Colombia
The so-elusive peace we all want
Journal Insurrección, editorial, 3-9-2012
http://www.eln-voces.com/


A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

After his recent endless war cries the President’s call for peace comes as a positive sign.

The urgent need for peace has been a permanent demand that the vast majorities have repeatedly expressed in every possible way all throughout this fratricidal conflict. Therefore, those of us who are on the majority’s side consider the President’s announcement a positive sign, as we do the increasing calls for peace in Colombia we hear coming from every corner of the country as well as from the rest of the world, especially because some of those expressions are theoretical in nature while others, the most important ones, are the actions of governments and peoples who have sensibly and tirelessly taken responsibility for the efforts to achieve peace for all Colombians.

On the part of the National Liberation Army (ELN), for more than 20 years we have been committed to and worked very hard for peace, to the point of signing a number of agreements that President Pastrana was coerced to reject by the paramilitary groups and those behind their refusal to a possible peace treaty in Colombia.

We have never been daunted by the failure of the peace process, to the point of sitting at the negotiation table with the Uribe Administration despite his warmongering purposes and delaying tactics to hold talks that he eventually decided to interrupt abruptly and irresponsibly.

That is why we reassert that this is hardly a new decision: for over two decades we have strived and repeatedly stated our intention to start a serious, responsible and socially inclusive peace process.

However, we repeat, we are seeking an elusive peace, a word with different connotations, implications and meanings to different people.

For the poor of Colombia, peace is social justice and equality, real democracy, sovereignty and, particularly, the deep-seated significance of collective compensation for the ravages of this social and armed fratricidal conflict, which has destroyed and profoundly affected our society and the precious norms and ethical principles of coexistence, tolerance, acceptance of what is different, and respect for diversity.

To the ruling class, peace is another thing. They see the peace that we in the majority demand as a situation with no effects on their economic and political interests, power, capitalistic aspirations and personal future, all designed in keeping with capitalism.


In order to reconcile these two contrasting conceptions, the ruling class must make concessions, great efforts and many sacrifices, but such is the path to reach a steady, lasting peace. Hence the big question: is the ruling class willing to walk down that path to achieve peace of a profound social and political content?

To the poor and the revolutionaries of Colombia, peace means restoring basic rights we have always been denied, while the rich see in peace a strenuous state of affairs which involves the recognition of the rights of all Colombians and a great political, economic and social challenge.

Aware as we are of these obstacles, we must reiterate our appeal to commit ourselves to achieving real peace regardless of the existing difficulties and working together with the whole society and the decisive support of the international community to protect this process against both the deadlocks caused by disagreement and the attacks of those who oppose it.

We have said that the key to peace is in the hands of the people and the nation. The President was the one supposed to take the first step by making room for dialogue with the rebels, since a real peace process is made much more complicated by the many political and social expressions that it must bring to terms, something impossible to accomplish only through talks between the rebels and the government.

It is therefore indispensable that all popular and social organizations without exception join this peace process because, as some of them have stated, no one will take over their role in this effort, and only with their active participation will a true, lasting and far-reaching peace treaty be feasible and capable of leaving behind the reasons that gave rise and fed the conflict and fulfilling the dreams and hopes that all Colombians deserve, as we will have survived the long night imposed by fifty plus years of a social armed conflict which has plunged our country into its worst crisis ever and made us understand that war only leads to destruction.

 

   
   
To: boletin prensa <boletin-prensa@listas.chasque.net>
Subject: Colombia/ la paz que todos queremos pero que es tan esquiva [Ejército de Liberación Nacional]
Date: Sep 4, 2012 1:18 PM
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boletín solidario de información
Correspondencia de Prensa
4 de setiembre 2012
Colectivo Militante - Agenda Radical
Montevideo - Uruguay
redacción y suscripciones: germain5@chasque.net

Colombia
La paz que todos queremos pero que es tan esquiva
 
Revista Insurrección, editorial, 3-9-2012
http://www.eln-voces.com/

Es positivo el anuncio de paz del Presidente, luego de sus más recientes y reiterados pregones llamando a la guerra.

La urgencia de la paz ha sido reclamada por las grandes mayorías durante todo el tiempo de este conflicto fratricida, a través de todas sus expresiones de lucha; por eso para quienes estamos del lado de las mayorías, el anuncio del Presidente es positivo, así como todas las expresiones de respaldo a la paz de Colombia desde todo los ámbitos del país como de la Comunidad internacional, mucho más cuando unas son expresiones teóricas y otras, las más importantes, acciones de gobiernos y pueblos que en actitud prudente y denodada, asumen la responsabilidad de trabajar por los anhelos de paz de todas y todos los Colombianos.

Por parte del ELN, nos hemos comprometido y realizado serios esfuerzos por la paz, desde hace mas de 20 años, incluida la firma de una agenda de acuerdos que el presidente Pastrana reversó por presión de los paramilitares, respaldados desde entonces, por quienes hoy alzan su voz en contra de un posible acuerdo para la paz de Colombia.

Los fracasos en el proceso de paz, no nos ha amilanado, al punto que incluso en el gobierno de Uribe, conociendo sus propósitos guerreristas y sus posturas retardatarias, se estableció una mesa que ese gobierno cerró de manera abrupta e irresponsable.

Por eso reafirmamos que no es solo ahora, sino desde hace mas de dos décadas, que hemos hecho esfuerzos por un proceso serio, responsable e incluyente de la sociedad y hemos ratificado esa postura de manera reiterada.

Sin embargo, expresamos otra vez, que buscamos una paz que es esquiva porque ese genérico PAZ, no tiene para todos las mismas connotaciones, contenidos y esencia.

Para los pobres de Colombia, paz es justicia y equidad social, democracia real, soberanía y de manera muy particular pero profunda, el resarcimiento efectivo por los estragos de este conflicto social y armado fratricida, que ha destruido y generado profundas malformaciones en la sociedad, perdiéndose los parámetros que permite la convivencia, la tolerancia, el reconocimiento a la diferencia y la diversidad, dentro de principios éticos.

Para la clase en el poder, la paz es diferente, ella ve la paz que las mayorías reclamamos como un estado de cosas donde no se afecten sus intereses económicos y políticos, su poder, sus aspiraciones capitalistas y su futuro personal, concebidos dentro del sistema capitalista.

Lograr conciliar estas dos concepciones contrapuestas, requiere para la clase gobernante hacer concesiones, grandes esfuerzos y sacrificios, pero es el arte y el camino para construir la paz estable y duradera. Por eso la gran pregunta, ¿tiene la clase gobernante la disposición de transitar el camino hacia una paz de profundo contenido social y político?

Para los pobres de Colombia y los revolucionarios, la paz es la recuperación de los derechos siempre negados, mientras que para los ricos, la paz les exige grandes esfuerzos porque implica reconocer los derechos de todos y asumir ese reto en lo político, lo económico y lo social.

Consientes de estos escollos, debemos reiterar y hacer el llamado a comprometernos por la paz auténtica, desafiando las dificultades que existen y trabajando para que entre todas las expresiones de la sociedad y el decidido apoyo de la comunidad internacional, se pueda blindar el proceso contra los atranques por desacuerdos, como por los ataques de sus enemigos.

Hemos planteado que la llave de la paz está en manos del pueblo y la nación, el Presidente era quien debía abrir los espacios del dialogo con la insurgencia como el primer paso, ya que un proceso de paz real, es mucho más complejo porque debe interpretar todas las expresiones políticas y sociales que no se logra solamente en una mesa insurgencia gobierno.

Es entonces indispensable que ahora, todas las organizaciones populares y sociales, en su más variada composición, sean parte del proceso de paz porque, como varias de ellas lo han expresado, en este propósito nadie las va a reemplazar y solo con su participación activa, será posible hacer de la paz un proceso real, estable, duradero y profundo, que supere las causas que originaron y alimentan el conflicto y que colme los sueños y aspiraciones de la Colombia que nos merecemos todos, porque se haya superado la larga noche de más de medio siglo de conflicto social y armado, que hoy tiene a nuestro país en la más profunda crisis de su historia y en la que la guerra es el camino a la destrucción.

Entendida la paz dentro del contexto expuesto arriba, Colombia y la comunidad internacional pueden contar con el ELN para tan importante reto y aspiración.