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Las células «madres del cáncer»

Científicos confirman que el desarrollo de los tumores está dirigido por células madre, y descubren cómo un virus puede atacar a células cancerosas sin causar daños en el tejido sano

Patricia Cáceres
digital@juventudrebelde.cu
9 de Agosto del 2012 18:43:44 CDT

 

Cáncer

El cáncer, una de las principales causas de muerte en todo el mundo, que cada año cobra más de siete millones de víctimas. Foto: Juventud Rebelde
 



Cuando meditamos sobre las amenazas que podrían ser mortales para la humanidad, es común que nos vengan a la mente tormentas de protones solares, imponentes asteroides, bombas nucleares, el agujero de la capa de ozono, una invasión extraterrestre o incluso el apocalipsis. Sin embargo, muchas veces pasamos por alto aquellos peligros que suelen aguardar «silenciosos» dentro de nuestro propio cuerpo para darnos la estocada final.

Qué mejor ejemplo que el cáncer, una de las principales causas de muerte en todo el mundo, que cada año cobra más de siete millones de víctimas y que para 2030 alcanzará los 22,2 millones, según la Organización Mundial de Salud (OMS). Si piensa que exagero, sepa usted que las estadísticas indican que al menos una de cada tres personas desarrollará esta enfermedad en algún momento de su vida.

De ahí la relevancia de tres investigaciones publicadas recientemente en las revistas especializadas Nature y Science, que lograron confirmar por separado el tipo de célula responsable del crecimiento de los tumores.

Hasta la fecha, los científicos pensaban que la enfermedad era resultado de cambios genéticos que ocurren en células ordinarias, las cuales se dividen sin control para formar tumores y propagarse a otros órganos.

Pero los nuevos estudios, desarrollados hasta ahora en ratones, confirman la larga y controvertida hipótesis de que el desarrollo de los tumores está dirigido por células madre cancerosas.

Según refiere BBC Mundo, los investigadores descubrieron que hay una jerarquía de células cancerosas, y en la categoría superior de esta especie de organización están las células madre. Los resultados indican que dichas células están presentes en los tumores sólidos y que son las principales responsables de que el tumor crezca y se propague.

Los tres equipos de científicos, que trabajan separadamente, detectaron evidencia directa de ello en tumores de cerebro, intestino y piel, y consideran que puede suceder de manera similar en todos los tipos de tumores sólidos.

Si bien los tratamientos de cáncer disponibles en la actualidad logran reducir con frecuencia el tamaño de las tumoraciones, muchos pacientes tienden a recaer una vez que este se vuelve a desarrollar. Los especialistas suponen que ello ocurre porque las terapias no logran erradicar una pequeña proporción de células madre cancerosas, encargadas de dirigir el desarrollo del tumor.

Según el doctor Luis Parada, líder de uno de los estudios publicados en Nature e investigador del Centro Médico de la Universidad de Texas Southwestern, en Dallas, ahora que se ha logrado demostrar la existencia de estas células, los tratamientos podrán enfocarse en matarlas directamente, en lugar de atacar a la comunidad de células ordinarias.

«Si se logra demostrar que el hallazgo se puede aplicar a todos los tipos de cáncer, habrá un cambio ejemplar en la forma en que se evalúa la eficacia de la quimioterapia y en cómo los tratamientos van a ser desarrollados», dijo a BBC.

«En lugar de probar si una terapia encoge al tumor, lo más importante será analizar si ésta ha matado a las células correctas», agregó el experto.

Si bien parecen muy claras las intenciones, cumplir este objetivo no será tan sencillo. Y es que las células recién identificadas son muy similares a las células madre sanas que se encargan de producir y renovar cualquier tejido en el organismo. De ahí que cualquier terapia dirigida a las células madre cancerosas también podría destruir tejido sano.

Por ello la prioridad de los investigadores a partir de este momento será encontrar las principales diferencias entre las células madre cancerosas y las sanas, para que las nuevas terapias puedan distinguirlas.

No obstante, pese a las limitaciones aún existentes, este hallazgo resuelve una de las mayores controversias en la investigación del cáncer, que marcará un cambio significativo en este campo.

Virus encubiertos

Un equipo de científicos británicos sorprendió con otra buena nueva para quienes padecen esta enfermedad. Al parecer investigadores de la Universidad de Leeds, el Instituto de Investigación de Cáncer y el Hospital Royal Mardsen, de Inglaterra, descubrieron cómo un virus puede viajar en las células sanguíneas para buscar y atacar a células cancerosas sin causar daños en el tejido sano.

Según explicaron los expertos en la revista Science Translational Medicine, el estudio fue aplicado en diez pacientes con cáncer de colon y recto avanzado, a quienes se les inyectó un reovirus.

Los reovirus son por lo general inocuos, o sea, pueden causar resfriado común o infección estomacal durante la niñez y mucha gente se ve expuesta a estos durante la infancia.

Los especialistas observaron que una vez que el virus entraba al torrente sanguíneo, era «escoltado» por células inmunes hacia los tumores, lo cual lo protegía de los anticuerpos naturales del paciente que normalmente hubieran causado su destrucción.

El virus fue identificado en el tumor, pero no en el hígado, lo cual indica que estaba «atacando selectivamente» al cáncer. Además fue detectado en las células, pero no en el plasma, el componente líquido de la sangre en el que las células flotan suspendidas, lo cual evidencia que el virus estaba viajando sobre las células.

Los investigadores no saben con precisión porqué los reovirus solo atacan a las células cancerosas. Al parecer, estas se comportan de forma muy distinta a las sanas, lo cual las hace más susceptibles a una infección.

Como explicó a BBC el profesor Alan Melcher, de la Universidad de Leeds, «el estudio muestra que este virus es incluso más inteligente de lo que habíamos pensado previamente».

Algunos investigadores desde hace años han intentado encontrar la forma de utilizar virus para atacar tumores cancerosos. Pero hasta ahora no se había logrado mantener al virus vivo en el organismo porque, una vez inyectado, el sistema inmune lo ataca y destruye.

Los científicos afirman que el reciente hallazgo podría ser sumamente útil para desarrollar una vacuna contra distintos tipos de cáncer. Sin embargo, subrayan, es imprescindible desarrollar más estudios para encontrar la forma en que el virus llegue más directamente al tumor una vez que ha sido inyectado en el organismo.

Una mirada fugaz a la enfermedad

El cáncer es un proceso de crecimiento y diseminación incontrolados de células, capaz de manifestarse prácticamente en cualquier parte del cuerpo. El tumor suele invadir el tejido circundante y puede provocar metástasis en puntos distantes del organismo.

Existen más de cien tipos distintos. La mayoría de estos asume el nombre del órgano o de las células en donde se detectan. Por ejemplo, el cáncer que comienza en el colon se llama cáncer de colon, el de las células basales de la piel es conocido como carcinoma de células basales…

No obstante, los tipos de cáncer pueden agruparse en categorías más amplias. El carcinoma es aquel que empieza en la piel o en tejidos que revisten o cubren los órganos internos, mientras que el sarcoma comienza en hueso, cartílago, grasa, músculo, vasos sanguíneos u otro tejido conjuntivo o de sostén.

La leucemia, en cambio, es aquel que empieza en el tejido donde se forma la sangre, como la médula ósea, y hace que se generen grandes cantidades de células sanguíneas anormales. El linfoma y mieloma son los que se detectan en las células del sistema inmunitario, y los llamados cánceres del sistema nervioso central son los que comienzan en los tejidos del cerebro y de la médula espinal.

Dado que el cáncer no es una sola enfermedad, no tiene una sola causa de origen. Los factores de riesgo pueden ser diversos, tales como edad, raza, sexo, genética, dieta y exposición a sustancias químicas, radiación y tabaco.

Un porcentaje importante se puede curar mediante cirugía, radioterapia o quimioterapia, especialmente si se detectan en una fase temprana.


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