Los hombres son un por ciento elevado de la fuerza de trabajo.

No hay camión que no esté adornado.

El vestuario que utilizan hombres y mujeres es lo primero que llama la atención.

JUVENTUD REBELDE
MARTes, 27
de diciembre DE 2005
Lo sorprendente para los cubanos en Paquistán

Alina M. Lotti, especial para Juventud Rebelde
Fotos: Roberto Suárez, enviado especial

Con dos cámaras fotográficas sobre los hombros, Roberto se impacienta cuando se le escapan las instantáneas de las mujeres paquistaníes. Las observa con detenimiento, queriendo atrapar en imágenes los detalles del rostro, pero ellas prefieren no ser retratadas.

Tampoco son sociables, más bien escurridizas, y aparecen acompañadas casi siempre de otras mujeres y de niños.

Eso sucede en las zonas rurales y en las ciudades. No hay diferencias, la invisibilidad de las mujeres en esta sociedad es tan real como increíble.

En Paquistán, un país sudasiático de 150 millones de habitantes, subdesarrollado y empobrecido, todo resulta novedoso para los médicos cubanos, quienes han recorrido miles de kilómetros —cuando pocos lo han hecho— como auténticos embajadores de la solidaridad humana.

Los paquistaníes se saludan dándose las manos, aunque los amigos íntimos se abrazan cuando se encuentran después de una larga ausencia, y pueden caminar de la mano o con el brazo por encima del hombro del otro.

Las mujeres también se saludan de la misma manera, pero no se considera apropiado que una persona del sexo opuesto le dé la mano o la toque en público.

Más allá de estos hábitos sociales, el vestuario es lo primero que llama la atención. Hombres y mujeres son fieles seguidores de una tradición que, según parece, sobrevivirá a la modernidad de la vida y a las costumbres de occidente.

Así, los hombres llevan un pantalón ancho y una camisa, que en lengua urdú denominan shalwar y qamiz, respectivamente. Ambas piezas son del mismo color, beige o gris, en su gran mayoría.

La barba también los caracteriza, en algunos casos teñida de rojo, al igual que el cabello.

Lo más llamativo en las féminas es que cubren el rostro con el shall o dupalta —este último en invierno—, de disímiles telas y colores.

En Islamabad, la capital, y otras ciudades importantes, una gran parte de las mujeres no cubren el semblante en toda su totalidad. Sin embargo, en las zonas rurales es común que algunas apenas se dejen ver los ojos, y las hay que llevan velos en toda la cara. La ropa no se lleva ajustada, y el pelo casi nunca suelto.

Pero lo más sorprendente no tiene que ver con lo que visten, sino con la manera en que la sociedad prescinde de ellas. No son mayoría en las escuelas, ni en los hospitales; mucho menos en los comercios y en los puestos de gobierno.

Y eso se explica al conocer que las niñas tienen menos acceso a la educación básica y es menor también la retención escolar. ¿Tradición o interpretación de la religión? Aún no tenemos la respuesta exacta.

Una representante de la UNICEF aquí, aclaró sobre el asunto que las que logran estudiar luego no permanecen en los puestos de trabajo por la presión social y otras barreras.

COSTUMBRES CULINARIAS

La religión musulmana, a la cual se debe la mayoría de la población de Paquistán, no admite la ingestión de carne de cerdo ni de bebidas alcohólicas, y existen leyes civiles muy estrictas sobre su venta.

La comida suele llevar aceite y especias, fundamentalmente picante en abundancia, cultura culinaria difícil de asimilar por los cubanos.

En la dieta paquistaní ocupa un lugar muy importante el chapati o roti, un pan sin levadura similar al pan de pita, conocido en Cuba como galleta árabe, debido a su origen. Se trata de un pan en forma de galleta grande, pero no crujiente, que se usa para recoger la comida y llevarla a la boca.

Se suele consumir además un tipo de yogurt, y el arroz es un elemento presente en la alimentación. Dos platos habituales son el pulla´o , arroz ligeramente frito con vegetales, y el biryani, que tiene también carne, vegetales y especias.

Solo las familias más ricas pueden comer carne (por lo general carnero, cordero, vaca o pollo) y pescado con regularidad, y existen diferencias regionales significativas en la cocina.

Entre los alimentos más habituales figuran las samosas (triángulos de pasta frita rellenos de vegetales) y las pakoras (vegetales enharinados y fritos), lo cual acompañan muchas veces de té con leche, una bebida muy popular.

Llama la atención que los musulmanes solo utilizan la mano derecha para comer; en las áreas urbanas mucha gente lo hace en la mesa y con cubiertos, pero en las rurales las personas se sientan en el suelo.

En los grupos grandes, hombres y mujeres comen en zonas separadas. Durante el mes del Ramadám*, no comen ni beben entre la salida y la puesta del sol, lo hacen en las noches, cuando también realizan visitas y elevan plegarias.

PAISAJES INOLVIDABLES

Camiones de diferentes tamaños adornados con pinturas y detalles de todo tipo; transportes de pasajeros abarrotados hasta el techo; niños que cuidan de sus hermanos más pequeños o trabajan para subsistir; paquistaníes que permanecen agachados por mucho tiempo, o se acuestan en camas rústicas a tomar el sol a pocos metros de las carreteras, son imágenes nuevas con las cuales se tropieza a cada paso.

Pero si algún detalle llama poderosamente la atención de quienes visitan esta tierra por primera vez, son sus paisajes; sobre todo en la parte norte del país, donde abundan las altas montañas, muchas veces sembradas de pinos.

Perfectas obras ingenieras ofrecen la posibilidad a los viajeros de descubrir las maravillas de tales elevaciones, cubiertas de nieve incluso desde noviembre.

En las regiones montañosas del norte y oeste las temperaturas permanecen bajo cero durante el invierno, pero la media en esta etapa del año es de 13 grados.

Para los cubanos resulta inverosímil que en tales parajes residan tantas personas, muchas de las cuales nunca habían sido atendidas por un médico, por lo cual se han encontrado enfermedades, erradicadas totalmente en Cuba, como es el caso de la poliomielitis.

Los paquistaníes que residen en esas zonas intrincadas caminan con soltura por las laderas elevadas y se hacen acompañar por niños y mujeres, que ayudan con los rebaños de animales, incluso a oscuras, pues en este país los días se hacen muy cortos. A las cinco de la tarde ya es de noche.

El desastre natural provocado por el terremoto del pasado 8 de octubre, y la ayuda desinteresada de nuestro país ha permitido a los médicos antillanos descubrir nuevas costumbres, apreciar las riquezas naturales de Paquistán y la hospitalidad y sencillez de su gente. 

*El Ramadán ocurre durante el noveno mes del calendario lunar, por lo que no tiene fecha fija en el calendario gregoriano que utiliza el mundo occidental. En el año 2005, comenzó el 5 de octubre.