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A Challenge to Journalism


Published on September 3, 2012 in Cinco cubanos prisioneros en Estados Unidos, Especiales, Opinión, Política, Ricardo Alarcón de Quesada

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

cinco-cuba-silencioThe US Government seriously violated the Constitution and the Law to guarantee the unfair sentences of the Five Cuban patriots who will soon arrive at 14 years of arbitrary and illegal punishment. This was not an isolated event, but rather a systematic effort during the whole process against the Five that cost millions of tax payers’ money. There is only very limited information available on the duration, resources used, people involved, and other important aspects of the operation.

Disclosing this behavior would force the authorities – both the Court and the Executive- to arrange for the immediate release of our five compañeros and, consequently, Washington has also conspired to hide what it did thus committing an additional crime: cover up.

This is the essence of the affidavit just submitted to Florida’s South District Judge, Joan Lenard, by Martin Garbus, Gerardo Hernández Nordelo’s lawyer. The text supports his previous request demanding the annulment of Gerardo’s sentence or, as an alternative, the Judge’s order to release all the evidence the Government is hiding and the granting of an oral audience.

Although there are many other violations mentioned in the process of appeal - now in this last, extraordinary stage- this document focuses on the conspiracy of the Government with Miami media to condemn beforehand the accused and render a fair trial impossible.

The nature of the conspiracy was to use these media to unleash an unprecedented propaganda campaign of hatred and hostility. To this end they used a large group of “journalists” –in true fact Government cover agents- who published articles and comments time and again, day and night, to produce an authentic flood of misinformation. Between November 27, 2000 –when the trial started- and July 8, 2001 -when they were found guilty- The Miami Herald and El Nuevo Herald alone had published 1111 articles, an average of more than 5 per day. Something similar happened with the Diario de Las Américas, thus totally saturating the printed press.

The “journalists” were paid by Radio and TV Marti from the US Federal Budget. These guys did additional work for these two media and their items were disseminated in the Miami area where both anti-Cuban sources had at the time, and still have, direct broadcasting, and are also replicated through local media (this is another violation of US law that forbids official propaganda within the US territory). 

These so called journalists not only acted through Radio and TV Marti and printed media, they also used local English and Spanish radio and TV stations as well as printed publications that circulate there, some of which are free.

It was impossible to escape the permanent flow of propaganda anywhere in South Florida.

But the criminal action of the “journalists” –and the Government that paid them- went beyond mere propaganda. During the trial the defense denounced several times that these journalists were seeking to influence the members of the jury by divulging materials whose presentation the Judge had forbidden. Obviously they could only have obtained the materials from the D.A.’s Office.   

If all this were not enough, the “journalists” also harassed witnesses and jurors. The latter complained to the Judge saying they were frightened, because they were followed with cameras and microphones. This was acknowledged several times by Judge Lenard who asked the Government –obviously without success- to help her avoid situations that tarnished the image of the US Judicial System. (See Official Record of the Trial, pages 22, 23, 111, 112, 625, 14644-14646).

In August 2005, the three judges in the Court of Appeals unanimously ruled the mistrial of the Miami process because it had taken place under what they described as “a perfect storm of prejudice and hostility”, created by the local media. When the three judges gave their historical ruling they did not know –they or anybody else could not have known- that the orchestrator of the perfect storm was the DA’s Office that prevaricated openly and forfeited its constitutional duty to preserve legality and guarantee a fair trial.

The first news of the Government conspiracy with its “journalists” came out a year later in September 2006. Since then the Government has opposed the efforts of US civil society organizations to make it disclose –in compliance with the Freedom of Information Act (FOIA)- the extent of the payments and contracts. The DA’s Office has also opposed the requests included in the extraordinary appeals of our compatriots and has threatened to resort to “executive privileges” and “national security reasons” to maintain the cover up.

The case of The Cuban Five has a bizarre link with media and journalism. In Miami the media was a decisive tool to condemn them. Outside Miami they are punished with silence.

The unquestionable denunciation by Martin Garbus poses a challenge to professional journalists. Will they let this be covered up again and become accomplices of those who tarnished their noble profession? Or will they try to save the honor of their profession by demanding that the fakes be unmasked and that truth and justice prevail?

(Taken from Antiterroristas.cu)
 


 
 

 

   
   


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Publicado el 3 Septiembre 2012 en Cinco cubanos prisioneros en Estados Unidos, Especiales, Opinión, Política, Ricardo Alarcón de Quesada

cinco-cuba-silencioEl Gobierno de Estados Unidos incurrió en flagrante violación de la Constitución y las leyes para asegurar las injustas condenas a los Cinco patriotas cubanos que pronto cumplirán 14 años de castigo arbitrario e ilegal. No fue un hecho aislado sino un empeño sistemático que abarcó todo el tiempo del proceso contra los Cinco y en el que invirtió muchos millones de dinero público. Acerca de su duración, las personas involucradas, el volumen de recursos utilizados y otros aspectos importantes de esta operación sólo se tiene una información muy parcial.

Comoquiera que esa conducta obligaría a las autoridades - tanto a los tribunales como al Ejecutivo - a disponer la inmediata liberación de nuestros compañeros, Washington ha conspirado también para ocultar lo que hizo, incurriendo en un delito adicional, el del encubrimiento.

Tal es la esencia del Afidávit (Declaración Jurada) que Martin Garbus, abogado de Gerardo Hernández Nordelo, acaba de presentar a Joan Lenard, jueza del Distrito Sur de la Florida. Es un texto que respalda su solicitud anterior en la que demandó la anulación de la condena de Gerardo o, como alternativa, que la jueza ordene el descubrimiento de todas las pruebas que el gobierno esconde y le conceda una audiencia oral.

Aunque hay muchas otras violaciones referidas en el proceso de apelación - ahora en su última, extraordinaria, etapa - este documento se concentra en la conjura del Gobierno con los medios locales de Miami para sancionar de antemano a los acusados y hacer imposible un juicio justo.

La sustancia de esa conspiración consistió en usar esos medios para desatar una campaña propagandística de odio y hostilidad sin precedentes. Emplearon para ello a un numeroso grupo de “periodistas”- en realidad agentes encubiertos del Gobierno- que publicaron artículos y comentarios repetidos día y noche hasta producir un auténtico vendaval desinformativo.  Entre el 27 de noviembre de 2000 - día en que empezó el juicio - y el 8 de junio de 2001 - cuando fueron declarados culpables - sólo en The Miami Herald y El Nuevo Herald aparecieron 1111 artículos, un promedio de más de 5 por día. Algo semejante ocurrió con el Diario de Las Américas saturando completamente la prensa escrita.

Los “periodistas” cobraban de Radio y TV Martí, o sea, del presupuesto federal norteamericano. Dichos individuos hacían trabajos adicionales en esos dos medios y los diseminaban en el área de Miami donde ambas señales anticubanas tenían entonces y tienen todavía hoy difusión directa, por sí mismas, y son reproducidas además a través de medios locales (esta es otra violación de la ley norteamericana que prohíbe la propaganda oficial dentro del territorio estadounidense).

No se trata solamente de Radio y TV Martí y de los diarios impresos. Los llamados “periodistas” actuaron también en emisoras locales de radio y televisión, en español y en inglés, y usaron otras publicaciones, algunas gratuitas, que allá circulan.

Era imposible escapar a esa incesante propaganda en ningún rincón del sur de la Florida.

Pero la acción delictiva de los “periodistas”-y del gobierno que les pagaba- fue más allá de la propaganda. Durante el juicio la defensa denunció varias veces que buscaban influir sobre los miembros del jurado divulgando incluso materiales que la propia jueza había prohibido presentar, los cuales, obviamente, sólo pudo entregarles la Fiscalía.

Como si fuera poco, los “periodistas” se dedicaron, asimismo, a hostigar a los testigos y a los jurados. Éstos últimos se quejaron a la Jueza alegando que sentían temor, que eran perseguidos con cámaras y micrófonos, algo reconocido, varias veces, por la señora Lenard, quien pidió al gobierno, evidentemente sin éxito, la ayudase a evitar situaciones que manchaban la imagen del sistema judicial norteamericano. (Por ejemplo, Transcripción Oficial del juicio, páginas 22, 23, 111, 112, 625, 14644-14646).

En agosto de 2005 los tres jueces de la Corte de Apelaciones decidieron unánimemente declarar nulo el juicio de Miami  porque se había realizado bajo lo que ellos describieron como “una tormenta perfecta de prejuicios y hostilidad” creada precisamente por los medios locales. Cuando dictaron el histórico fallo los tres jueces no sabían, no podían saberlo ellos ni nadie, que el responsable de esa “tormenta perfecta” era la Fiscalía que prevaricó abiertamente incumpliendo su obligación constitucional de preservar la legalidad y garantizar un juicio justo.

La primera noticia de la conspiración del Gobierno con sus “periodistas” pagados surgió un año después, en septiembre de 2006.Desde entonces el Gobierno ha resistido los esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil norteamericana para que muestre el alcance de esos pagos y sus contratos en conformidad con la Ley de Libertad de Información (FOIA). La Fiscalía también se ha opuesto a la demanda incluida en las apelaciones extraordinarias de nuestros compatriotas y ha amenazado con recurrir a los “privilegios ejecutivos” y a razones de seguridad nacional para perpetuar el ocultamiento.

EL caso de los Cinco tiene una extraña relación con la prensa y la profesión periodística. En Miami los medios fueron un instrumento decisivo para condenarlos. Fuera de Miami los castigan con el silencio.

La irrefutable denuncia de Martin Garbus plantea un reto a los profesionales del periodismo. ¿La ocultarán otra vez haciéndose así cómplices de quienes mancillaron su noble oficio? ¿O tratarán de salvar la honra de su profesión reclamando que los farsantes sean desenmascarados y que la verdad y la justicia prevalezcan?

(Tomado de Antiterroristas.cu)
 




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