The Democratic Changes in Latin America
By Manuel E. Yepe

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

It is most unusual to find in a mainstream publication of the US an article with a hint of objectivity about Venezuela. Therefore, the recent publication of “Chávez Re-Election Continues Trend of Left Governments Re-elected in South America”, written by economist and politics specialist Mark Weisbrot, Codirector of the Center for Economic and Policy Research in Washington and President of Just Foreign Policy, calls so much our attention   

Weisbrot acknowledges that “for most people who have heard or read about Hugo Chávez in the international media, his reelection on Sunday as president of Venezuela by a convincing margin might be puzzling.”

Almost all the news ordinary American citizens hear or read about him is bad: “He picks fights with the United States and sides with “enemies” such as Iran; he is a “dictator” or “strongman” who has squandered the nation’s oil wealth; the Venezuelan economy is plagued by shortages and is usually on the brink of collapse.”

But having said that, Weisbrot moves on to make known the reasons why most Venezuelans re elected their President:

“Since the Chávez government got control over the national oil industry, poverty has been cut by half, and extreme poverty by 70 percent. College enrollment has more than doubled, millions of people have access to health care for the first time and the number of people eligible for public pensions has quadrupled.”

And then Weisbrot explains that this situation is not exclusive to Venezuela: “that’s what has happened with all of the leftist governments that now govern most of South America. This is despite the fact that they, like Chávez, have most of their countries’ media against them, and their opposition has most of the wealth and income of their respective countries.”

Weisbrot reminds us that Rafael Correa was reelected president of Ecuador in 2009;  Luiz Inácio Lula da Silva of Brazil was reelected in 2006 and then successfully campaigned for his former chief of staff, now President Dilma Rousseff; Evo Morales, Bolvia’s first indigenous president, was reelected in 2009; José Mujica, who succeeded his predecessor from the same political alliance in Uruguay was re elected in 2009; Cristina Fernández de Kirchner succeeded her husband, the late Néstor Kirchner, winning the 2011 Argentine presidential election by a solid margin.

“These leftist leaders and their political parties won reelection because, like Chávez, they brought significant improvements in living standards. They all originally campaigned against “neoliberalism,” a word used to describe the policies of the preceding 20 years, when Latin America experienced its worst economic growth in more than a century.”

“Not surprisingly,” says Weisbrot, “the leftist leaders have seen Venezuela as part of a team that has brought more democracy, national sovereignty and economic and social progress to the region.”

“Democracy was at issue when South America stood together against Washington on such issues as the 2009 military coup in Honduras. The differences were so pronounced that they led to the formation of a new hemisphere-wide organization — the Community of Latin American and Caribbean States, which excluded the United States and Canada — as an alternative to the U.S.-dominated Organization of American States,”  says the author.

Weisbrot quotes Lula’s words last month on the Venezuelan election: “A victory for Chávez is not just a victory for the people of Venezuela but also a victory for all the people of Latin America … this victory will strike another blow against imperialism.”

He warns that “the administration of George W. Bush pursued a strategy of trying to isolate Venezuela from its neighbors, and ended up isolating itself. President Obama has continued this policy, and at the 2012 Summit of the Americas in Colombia he was as isolated as his predecessor.”

He says that “the U.S. economic embargo against Cuba has persisted for more than half a century, despite its obvious stupidity and failure,” and compares it with “the American hostility toward Venezuela [that] is only about 12 years old, but shows no sign of being reconsidered, despite the evidence that it is also alienating the rest of the hemisphere.

“The only question is when — if ever — Washington will accept the results of democratic change in the region,” concludes Weisbrot in his article for The New York Times. 

October 2012.


http://www.cepr.net/index.php/press-releases/press-releases/chavez-re-election-continues-trend-of-left-governments-re-elected-in-south-america

 

   
    LOS CAMBIOS DEMOCRÁTICOS EN LATINOAMÉRICA

Por Manuel E. Yepe

Es inusual encontrar en una publicación de la llamada gran prensa o “mainstream media” de Estados Unidos un artículo con visos de objetividad sobre Venezuela. De ahí que llame mucho la atención un trabajo publicado en días recientes en el New York Times titulado “Porqué fue relecto Chávez” (Why Chavez Was Re-elected) del economista y politólogo Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Washington y presidente del grupo Política Exterior Justa.

Reconoce Weisbrot que “para la mayoría de las personas que han oído o leído en medios internacionales sobre Hugo Chávez, su relección por margen convincente como presidente de Venezuela resultó desconcertante”.

Todo lo que el ciudadano medio estadounidense oye o lee sobre él es malo: “busca peleas con Estados Unidos y se pone de parte del “enemigo”, como Irán; es un dictador o un hombre fuerte que ha despilfarrado las riquezas petroleras de la nación; la economía venezolana está plagada de escaseces y siempre está al borde del colapso”.

Pero enseguida Weisbrot descubre las razones por las que la mayoría de los venezolanos religieron a su presidente:

“Desde que el gobierno de Chávez asumió el control de la industria petrolera nacional, la pobreza se ha reducido un 50% y la extrema pobreza un 70%. Las universidades han doblado sus matrículas, millones de personas han adquirido por vez primera acceso a la atención de salud y el número de personas con derecho a recibir pensiones se ha cuadruplicado”.

A continuación Weisbrot hace notar que esta situación no es privativa de Venezuela, “es lo ocurrido con todos los gobiernos izquierdistas que ahora gobiernan en la mayor parte de América del Sur pese a que ellos, al igual que Chávez, tienen la mayor parte de los medios de sus países en contra y la oposición posee la mayoría de las riquezas y los ingresos en sus respectivos países”.

Weisbrot recuerda que Rafael Correa fue relecto presidente del Ecuador en 2009; Luiz Ignacio Lula da Silva, de Brasil, lo fue en 2006 y luego hizo campaña por la ahora Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff; Evo Morales, primer presidente indígena de Bolivia, fue relecto en 2009; José Mujica, de la misma alianza política que su predecesor, fue electo en 2009; Cristina Fernández sucedió a su desaparecido esposo, Néstor Kirchner, ganando en 2011 la presidencia de Argentina por un sólido margen.

“Estos líderes izquierdistas y sus partidos políticos ganaron sus respectivas relecciones, como Chávez, porque lograron mejoras en los niveles de vida de sus pueblos. Todos hicieron campañas contra el neoliberalismo, término usado para describir las políticas seguidas en los últimos 20 años en Latinoamérica, cuando ésta sufrió su peor registro de desarrollo económico en más de un siglo”.

No sorprende – dice Weisbrot- que los líderes izquierdistas hayan visto a Venezuela como parte de un equipo que ha traído más democracia, soberanía nacional y progreso económico y social a la región.

“Fue en torno al tema de la democracia que Suramérica se unió contra Washington cuando el golpe militar en Honduras de 2009. Las diferencias fueron tan pronunciadas que llevaron a la formación de una nueva organización hemisférica – la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) –, excluyente de Estados Unidos y Canadá, como alternativa para la Organización de Estados Americanos dominada por Estados Unidos”, recuerda el autor.

Weisbrot cita palabras de Lula el mes pasado sobre las elecciones venezolanas: “Una victoria de Chávez no será solo una victoria para Venezuela sino una victoria para todos los pueblos de América Latina… esta victoria constituirá un nuevo golpe al imperialismo.”

Advierte que la administración de George W. Bush siguió la estrategia de tratar de aislar de sus vecinos, y acabó aislándose a sí misma. Ahora el presidente Obama ha continuado con esa política y en la Cumbre de las Américas de 2012 celebrada en Colombia quedó tan solitario como su predecesor.

Observa que el bloqueo económico contra Cuba ha persistido por más de medio siglo, pese a su obvia estupidez y su fracaso. Lo compara con la hostilidad de EEUU contra Venezuela que, aunque tiene solo unos doce años, no muestra signos de estar siendo objeto de reconsideración, pese a la evidencia de que le está alienando el resto del hemisferio. “La única pregunta que cabe hacerse es cuándo — si alguna vez— Washington aceptará los resultados de cambios democráticos en la región”, concluye Weisbrot en el New York Times.

Octubre de 2012.