Yes, the problem IS about China
By Manuel E. Yepe

A Cubanews translation. Edited by Walter Lippmann.

A most important element in Washington’s foreign policy is its systematic betting on strategies and tactics that promote disunion among nations integrated in regional groups --or of a different nature-- that somehow do not fit into Washington's global-hegemony project.

This is very clear in their policy regarding matters that should be the sole concern of the nations in ASEAN (Association of South East Asian Nations), as well as between some of these nations and China, for example freedom of navigation and territorial-water sovereignty in the South China Sea.

The group is made up by Brunei, Cambodia, Darussalam, the Philippines, Indonesia, Laos, Malaysia, Myanmar, Singapore and Vietnam. Its main trade partner and investor in the region is China with which it shares the ASEAN-China Free Trade Zone.

An enlightening debate on the subject was triggered by an article published last July by CNN: “No, fear of China isn’t what’s driving

U. S. policy in Asia” by Brad Glosserman, Executive Director of Pacific Forum CSIS, a Honolulu-based think tank. The article was countered by another: “Of course U.S. rebalancing is about China”, written by Justin Logan, Director of Foreign Policy Studies at the Cato Institute in Washington D.C.

“Perhaps ‘fear of China’ may be too strong a phrase, but of course it’s about China,” says Logan when he discusses what Glosserman’s article categorically states by saying the U.S. strategy to rebalance the Asia-Pacific region is not motivated by a fear of China.

Against Glosserman’s views, Logan argues that Washington’s support for freedom of navigation in the South China Sea has nothing to do with the recent friction between Vietnam and the Philippines. It isn’t Malaysia’s claiming almost all the territorial waters there either. “No, the current panic in the South China Sea is all about China,” says Logan.

Glosserman concedes that the “lead story” at the ASEAN Regional Forum this year was the tension between Washington and Beijing, and that this tension was so powerful that it prevented ASEAN members from issuing a joint declaration.

But the problem is deeper than that, Logan regrets, because the U.S. insists on putting itself at the center of Asian disputes. This makes it a target for the opportunistic tactics of some countries that take advantage of Washington-Beijing contradictions to get closer defense cooperation.

Logan acknowledges Glosserman’s statement that the real reasons for Washington’s “rebalancing” are a desire to “counter a narrative of

U. S. decline in the Asia-Pacific” and its “determination to play its historical regional role.”

“But what might produce this narrative of U.S. decline, and who would care about such a narrative, absent China? And what is our historical regional role?” asks Logan.

“Our historical role has been to infantilize our partners so we get greater control over East Asian politics. Our track record is quite clear: we don’t tolerate peer competitors. We didn’t tolerate the Soviet Union, we didn’t tolerate a Third Force in Europe, and there’s little indication that we want to tolerate China.”

“The usual rejoinder here is that we aren’t containing China because we’re trading with it. It’s true that we’re trading, but our military policy is clearly designed to contain China.”

“Consider: if China were much more powerful than America, and Chinese leaders were reveling in their self-styled role as the preeminent Western Hemisphere power, cultivating allies and naval basing agreements in Cuba and Venezuela, and arming what we viewed as Hawaiian separatists (Taiwan), even if they traded with us, we’d call that containment,” says Logan.

“Arguing that our Asia policy isn’t primarily about China is like arguing our Middle East policy isn’t primarily about oil and Israel.”

“The danger of repeating over and over that our policy isn’t about China is that we may come to believe it ourselves, overlooking the important problems with the policy itself,” concludes Logan.

September 2012
 

   
    EL PROBLEMA SÍ ES CON CHINA
Por Manuel E. Yepe

EL PROBLEMA SÍ ES CON CHINA

Por Manuel E. Yepe

Un elemento de suma importancia en la política exterior de Washington es su sistemática apuesta a tácticas y estrategias que promuevan la desunión entre las naciones integradas en grupos regionales o de otro carácter que de alguna manera no se adecuen a la hegemonía global de Estados Unidos.

Este fenómeno se aprecia en sus proyecciones respecto a asuntos que debían ser de la exclusiva incumbencia de las naciones que forman parte de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) así como entre algunas de éstas y China, en temas que se relacionan con la libertad de navegación y la soberanía sobre aguas territoriales en el Mar del Sur de China.

Ese grupo lo integran Brunei, Cambodia, Darussalam, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur y Vietnam. Tiene como principal socio comercial e inversionista en la región a China, nación con la que forma el Área de Libre Comercio ASEAN-China.

Una ilustrativa polémica al respecto ha provocado un artículo difundido a fines de julio por CNN titulado “No, el miedo a China no está determinando la política de EEUU en Asia”, de Brad Glosserman, Director Ejecutivo de Pacific Forum CSIS, gabinete de estudios estratégicos con sede en Honolulu, ripostado con otro titulado “Por supuesto que el replanteo estadounidense está determinado por China” por Justin Logan, director de estudios sobre política exterior del Instituto Cato, de Washington D.C.

“Quizás aseverar que es por miedo a China sea un calificativo demasiado fuerte, pero por supuesto que sí es por causa de China”, afirma Logan refiriéndose a lo que de manera categórica plantea el artículo de Glosserman al alegar que el replanteo de la política de Washington en la región Asia-Pacífico no está motivado “por el temor a China”.

Logan arguye, en rechazo a algo que manifiesta Glosserman, que el apoyo de Washington a la libertad de navegación en el Mar del Sur de China no tiene relación con las recientes fricciones entre Vietnam y Filipinas. Tampoco es Malasia la que reclama “casi todas las aguas territoriales” en ese mar. “No, el reciente pánico surgido en Washington por los asuntos en el Mar del Sur de China solo guarda relación con China misma”.

Glosserman acepta que el principal tema que afectó el reciente Foro Regional de la ASEAN fue la tensión Washington-Beijing y que esta fue la razón fundamental para que los miembros de ese foro no pudieran lograr una declaración final conjunta.

Pero el problema es más grave que eso – lamenta Logan- porque Estados Unidos insiste en colocarse en el centro de las disputas asiáticas y ello le convierte en blanco de las posiciones oportunistas de aquellos países que aprovechan las contradicciones Washington-Beijing para obtener, sobre todo, asistencia para la defensa.

Logan concede valor a la afirmación de Glosserman acerca de que el propósito de el replanteo de la política de Washington en Asia-Pacífico es “contrarrestar el declive del papel de Estados Unidos en la región y su determinación de desempeñar el rol que históricamente le corresponde”.

“Pero, ¿cuál es nuestro papel histórico regional y cuál es la razón para que éste decline? ¿A quién puede preocupar sino a China nuestro papel en esa región?, se pregunta Logan

“Nuestro papel histórico ha sido el de menospreciar a nuestro socios a fin de lograr mayor control sobre las políticas en el Este de Asia. Nuestros antecedentes revelan que no toleramos a competidores. No toleramos a la Unión Soviética como tercera fuerza en Europa y hay escasas señales de que estemos dispuestos a tolerar a China.”

“La reiterada respuesta a este argumento es que no estamos enfrentados a China porque comerciamos con ellos. Es cierto que comerciamos, pero nuestra política militar está claramente dirigida a contener a China”.

“Si China fuera mucho más poderosa que Estados Unidos y los líderes chinos estuvieran imponiendo su modo de vida propio como poder dominante en el hemisferio occidental, cultivando aliados y promoviendo acuerdos para la instalación de bases navales en Cuba y Venezuela, así como armando a los separatistas en Hawai (como hace EEUU con Taiwan), por mucho que hubiera comercio con nosotros, lo llamaríamos contención”, dice Logan.

“Argumentar que nuestra política en Asia no está determinada esencialmente por el manejo de nuestros vínculos con China es como argumentar que nuestra política en el Medio Oriente no la definen el petróleo e Israel.

“El peligro de repetir una y otra vez que nuestra política asiática no la determina nuestra política respecto a China está en que pudiéramos llegar a creérnoslo nosotros mismos pasando por alto importantes problemas de la política misma”, concluye Logan.

Septiembre de 2012.