La Habana, lunes 14 de mayo de 2012. Año 16 / Número 132    
  LKJX Estados Unidos: la piel que habito

DALIA GONZÁLEZ DELGADO

En Estados Unidos los negros y mulatos son llamados "afroamericanos". Y aunque a algunos eso pueda sonarles menos ofensivo, es solo una manera de recordarles todo el tiempo que sus orígenes son diferentes y, por lo tanto, sus derechos son limitados. A pesar de toda la modernidad de la cual se ufana ese país, no ha podido acabar con esa combinación de rango inferior y pensamiento peyorativo que llamamos racismoX

Carolina del Norte, 1950. A la izquierda, un surtidor de agua para uso de los blancos (white), y a la derecha, uno para uso de los negros (colored).

El asesinato, en febrero pasado, de Trayvon Martin reavivó los debates sobre el tema. En el 2011, los policías en Nueva York detuvieron y revisaron a más de 684 mil personas; de estas el 85 % eran negros o latinos. Según datos del FBI a los que BBC tuvo acceso, cuatro de cada diez víctimas de asesinato lo fueron por violencia racista; de 3 949 víctimas por delito de odio a una raza, el 70 % murió a manos de delincuentes con sesgo antinegro.

El odio racial en Estados Unidos nació con el sistema esclavista que prevaleció hasta la Guerra de Secesión. Según Howard Zinn en su libro La otra historia de los Estados Unidos, es una falsedad histórica decir que la Proclama de Emancipación de 1863 liberó a los esclavos.

Después de la guerra, los que se quedaron en el sur siguieron siendo oprimidos, pero con el nombre eufemista de obreros agrícolas, y los negros "libres" del norte continuaron viviendo en la miseria.

Como los estados no podían eliminar los derechos de los negros, que son garantizados en la constitución, se usó en su reemplazo la "segregación", que fue legal por muchos años bajo la idea de Separated but Equal (Separados pero Iguales). La idea era que mientras las oportunidades otorgadas fueran iguales para ambas razas, esto era legal. Pero las oportunidades nunca han sido para todos.

El Código Negro de Mississippi condenaba a cadena perpetua al que se casara o uniera en matrimonio libre con una persona de otra raza hasta la tercera generación de mestizaje. El esclavo "liberado" no podía tomar alcohol ni decir malas palabras ni insultar a nadie. El color de la piel de las personas determinaba el lugar que debían ocupar en un autobús, e incluso el sitio donde cada quien debía miccionar. Los negros tuvieron derecho al voto después de 1965.

Un caso dramático fue el de la cantante negra Bessie Smith, víctima de un accidente automovilístico. La ambulancia que la trasladó había recorrido todos los hospitales de Mississippi en busca de transfusión de sangre. En ninguno la dejaron entrar: eran hospitales para blancos. Bessie Smith se desangró en la camilla.

Cuando el luchador por los derechos civiles de los negros Martin Luther King fue asesinado, el entonces director del FBI, Edgar Hoover, lo calificó sin tapujos como "el negro más peligroso en América".

Las diferencias entre blancos y negros se ven claramente si revisamos las tasas de pobreza, desempleo, encarcelamiento o segregación en las escuelas.

Así, los estudiantes negros en Estados Unidos tienen tres veces más probabilidades que los blancos de ser suspendidos o expulsados de centros educacionales, y 14 de cada 20 alumnos arrestados son "afroamericanos", según un informe del Departamento de Educación.

A estas alturas, nadie duda que si el huracán Katrina se hubiese dirigido contra Houston y no Nueva Orleáns, todas las medidas de emergencia habrían sido tomadas, y luego las compañías de seguros no se habrían negado a indemnizar a los propietarios que perdieron sus casas.

Ahora bien, ¿sería posible superar el racismo en Estados Unidos sin romper con la ideología de potencia mundial? Grupos extremistas como el Ku Klux Klan no han surgido de la nada. La ideología racista nació orgánicamente vinculada a los sentimientos de superioridad de ese país y, por lo tanto, a sus aspiraciones imperiales. Vencer el odio racial requeriría, además de medidas específicas para eliminar las desigualdades, de una profunda revolución cultural.

http://www.granma.cubaweb.cu/2012/05/14/interna/artic02.html