Los fantasmas de Casablanca


ROLANDO PÉREZ BETANCOURT

Ilsa (Ingrid Bergman) y Rick (Humphrey Bogart) tuvieron un hijo que fue aceptado por Víctor Laszlo (Paul Henreid), tras la llegada de la pareja a Estados Unidos huyendo de la persecución nazi. El niño crece, se hace un hombre y escucha, un segundo antes de que su madre muera, la identidad del verdadero padre.

He vuelto a ver Casablanca una vez más antes de escribir estas líneas. Un ceremonial que a ratos repito cuando no hay nada disponible a mano. Solo que en esta ocasión se impone un interés rememorativo ante el clásico de Michael Curtiz (1942) que está cumpliendo los 70 años: todo parece indicar que tendrá su largamente esperada continuación.

De izquierda a derecha, Humphrey Bogart, Claude Rains, Ingrid Bergman y Paul Henreid.

Siete décadas sin que ni la Warner Bros, el estudio que la produjo, se atreva a realizar un remake. Una decisión nada criticable por cuanto el intento sería como lanzarse en bicicleta contra una montaña (dos o tres series televisivas trataron de retomar los personajes del filme, pero el repudio de la audiencia hizo que se clausuraran los proyectos a los pocos días de transmisión).

La misma historia no, ¿pero una continuación que resolviera el problema de no poder contar con los icónicos rostros de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman?

Howard Koch, uno de los tres guionistas oficiales del filme, escribió hace unos 40 años una continuación titulada Retorno a Casablanca. Pero antes, tras el triunfo de Casablanca, Koch había escrito el guion de "la izquierdista" Misión en Moscú, una salida del plato que lo envió de cabeza a engrosar la lista negra de Hollywood.

Lo que se hizo del guion sobre la que sería Casablanca II no se aclara, pero lo cierto es que luego de la muerte de Koch, en 1995, Cass Warner, nieta de uno de los fundadores de la Warner Bros, estuvo revolviendo entre los recuerdos del difunto y, amarillento, oliendo a papel inerte, lo encontró.

Un guion donde se da cuenta de que Ilsa (la Bergman) y Víctor Laszlo intentan localizar al duro Rick, luego de que junto al capitán Louis Renaul (Claude Rains) ––"el comienzo de una nueva amistad"–– se fueran a luchar contra las fuerzas nazis comandadas por Rommel en el norte de África.

Lo que sigue es un secreto que los futuros productores no han querido revelar. Se sabe, eso sí, que la trama cobra cuerpo después de que el hijo, tan duro como su padre, llega a Casablanca en el verano de 1961.

Aprovechando el éxito de Casablanca, la Warner trató de realizar una rápida continuación con los mismos actores bajo el título de Brazzaville (Rick y el capitán francés luchando contra los nazis), pero nunca se llegó a dar el primer golpe de claqueta.

El húngaro Michael Curtiz (1888-1962) supo manejar como pocos el melodrama y el sentimentalismo¼ , casi sin que se notaran y lejos de las fanfarrias lacrimosas que hundieron a otras películas. Su Casablanca, concebida como un filme serie B y con parte de la trama y los diálogos reescritos horas antes de iniciarse el rodaje de cada día, es uno de los títulos más emblemáticos de la historia del cine. Magia y misterio que han hecho rodar ríos de tinta a lo largo de los años y que, según numerosas encuestas, lo convierten en el filme más veces repetido por los espectadores en muchas partes del mundo.

Cass Warner ha dicho que los estudios le prometieron darle luz verde al proyecto si encuentran a un director "de garantía", porque, como es lógico, todo pasa por el dinero.

A 70 años del clásico, se busca entonces a un nuevo Michael Curtiz que, sin perder en sensibilidad, sea capaz de moverse entre fantasmas.


http://www.granma.cubaweb.cu/2012/11/23/cultura/artic06.html

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