Juventud Rebelde
Sexo Sentido
December 17, 2005

A CubaNews translation.
Edited by Walter Lippmann.





No te daré un consejo,

pobre amante celoso, pobre mujer infiel:

Ya sabrás que el amor es un espejo,

que solo te devuelve lo que pones en él...

(Cuartetos de un transeúnte, de José Ángel Buesa)

Infidelidad (I)
Laberinto para tres
Mayte María Jiménez

Ella lleva tres años de casada, quizá más. Anteriormente tuvo una relación que duró varios meses. Hace un tiempo lo vio de nuevo, y desde entonces han salido juntos. Quiere a su esposo, pero el otro también le atrae, incluso llega a gustarle más. Él también es casado.

Triángulos amorosos como este han llegado al correo de Sexo Sentido. Algunos han sido descritos en el Pregunte sin pena. Lectores desesperados buscan una voz alentadora, una explicación o salida para esta polémica situación, que no por geométrica deja de ser humana.

Es difícil hacer coincidir las opiniones de todos en este asunto, tal vez más visible ahora socialmente, pero que sin duda aparece en la historia y la mitología desde siglos pasados, pues nunca ha faltado un aclamado Casanova o una tentadora Venus. Basta con recordar los legendarios amores furtivos del caballero Lanzarote con la reina Ginebra, las infidelidades de Mesalina, esposa del emperador romano Claudio, o las innumerables concubinas de Zeus.

Según Walter Riso, psicólogo e investigador italiano dedicado principalmente a la Sexología y que en estos momentos radica en Colombia, los seres humanos somos infieles por naturaleza y monogámicos por vocación. En esa lucha, cada quien decide para dónde tomar:

“Nosotros, los hombres, somos más infieles que las mujeres, pero la diferencia ya no es tan grande”, afirmó Riso en una entrevista consultada en Internet. “El hombre busca el sexo y llega al amor, la mujer entra buscando afecto y llega al sexo. Si todo va bien se encuentran a mitad de camino, si no, se estrellan”.

En su criterio, el ser humano tiene dos fuerzas que se oponen: la búsqueda de familia y estabilidad por un lado, y la variabilidad por el otro. Algunos científicos afirman que esta variabilidad o promiscuidad tiene su origen más remoto en la necesidad masculina de desparramar sus genes y la preocupación femenina por asegurar la alimentación de las crías.

Para Riso, por tanto, la fidelidad no es ausencia de deseo, sino despliegue de autocontrol para evitar a tiempo situaciones que puedan comprometernos. Si esto se viola, se destruye la confianza, pilar básico en la relación, pues por lo general no nos gusta compartir la pareja o perderla.

¿ESPERA O INSEGURIDAD?

Laura tiene 22 años de edad. Según nos cuenta, hace poco terminó con una relación de tres años en la cual sufrió mucho. Entonces encontró un muchacho muy bueno, pero que piensa emigrar porque su novia vive en otro país y ellos mantienen la comunicación.

Él fue sincero con su nueva amiga al confesarle que todavía quiere a la ausente y por tanto no desea nada formal. Ella se siente mal, engañada... Otra situación de tres donde se impone preguntar: ¿puede él quererlas a las dos? ¿Hasta dónde una persona se siente insegura ante la disyuntiva de “la dejo y sufro, o sigo con ella y sufro”? 

El doctor Riso explica que algunos individuos están toda la vida en “proceso” de separación de la antigua pareja. Sobre todo en la cultura latina, donde “las mujeres se separan más fácilmente que los hombres, son más valientes y no le temen tanto a la soledad. Al hombre hay que echarlo de la casa”, asevera el experto.

Pero este paso implica romper una pareja con una historia construida, tal vez hasta con hijos. ¿Qué justifica tomar tal decisión? ¿La novedad, la pasión, la evasión de la rutina...? ¿Quién garantiza que la nueva opción sea mejor?

Desde sus seis décadas de experiencia, el lector Juan Carlos opina que hay más virtud que pérdida en vencer los obstáculos y tentaciones para mantener el matrimonio a salvo en tales circunstancias.

En cambio Mercedes, otra lectora, piensa que si el matrimonio ha agotado los espacios, no hay por qué aferrarse a algo que no nos hace felices cuando existe la posibilidad de sentirse mejor: “Creo que debemos analizar la perspectiva que en ocasiones tenemos y trasmitimos sobre la vida, tan rígida, con tan poco espacio para la diversidad”.

Lo cierto es que en estos casos las tres “puntas” del triángulo están sufriendo, cada cual a su manera, mientras no llega el desenlace. Por eso, a la persona que mantiene relaciones con un sujeto que dice estar en “proceso de separarse”, el especialista le aconseja cortar por lo sano y decirle: “El día que estés disponible para mí y que termines tu ‘proceso’, me llamas. Si aún estoy libre, bien, y si no, lo siento: el riesgo lo vas a correr tú, no yo”. 

FUERZAS QUE ENGAÑAN

Como los mensajes recibidos eran en su mayoría de adultos, decidimos tantear el criterio de varios jóvenes en la Capital. En sus respuestas pudimos constatar un rechazo total a la infidelidad, al menos en el papel de “víctimas”.

“Si él me engaña yo lo dejo y no le miro más la cara”, contestaron varias jóvenes. “Lo que pasa es que los hombres se creen que ellos sí pueden tener dos novias, y que eso no importa”, afirmó otra. “Si me quiere que lo deje: yo no soy plato de segunda mesa”, opinó por su parte un varón.

Las relaciones trianguladas, junto con la falta de afecto y de comunicación, se reportan actualmente como las principales causas de ruptura a nivel global.

De hecho la mayoría de las consultas de terapia de pareja tienen como origen la infidelidad, probada o no, de alguno de sus miembros.

Cuando esos que dicen amar a dos personas a la vez las ponen en una balanza, esta no se mueve, valora Riso: “Diría que el 90 por ciento de la gente tiene un amor oculto debajo de la almohada, que no comenta; un amor imposible, que pudo haber sido y no fue... un santuario inconcluso”.

Sin embargo, guardar tales recuerdos no es malo, asegura él. Lo que no es sano es sufrir por ello, pues no tiene nada que ver con la infidelidad: se puede amar a dos, o a ninguno, y ser fiel en la práctica a la pareja actual.

Para lograr una buena relación —lo cual incluye evitar el engaño—, es preciso mantener un equilibrio entre seis puntos: admiración, deseo-atracción, humor-sintonía, comunicación, sensibilidad por el otro y respeto, propone Riso.

De faltar uno de estos el pronóstico será, como dirían los médicos, “reservado”.


 

Lee y reflexiona          

La adolescencia es una etapa de rebeldía, pasión y ansias por el descubrimiento. Y es la protagonista en este bolsilibro, donde reflexiones, consejos y experiencias dirán cómo prepararse para afrontar futuras relaciones. Su colectivo de autores, investigadores todos del Centro de Estudios sobre la Juventud, proponen temas como los prejuicios existentes en el medio social que rodea al adolescente, el problema de la drogadicción y sus posibles soluciones, así como la asertividad como clave del éxito en la comunicación, y el significado que tienen el tiempo libre y una sana recreación, entre otros.

Este libro podrá encontrarse en la red de bibliotecas y centros de referencias del Proyecto de Divulgación de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia en Cuba.

17 de diciembre de 2005

http://www.jrebelde.cubaweb.cu/secciones/sexosentido/portadasexo.html