenses desde 1959.

¿Por qué la pequeña isla vecina juega con reglas diferentes a las de las demás naciones del tercer mundo en la política exterior de Estados Unidos?

¿Por qué motivo los cubanos tienen la singular ventaja de ser admitidos como futuros ciudadanos de los Estados Unidos -en ocasiones como héroes-, con solo declarar que son contrarios al gobierno de su país, esquivar a las autoridades encargadas de custodiar las fronteras y entrar al país “sin mojarse los pies”?

Esto contrasta agudamente con la forma en que son cazados como criminales peligrosos los mexicanos y centroamericanos que intentan cruzar la frontera, o los dominicanos y haitianos capturados en la travesía por mar y devueltos sin compasión… ni publicidad.

Desde noviembre de 1966, rige en Estados Unidos la Ley de Ajuste Cubano, herramienta de la política de Washington que, al tiempo que sirve propósitos publicitarios contra Cuba, promueve el robo de talentos de la Isla acosada en su desarrollo por el más largo bloqueo económico y financiero que haya conocido la Humanidad.

Esa legislación otorga automáticamente a los cubanos llegados a territorio de los Estados Unidos, lo mismo legal que ilegalmente, el derecho a adquirir la residencia permanente, tras un año y un día de su entrada al país. Ninguna otra nacionalidad del planeta tiene tal prerrogativa.

Esta ley fue diseñada para incentivar la emigración ilegal de Cuba a despecho de las consecuencias fatales que pueden derivar de una siniestra apuesta que a veces incluye una travesía por mar en la que frecuentemente los migrantes, además de la vida propia, pierden las de sus hijos menores de edad.

Así como el bloqueo busca causar hambre y desesperación en los cubanos, la Ley de Ajuste les invita a renunciar a los esfuerzos comunes por revertir tales condiciones brindándoles el privilegio de escapar a una sociedad opulenta, prohibida para otros ciudadanos del mundo subdesarrollado, a cambio de un poco de publicidad contra su país y el riesgo de sus vidas. ¡Cuánta sangre de cubanos embaucados por esta legislación ha sido derramada en el estrecho de la Florida en los últimos 46 años!

Los avances sociales y políticos de la revolución han logrado contrarrestar los esfuerzos de la superpotencia por quitarle al proyecto socialista cubano el apoyo patriótico popular masivo de que disfruta, pero los más de cincuenta años de guerra económica de Estados Unidos contra Cuba han impedido que la sociedad cubana se desmarque del síndrome migratorio común a América Latina y al Tercer Mundo en general.

La maquiavélica idea es que los inmigrantes convocados por la Ley de Ajuste Cubano sirvan como “evidencia del fracaso del sistema comunista imperante en la Isla, la ruina de su economía y el incremento de la represión política del régimen cubano”.

Estos emigrantes, como regla, son personas motivadas por aspiraciones de carácter económico o con familiares en Estados Unidos quienes, por cualquier motivo, no califican como migrantes legales de acuerdo a las reglas de cualquiera de los dos países, o de ambos, o que no se resignan a esperar su turno en las cuotas acordadas en los tratados migratorios.

Las motivaciones políticas, en los casos en que las hay, no están entre las prioridades de estos migrantes, aunque los medios corporativos de prensa les califiquen invariablemente de exiliados políticos, prófugos del comunismo, disidentes o luchadores por la libertad y la democracia, entre otros intencionados epítetos.

El objetivo declarado de la Ley de Ajuste Cubano de brindar protección a quienes quieren huir del comunismo fue siempre una falacia, pero tras la puesta en vigor de las nuevas normas jurídicas introducidas en la política migratoria cubana, esta ley ha quedado como uno de los principales obstáculos para lograr una migración ordenada, regular y segura.

Aunque ya se buscan nuevas excusas que sirvan para brindar alguna fundamentación a la extensión de la vigencia de esta ley por lo que ésta le ha reportado al imperio como medio para el robo de talentos, lo más sabio por parte de Washington sería derogarla sin acumular mas cargos a su largo historial genocida contra el Tercer Mundo.

Enero de 2013.